Teresa Helbig, la costura guerrera que viste a mujeres fuertes, poderosas y luchadoras
- El sueño de la diseñadora se hace realidad y debuta con un guiño a Victor Hugo
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“París es la plaza más complicada”, dice Teresa Helbig, minutos antes de mostrar su nueva colección. Lo hace en la capital de la moda, en la mítica Galería Joseph que fue durante años el Museo Pierre Cardin. Es un espacio de cinco plantas, abiertas a modo de galería hacia el centro, como una corrala, y recibe luz de un lucernario. En el centro han colocado una barricada hecha con sillas, ruedas de carro, cajas de madera, sacos, toneles.... y todo impregnado de pintura blanca, como el resto de las paredes y el suelo, y la bandera de Francia destaca con orgullo.
Todo tiene sentido. La colección con la que la catalana debuta en París se llama ‘1832. Sur Mer”, título que nace de la obra Los Miserables de Víctor Hugo. Todo ha sido muy orgánico. La colección anterior era París-Texas y cuando la presentó en Madrid ya tenía en mente la nueva. “Llevamos ocho meses de preparativos y me gustó el espíritu de Los Miserables, la superación, la resilencia, la justicia, el esfuerzo y la recompensa, la lucha”. Habla de la obra de Víctor Hugo, pero parece que habla de ella, su familia y su equipo.
La única mujer en diseñar los uniformes de Iberia
La colección no se limita a prendas de corte historicista. Helbig no deja de lado su costura, aunque sí se permite hace guiños a París y a Iberia. La diseñadora ha creado los uniformes de esta compañía aérea tan ligada a la moda: Pedro Rodríguez, Pertegaz, Alfredo Caral y Adolfo Domínguez lo hicieron antes y Teresa, una vez más, conquista territorios dominados hasta ahora por hombres.
Es un placer ver a Helbig moverse entre los percheros, colocando una falda, acariciando un vestido. Se le iluminan los ojos cuando muestra un conjunto espectacular del que se siente especialmente orgullosa. “Encontré esta colcha de seda bordada de finales del XVIII en Japón y logré que un anticuario de Barcelona me la trajera. La he convertido en un tres piezas de falda, top y capa que es un sueño”. Junto a vestidos sofisticados, con contención y medida como solo Teresa sabe hacer, vemos piezas más relajadas, un tanto deportivas: Francia no es solo salones de Costura y París, también hay glamur en su costa.
Lencería para la revolución
De ensueño son sus vestidos en gasa de seda, una pieza que declina en distintas versiones de patrón y color: con drapeados o con engomados en rosa nude o en un elegante azul jabonoso. En contraste, los vemos en azul intenso y rojo poderoso. No son los únicos guiños a la bandera de Francia.
En blanco vemos piezas de aire lencero, pero alejadas de esa sensualidad manida que recorre las pasarelas: Helbig rehace pololos, enaguas y corsés de algodón blanco para hacer conjuntos tan picantes como divertidos, como los cullottes, tan coquetos. En rojo, azul y blanco vemos vestidos sesenteros, década que salpica varios momentos del desfile, como el vestido en charol y piel que no lleva costuras. “Hacer este puzle nos ha llevado una eternidad”.
Hay vestidos imperio con un corte imperio que desprecia el aire historicista y se presenta renovado, moderno. Vestidos exquisitos que recuerdan a los de Gabrielle Chanel en los años 30, la mejor época de la modista, y otros que beben de la elegancia atemporal de Madeleine Vionnet, mujeres influyentes, fuertes y luchadoras que libraron sus propias batallas, y ganaron.
Helbig, la costura más guerrera
Hay grandes novedades, como el vestido peto, el vestido en glasilla con una guirnalda decorando el escote, el abrigo rojo con rayas blancas y las prendas ‘guerreras’: un chaleco y un minivestido cargo, subiéndose así al carro de las tendencias: ¡La costura también es moda!
Y todo hecho a mano, en su petit atelier de Barcelona que ahora se ve mucho más grande. De allí se han traído la máquina de coser, que no ha parado de funcionar hasta el último momento. Helbig utiliza la hache de su apellido para hacer su primer logo y lo añade a algunas prendas, con sutileza y elegancia. Y no faltan los abrigos de pelo. “Son de cordero salvaje, animal comestible”, dice antes de que alguien tosa.
París: más que un sueño, una meta
No es su primera salida internacional. Antes de París ha estado en Nueva York y dice contenta que le ha ido muy bien. Y sigue vendiendo en Los Ángeles, una de las ciudades que mejor entienden el lujo Helbig. “París era la primera meta. Ha tardado un poco, pero estamos aquí”.
Un total de 57 salidas que son un buen ejemplo de lo que hace, una buena carta de presentación en un la capital de la moda, una jungla muy competitiva con unos rivales muy potentes. ¡Ojo!, Helbig no tiene miedo: con su costura, joven, rebelde y libre, y con su excelente trabajo con las manos tiene armas para conquistar París.
“A ver, vamos a probar, vamos a ver cómo funciona el desfile y la acogida. Luego tenemos que valorar nuestras posibilidades”, añade. Solo en ese pequeño momento baja del cielo y pone los pies en la tierra. Al menos hoy hay que disfrutar de haber logrado su sueño.
Un sueño compartido con su banda, la Helbig Gang, las mismas que suelen arrasar en la alfombra roja de los Goya y en las citas más importantes del cine. Luz Casal estaba emocionada, y por partida doble. Primero por volar en un avión bautizado con el nombre de Teresa Helbig y segundo por poder disfrutar del desfile en vivo. "Con la exquisitez que tiene yo creo que va a tener un gran futuro", decía la cantante, que ha compartido primera fila con Leonor Watling, Eugenia Martínez de Irujo, Cristina Brondo y Macarena Gómez. "Lola Dueñas no ha podido venir, porque le daban el premio ELLE, y me han dicho que me lo ha dedicado a mí, por el apoyo a la cultura y en especial al cine español. ¡No me digas que no es todo un sueño!", dice la diseñadora.