El comercio de armas con Israel: un negocio millonario que rentabiliza la ocupación
- Israel es uno de los países más militarizados del mundo y son muchos los aliados que le envían armamento
- Guerra en Gaza, en directo
Aunque solo tiene nueve millones de habitantes, Israel es uno de los Estados más militarizados del mundo. Está en el puesto 15 de los países que más gastan: 2.623 dólares por persona, según datos del Instituto Internacional de Estudios para la Paz de Estocolmo (SIPRI). Además, ocupa el número 17 en poder militar, de acuerdo con la clasificación del portal especializado en asuntos militares Global Firepower (GFP). Allí el servicio militar es obligatorio para la mayoría de sus ciudadanos, hombres y mujeres, que después pasan a la reserva hasta los 40 años. Esto le permite disponer de 3.798.000 soldados, un 42% de la población total.
El último, pero no el único en plantear un embargo de armas a Israel fue Josep Borrell. “Si crees que se está matando a demasiadas personas, quizás tienes que proporcionar menos armas para evitar que tanta gente muera”, dijo el jefe de la diplomacia europea el pasado 12 de febrero.
Apuntaba, sobre todo, a Estados Unidos, pero también a otros países que no han suspendido sus envíos de material bélico ante la ofensiva de Gaza, que ha matado ya a más de 30.000 palestinos y ha desplazado forzosamente a dos millones.
Palestina, laboratorio de armas
Este numeroso ejército alimenta una industria armamentística de categoría mundial que comercializa sus armas en las ferias internacionales de defensa con un sello inigualable: el de “probadas en combate”.
“Que los ejércitos cuenten con equipamiento Made in Israel da prestigio porque, además de una tecnología muy elevada, esas armas están testadas en combate. Es fuego real, no se trata de pruebas de laboratorio”, explica a RTVE el investigador del Centro Delàs de Estudios por la Paz Alejandro Pozo.
El campo de ensayo del nuevo armamento, señala el experto, está en los territorios palestinos ocupados: en Cisjordania, pero, sobre todo, en Gaza. El vehículo blindado de transporte Eitam, los carros de combate Merkava Mark IV Barak o los misiles Spike de sexta generación son algunas de las armas que las empresas israelíes están testando ahora en la Franja.
“La ocupación es carísima y, para facilitarla, Israel necesita abaratar los costes de producción de su industria militar". Para ello, aumenta la producción por unidad y el sobrante que no demanda el ejército —aproximadamente un 75% de todo lo que se produce— se exporta a otros países.
Esto, a su vez, aumenta el volumen de negocio de la industria armamentística, estrechando los lazos entre este mercado, el gobierno israelí y la ocupación militar”, apunta Pozo.
Maestros del espionaje
Pero eso no es todo, Israel también comercia con el modelo de control que utiliza contra los palestinos del territorio que ocupa desde 1967. Es experto en la construcción de muros y vallas y en tecnologías de vigilancia electrónica como el software Pegasus, de la empresa israelí NSO Group. El programa fue comprado por gobiernos de todo el mundo para espiar a figuras públicas y periodistas como Jamal Khashoggi, asesinado por el gobierno saudí en su embajada de Estambul en noviembre de 2018.
Sacando provecho de la marca Made in Israel, Tel Aviv ha logrado convertirse en el décimo exportador de armas del mundo y en el mayor por habitante. En 2022 tuvo récord de ventas con 12.500 millones de dólares, según el Ministerio de Defensa hebreo. Además, tres compañías israelíes (Elbit, IAI y Rafael) se encuentran entre las 100 más importantes del mundo.
Pese a que no es uno de sus principales socios, España también contribuye a esta industria. Vende a Israel, pero principalmente le compra armamento.
“Los pocos años en los que el Ministerio de Defensa ha precisado el gasto militar en empresas israelíes indican que, cualquier año, las importaciones de armas israelíes superan o incluso triplican las exportaciones de una década”, asegura Pozo, que menciona como clientes principales al “Ejército de Tierra, la Armada, la Guardia Civil, el Cuerpo Nacional de Policía y otros organismos públicos” que además de armas también compran accesorios como chalecos antibalas o fundas de pistolas.
Sin embargo, la cifra exacta de lo que España le compra es muy difícil de saber porque las importaciones no están reguladas y son muy difíciles de rastrear.
A esto se añade que buena parte de estas operaciones se ejecutan a través de filiales o consorcios con empresas españolas. Así, las firmas israelíes de armamento tienen las puertas abiertas al mercado de defensa español y, por tanto, más posibilidades de ganar contratos públicos y acceso ilimitado a fondos europeos.
