Francia y Estados Unidos: las dos caras del derecho al aborto
- Francia ha incluido en la Constitución el derecho a interrumpir el embarazo como reacción a una sentencia del Tribunal Supremo de los Estados Unidos
- Los Estados Unidos se están dividiendo entre estados que prohíben el aborto y los que lo protegen "a la francesa"
Francia no es un país especialmente feminista, a pesar de sus notables feministas, pero es significativo que fueran una ministra y un gobierno de centroderecha (Simone Veil durante la presidencia de Valéry Giscard d'Estaing) quienes acabaran con la ilegalidad del aborto entre 1974 y 1975. Desde entonces en Francia ni mujeres ni médicos pueden ir a la cárcel por un aborto.
El gran legado de Simone Veil
Simone Veil no fue una ministra cualquiera, era una superviviente de los campos de concentración nazi, ponía el vello de punta ver grabado en su brazo el número que le adjudicaron en Aushwitz-Birkenau, el 78651. Simone Veil es al derecho al aborto en Francia lo que Clara Campoamor al derecho al voto en España. Medio siglo después, en la sesión extraordinaria del Congreso de Francia, las dos cámaras del parlamento reunidas, Simone Veil ha estado omnipresente.
"Viniendo a esta sesión me he acordado de Simone Veil, que el 26 de noviembre de 1974 [cuando defendió el proyecto de ley de despenalización de la interrupción voluntaria del embarazo] se disculpó por compartir su condición de mujer con una Asamblea Nacional [la Cámara de diputados] compuesta casi exclusivamente por hombres", así abrió esta sesión el 11 de marzo la primera mujer que preside un Congreso, Yaël Braun-Pivet, presidenta de la Asamblea Nacional. Mujer y judía como Simone Veil. "Grabaremos en el mármol de nuestra Constitución la libertad defendida por Simone Veil".
Estados Unidos y el blindaje preventivo
No he hecho el análisis, pero probablemente la mención a Estados Unidos fue la más repetida después de Simone Veil en las intervenciones de los diputados y senadores. Por razones diametralmente opuestas. Porque, de hecho, fue Estados Unidos lo que llevó a Emmanuel Macron a tomar la iniciativa de incluir el derecho a abortar en la Constitución, como reacción a una sentencia del Tribunal Supremo de los EE.UU., con funciones de Constitucional. La sentencia acabó con la protección federal y devolvió a cada uno de los cincuenta estados la competencia para legislar sobre la interrupción voluntaria del embarazo.
Destaco como ejemplo una de las referencias escuchadas: "La libertad de las mujeres no avanza, al contrario, en los Estados Unidos 12 de los 50 estados han prohibido el acceso al aborto. Es una libertad amenazada por el avance del fundamentalismo religioso y la extrema derecha."
Los años 70 fueron la década de la legalización del aborto en muchos países de Europa* (en la URSS lo fue por primera vez en 1920), entre ellos los Estados Unidos y Francia con apenas dos años de diferencia, enero de 1973 y enero de 1975 respectivamente. En Francia, por ley; en los Estados Unidos, por una sentencia del Tribunal Supremo, la célebre Roe versus Wade, que le dio amparo constitucional, federal, ningún estado, por muy conservadores que fueran su legislativo y su población, podía prohibir y convertir en delito el aborto. Otro Tribunal Supremo, de amplia mayoría conservadora, derogó al cabo de medio siglo ese amparo en junio de 2022. Año y medio después el parlamento francés ha dado el paso inverso. Francia y Estados Unidos, al unísono en los setenta, la cara y la cruz medio siglo después.
Los votos de los evangélicos
Cada mes de enero, aniversario de la Roe v. Wade, en un Washington gélido tiene lugar una manifestación que movilizaba a miles de ciudadanos de todo el país. Sus pancartas la convierten en un desfile con tintes macabros del que fui testigo en varias ocasiones. Decenas de miles de personas, con menores de edad llevados por sus padres o por la escuela, portando pancartas con fotos que duele mirar: fetos avanzados y neonatos muertos ensangrentados. Una iconografía que transmite la idea de que interrumpir el embarazo es matar un ser vivo a pocas semanas o días de nacer, de que recurrir a la interrupción del embarazo en los plazos legales es "infanticidio".
En enero de 2020, iniciando su último año de presidencia, Donald Trump hizo historia al ser el primer presidente en ejercicio que acudió a esa manifestación. Aquel enero Trump iniciaba su cuarto año como presidente y empezaba también la campaña para su reelección. Y millones de votos los debía a los fieles cristianos más acérrimos, votantes como los que acuden año tras año a esa concentración en la capital.
