María Vázquez y Adriana Ozores: "Si no has sido madre a los 40 o no tienes pareja, parece que has fracasado"
- Junto a la directora Celia Rico, han presentado en Málaga Los pequeños amores
- Una película que cuenta con la participación de RTVE y que se estrena en cines este 8 de marzo
Tras el éxito de su primera película, Viaje al cuarto de una madre (2018), premiada en el Festival de Cine de San Sebastián y nominada a cuatro premios Goya, Celia Rico Clavellino (Sevilla,1982) vuelve a tratar las relaciones entre madres e hijas en Pequeños amores, protagonizada por María Vázquez (Matria) y Adriana Ozores (Thi Mai, Rumbo a Vietnam). Hemos hablado con las tres en el Festival de Cine de Málaga sobre esta película que cuenta con la participación de RTVE y llega a los cines el viernes 8 de marzo.
“Pequeños amores –nos confiesa Celia-, nace de Viaje al cuarto de una madre, donde me planteaba algunas preguntas sobre cómo se puede corresponder al amor de una madre. Una pregunta que no termine de resolver. Además, cuando estaba haciendo el guión, estaba a punto de cumplir 40 y pensaba en cosas como ¿Cómo es ser hija cuando no eres madre? ¿Qué va a pasar si no soy madre? ¿Voy a ver cómo mis padres se hacen mayores? Y ¿Cómo voy a cuidar de ellos si no he cuidado de mis hijos?”
“A los cuarenta años yo los llamo la edad bisagra -añade la directora- porque haces balance de las decisiones que has tomado y piensas más en las cosas que no te han pasado que en las que te han pasado. Quería reflejar todas esas dudas dentro de ese marco de las relaciones entre madre e hija, que tienen algo de espejo. Porque muchas veces las madres se ven reflejadas en sus hijas y otras veces es al revés”.
Dos grandes actrices
Si en Viaje al cuarto de una madre destacaban las actuaciones de Anna Castillo y Lola Dueñas, aquí son María Vázquez y Adriana Ozores las que nos dan otra lección de interpretación.
Teresa (María Vázquez) cambia sus planes de vacaciones para ayudar a su madre (Adriana Ozores), que ha sufrido un pequeño accidente. Madre e hija pasarán juntas un verano de lo más sofocante, en el que no conseguirán ponerse de acuerdo ni en las cosas más triviales. Sin embargo, la obligada convivencia removerá más de lo esperado y en las noches estivales Teresa vivirá momentos reveladores junto a su madre.
“Las dos experimentarán una gran transformación –nos comenta Adriana-. La película empieza el pasado, con la relación que tenían, y a lo largo de la historia esa relación experimentará una evolución, cambiando totalmente”.
“Yo creo que Teresa vive mejor de lo que piensa –asegura María-. Porque cuando llega a casa de la madre parece que no puede estar sola y se va enganchando a relaciones que en realidad no pueden funcionar, pero que ella idealiza. Y a raíz de esa estancia con su madre, descubrirá que le gusta estar sola, que no está mal. Creo que mi personaje busca algo idealizado, perfecto, y es cuando, por fin se da cuenta de que busca algo que no existe cuando comprenderá que la vida consiste en vivir el presente y disfrutar las pequeñas cosas”.
“Eso son los pequeños amores del título –añade la directora-. Las cosas que nos van pasando cuando tenemos una edad y que incluso dejan huella en nuestros cuerpos, como esos ojos, que en las personas son más abiertos y brillantes, mientras que en las personas mayores el párpado se va cayendo, como si hubiera un peso. Por eso quería que la película mostrara ese peso, que fuera agridulce”.
“Como decía –añade Celia-, siempre pensamos más en lo que no nos pasa que en lo que nos pasa. Y si pensáramos en lo que nos pasa realmente conectaríamos más con nosotros y viviríamos de otra manera mucho más práctica. Por eso, cuando la hija se ve obligada a cuidar de su madre y a renunciar a esas anheladas vacaciones, descubre que, en realidad se ha librado de la incertidumbre que le pesaba sobre la pareja con la que se iba a ir de viaje y conecta con algo más práctico y auténtico”.
Dos formas distintas de vivir la soledad
Al principio de la película ambas mujeres están solas, pero viven la soledad de distinta manera. “Quería explorar cuantas formas hay de soledad –confiesa Celia-. Ambas tienen un carácter muy distinto y han tomado decisiones diferentes. La hija se ha esforzado para no imitar a la madre en algunas cuestiones. Mientras que la madre tiene una edad en la que ya le importa poco lo que piensen de ella y no tiene filtros y dice lo que piensa. Lo que me parece maravilloso”.