“A veces, la producción de armas israelíes se realiza en empresas españolas que luego transfieren la tecnología a Israel. Otras veces, se exportan componentes a Israel para ser ensamblados en productos que luego serán enviados de vuelta a España. Así que conocer qué porcentaje del dinero se queda en España o va a Israel es casi imposible”, considera el investigador.
Estados Unidos, fiel proveedor
Con diferencia, Estados Unidos es el mayor proveedor de ayuda militar a Israel desde la década de los setenta. “Más de la mitad de nuestra asistencia militar a nivel mundial va a parar a Israel, es decir, unos 3.300 millones anuales que representan aproximadamente el 16% de su presupuesto de defensa”, detalla a RTVE Josh Paul, exdirector de la oficina de Asuntos militares del Departamento de Estado de Estados Unidos.
“Le vendemos algunas capacidades clave, sin las cuales no sería el ejército líder que es en la región. Le proporcionamos distintos tipos de cazas, una amplia gama de munición guiada de precisión, sistemas de inteligencia y vigilancia, además de oportunidades de formación”, detalla.
Además, Israel tiene privilegios en cuanto a cómo puede emplear la ayuda estadounidense. “En casi todos los países del mundo, el dinero que damos con esta asistencia militar se tiene que gastar en empresas estadounidenses, pero en el caso de Israel se le permite dedicar el 20% de esa financiación a su propia industria”, explica Paul. “Es extraño que los contribuyentes estadounidenses tengan que subsidiar a otro país que, a la vez, es una potencia mundial y cuya industria de defensa compite directamente con la norteamericana”, matiza.
Controles que no se cumplen
“La primera reacción tras el principio de la guerra en Gaza no fue restringir las exportaciones de armas, sino aumentarlas. Alemania y Estados Unidos han multiplicado sus exportaciones a Israel con la justificación del ‘derecho a defenderse’”, dice Alberto Estévez, experto en comercio de armas de Amnistía Internacional. “La cuestión no es tanto si es malo o bueno vender armas a Israel, sino si es legal según el derecho internacional”, apunta Estévez. Existen dos mecanismos que regulan las transferencias de armas. Por un lado, el Tratado de Comercio de Armas, aprobado en 2013 por Naciones Unidas, que prohíbe las exportaciones cuando hay riesgo de genocidio o crímenes de lesa humanidad y, por otro, la Posición Común Europea que consta de ocho criterios que debe cumplir cualquier venta realizada por algún miembro de la UE.
“En el caso de Israel los incumple casi todos. Por ejemplo, el criterio que tiene que ver con el respeto a los derechos humanos, el de la existencia de conflictos armados en el país destinatario, el del mantenimiento de la estabilidad regional o el del no desvío de ese armamento”, asegura Alejandro Pozo.
Estados Unidos también tiene su propia legislación. “Está prohibido dar ayuda militar a un país que está creando obstáculos para la entrega de asistencia humanitaria financiada por EE.UU.”, explica Josh Paul.
“Sabemos que Israel está creando obstáculos y, sin embargo, esta ley no se aplica. Además, tenemos la Ley Leahy, que dice que la ayuda en defensa no puede ir a unidades militares acusadas de violar derechos humanos, pero nunca hemos llegado a la conclusión de que una unidad israelí haya cometido violaciones, aunque existen numerosas pruebas en este sentido”, añade Paul, que precisamente dimitió de la Administración Biden en protesta por el envío de armamento a Israel.
Condenas públicas, pero siguen las ventas
Aunque desde el 7 de octubre varios países han anunciado que suspenden temporalmente la venta de armas a Tel Aviv, expertos y organizaciones de derechos humanos piden ir más allá.
“Llevamos advirtiendo mucho tiempo de que existe la posibilidad de que las empresas o países que le venden armas pueden correr el riesgo de ser cómplices de graves violaciones del derecho humanitario como genocidio, crímenes de lesa humanidad, etc.”, señala Estévez. “Por eso creemos necesario que la Unión Europea aplique un embargo sobre la venta de armas tanto a Israel como a los grupos palestinos armados, y que se presione a Estados Unidos para que corte el grifo de una vez”, sentencia el portavoz de Amnistía.
“Estados Unidos tiene influencia real, tanto a nivel diplomático como militar, para que Israel se detenga y cambie la forma en que está actuando en Gaza. Pero si continuamos enviándole tantas armas, al mismo tiempo que le pedimos que se detenga, ¿por qué iba a escucharnos?”, zanja Paul.