¿Cómo es posible que esos fieles a ultranza sean uno de los pilares más sólido de un personaje con una vida privada tan poco ejemplar como Donald Trump? Porque son lo que se denomina votantes de una sola cuestión, y esa cuestión única es acabar con el derecho a la interrupción del embarazo. Donald Trump se comprometió en la campaña de 2016 y en la Casa Blanca cumplió. ¿Cómo? Eligiendo jueces para el Tribunal Supremo -los únicos que podían derogar el amparo a ese derecho- que sintonizaran con esa demanda.
El poder del Tribunal Supremo de los EE.UU.
Cuando Donald Trump asumió el cargo (enero 2017) el Tribunal Supremo tenía una vacante forzada por el Partido Republicano, que bloqueó en el Senado durante un año la sustitución. Es decir, el presidente Obama debía haber nombrado a esa persona y el Senado someterla a votación, pero la mayoría republicana se lo impidió con la esperanza de que en un año hubiese un presidente republicano. Y así fue: Donald Trump. La institución, el procedimiento democrático, paralizado por fines partidistas.
El resultado político, en la única institución cuyos cargos son vitalicios, —los jueces del Supremo lo son hasta que mueren o quieren jubilarse—, es que Trump heredó un Tribunal Supremo equilibrado (tres conservadores, tres progresistas y dos moderados), y dejó al cabo de cuatro años uno sólidamente conservador: seis jueces conservadores (la mitad nombrados por él) y tres progresistas.
Fue este Supremo el que sí aceptó entrar en el caso de la interrupción del embarazo y decidió derogar el amparo. Resultado: la ley federal ya no defiende ese derecho como parte de la vida privada de la mujer y lo deja a los legislativos de cada estado.
Año y medio después de la sentencia, de los 50 estados que componen el país en 14 se ha prohibido el aborto, en media docena se ha reducido notablemente el período en que se permite, y en 15 se ha reforzado ese derecho como reacción, en 6 de ellos, a la francesa, incluyéndolo en la Constitución del estado.
En la sesión extraordinaria del Congreso francés los diputados y senadores dibujaron un mapa político europeo parecido al estadounidense, con países como Hungría o Polonia donde en estos últimos años han avanzado las fuerzas ultraconservadoras y una de las consecuencias ha sido la práctica inviabilidad de interrumpir el embarazo legalmente, con garantías.
Una prevención innecesaria
El mismo lunes, antes de la sesión para introducir el derecho en la Constitución, la líder de una de las extremas derechas francesas Marine Le Pen anunció que no tomaría la palabra, pero votaría a favor, aunque consideraba que era una medida innecesaria porque "en Francia nadie pone en peligro el acceso al aborto". Traducción, no todas las extremas derechas europeas son iguales en esta cuestión, y la posición de su partido, Agrupación Nacional (ex Frente Nacional), no es la de, por ejemplo, Viktor Orbán en Hungría.
Cuando la presidenta del Congreso dijo "sabemos todos y todas que basta un instante para caer, para que todo lo que creíamos alcanzado ya no lo sea", la transmisión televisiva mostró el rostro contrariado de la diputada Marine Le Pen negando con la cabeza. Con esa reacción subrayaba lo avanzado antes de la sesión.
Francia se ha dado un homenaje
"Francia no va a contracorriente, va en la vanguardia, en su sitio. Esa es su misión y lo que se espera de ella. A las mujeres de Francia les decimos que no retrocederemos nunca; a las mujeres del mundo, que las apoyaremos y estaremos siempre a su lado. En el futuro nos enorgulleceremos de esta sesión, en la que la libertad de recurrir a la interrupción del embarazo forma parte de nuestra ley fundamental". De nuevo, palabras de la presidenta del Congreso en la apertura de la sesión.
"Francia demuestra de nuevo al mundo que es el país de la Ilustración. "Hoy abrazamos la divisa nacional: libertad, de elegir; igualdad, de no estar sujetas al poder de los hombres sobre las mujeres; y fraternidad, por el amplísimo consenso para desestigmatizar a las mujeres."
A la muy célebre divisa aludida—Libertad. Igualdad. Fraternidad— tal vez, después de lo escuchado y la comparación con Estados Unidos y otros países, habría que añadir otro pilar de la República, del orden constitucional francés: la laicidad.
Para Marine Le Pen, principal rival de Emmanuel Macron, es precisamente ese consenso demostrado en la votación del Congreso lo que evidencia que era innecesario, y se explica solo porque el presidente ha querido darse este homenaje, en el marco grandilocuente del palacio real de Versalles. "Será la única victoria de Macron".
(*) En España, exceptuando un muy breve período durante la Segunda República, la primera ley de "despenalización del aborto" en tres supuesto fue en 1985.