“Parecen muy distintas –continúa la directora-, pero si pensamos menos en los hechos y más en la emoción, en el sentimiento, descubriremos que se parecen más de lo que creen. Al final son dos mujeres que están solas, que se van a dormir solas por la noche y que intentan quitarle prejuicios a esa idea de estar solas y llenarla de otras cosas. Aunque a la hija le cuesta más”.
“Ani se ha creado su pequeño universo y se acompaña también de mucha belleza –asegura Adriana-. Vive en medio de la naturaleza, con un perro estupendo… Hay algo salvaje en esta mujer que ha hecho lo que ha querido y lo sigue haciendo. Y eso es genial, sobre todo a esa edad”.
“Hay que romper con esa presión de la crisis de los 40”
El personaje de Teresa está en plena crisis de los 40 y no ha conseguido esa estabilidad que la sociedad parece exigirnos. “Sobre todo a las mujeres –asegura María-. Porque si no has sido madre, tienes una carrera brillante y una pareja estable parece que has fracasado en la vida. Y María no cumple ninguno de esos requisitos. Afortunadamente parece que eso está cambiando en la sociedad. Pero no es fácil desmitificar esas cosas y cambiarlas. Por eso es fundamental que gente tan brillante como Celia refleje esta situación de una forma tan rigurosa y veraz”.
“Si –añade Celia-, al principio Teresa vive esa situación pensando que quizá se ha equivocado. Ha tenido varias relaciones sentimentales que no han salido bien y le da miedo decirle a la madre que ha conocido a otra persona porque piensa que si no sale bien se va a interpretar como otro fracaso”.
“Hay una especie de exigencia que viene de estas expectativas que se depositan sobre nosotros –concluye la directora-. Y a veces hay que despojarse de eso para saber realmente cuáles son nuestros deseos. Por eso cuando aparece el joven albañil, sin prejuicios, que habla con total transparencia, que no se tiene que poner una máscara… Teresa se siente tan bien que no tiene que fingir y puede ser ella misma”.
Un joven obrero que ambas usaran para comunicarse entre ellas. “Si, es un vínculo que nos ayuda a relacionarnos –comenta Adriana-. Un punto de apertura en la relación entre las dos. De alguna manera yo suelto a mi hija, en el sentido más bonito de la palabra, para empezar a verla desde otro lugar”.
“Mi personaje también empieza a ver a su madre de otra manera –confiesa María-. La ve más tierna, más abierta, más cariñosa. Descubre una parte de ella que valora mucho, que admira mucho. Hay madres de todo tipo, pero en general las madres quieren y valoran a sus hijos e hijas. Aunque lo digamos poco, sobre todo desde mi generación para atrás".
Es ahí cuando cambian las miradas entre las dos. “Yo siempre pienso que, en el cine, lo que hacemos es trabajar la mirada –asegura Celia-. Me gusta que mis personajes sean personajes que miran y que lo que ven los cambie. Al final es un triángulo que permite que la madre vea la hija, y al revés, a través de esa relación con el joven. Teresa ve que su madre, con Jonás, no está actuando como madre, sino como una mujer de su edad, con sus circunstancias”.
“Y eso me parece muy interesante –concluye la realizadora-, porque dentro de la casa de nuestros padres, inevitablemente nos ven como hijos. y nosotros los vemos como padres. Y qué bonito es cuando conseguimos ver a las personas fuera de ese rol. Y descubrir cosas de este personaje. Eso libera tensiones entre las dos y consigue que se vean de una manera distinta”.
“Creo que es muy bello y natural ver el paso del tiempo en las caras, en los cuerpos –asegura Adriana-. Y hay que empezar a mostrarlo, porque sigue habiendo un juicio sobre nuestros cuerpos de mujeres y, como se ve poco en el cine, hasta nos parece extraño ver que una mujer envejezca. Y hacerse mayor no es nada malo, es muy bello también”.
“Me gustaría seguir explorando esas relaciones madre-hija”
Preguntamos a Celia que, si después de estas dos aproximaciones a las relaciones entre madre e hija, le gustaría cerrar el círculo dentro de unos años. “Me encantaría, porque ahora mismo siento que necesito hacer un viaje más completo. Y sería muy bonito abordar a madre e hija dentro de una década, por ejemplo, aunque tiene que llegar el momento en el que esté preparada para escribir la historia. De hecho, creo que podría hacer como 20 películas solo con lo que me cuentan las espectadoras sobre sus relaciones madre-hija tras ver estas historias”.
Y tanto María Vázquez como Adriana Ugarte se muestran encantadas con la posibilidad de seguir explorando las relaciones entre esta madre y su hija en un futuro. Pero mientras, disfrutad de esta película que llegará a los cines el 8 de marzo.