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Montando ‘Robot Dreams’: el laboratorio de emociones que ha llegado a los Oscar

  • Entrevista con Fernando Franco, montador de la película de Pablo Berger nominada en animación
  • Especial Premios Oscar

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Pablo Berger nos traslada a los escenarios de 'Robot Dreams', la animación española nominada al Oscar

Robot Dreams vive el 10 marzo el culmen de su hermosa trayectoria con su presencia en la gala de los Oscar. Cannes, Premio del cine Europeo, Premio Annie, y dos Premios Goya: la industria ha mimado con reconocimientos la historia de amor, con un punto amargo, de Pablo Berger que emociona (o directamente devasta) en el filo entre el cine infantil y de adultos.

Antes de su lujoso estreno (en un Festival de Cannes nada proclive a la animación), su montador, Fernando Franco, dejó escrito en X: "Nunca he aprendido tanto de montaje". No era poca cosa: Franco es, además de un director premiado (La herida, Morir, La consagración de la primavera) un reputado montador seis veces nominados al Goya. Esta misma semana ha acudido al Festival de Málaga donde se presentaba Los pequeños amores, de Celia Rico, su último trabajo como montador.

Franco había trabajado con Berger en Blancanieves, una película que homenajeaba al cine de los años 20 precisamente a través de su eléctrico montaje. Pero ahora el juego era otro. "Pablo me llamo y me dijo: '¿Te animas a hacer una película de animación?'. Nunca lo había hecho, pero Pablo me dijo: 'Yo tampoco'". Franco llamó a amigos montadores que habían trabajado en animación como José Manuel Jiménez y dijo que sí.

Berger un colaborador estrecho y cómplice, pero también quería contar con un profesional no habitual del gremio de la animación. "La película está planificada como si fuera imagen real, como su tuvieses una cámara", define Franco. Otra particularidad es que el montador formaba parte del núcleo creativo desde el principio. "Pensaba que me iba a llegar una animática (guion animado) con los planos más largos para ajustarlo, pero en realidad fuimos trabajando cuestiones estructurales y narrativas", recuerda.

Robot Dreams cuenta un año de la relación (separación forzada en realidad) entre dos amigos: Dog, un perro que vive solo en Nueva York, y Robot, el artefacto con alma que se compra como compañía y termina siendo su mejor amigo. La primera decisión fue eliminar los carteles con los meses que precedían a cada episodio.

'Robot Dreams', estreno 6 de diciembre

Al contrario que las películas de imagen real, las películas de animación tienen el montaje cerrado desde el principio: animar escenas que luego se caen en montaje es demasiado costoso. Franco estuvo dos años y medio involucrado: le dio tiempo hasta llegar a un acuerdo para rodar La consagración de la primavera, estrenada en 2022. Cuando terminó su película, Robot dreams seguía ahí.

Junto a al director, Franco se reunía a diario con Maca Gil  (storyboard), José Luis Ágreda, (director de arte)  y Yuko Harami (music editor), en la oficina que Berger tiene junto a la Gran Vía de Madrid, que cariñosamente llaman ‘el camarote’. “Es un lugar muy cinéfilo, donde en cada parada que se hacía para comer o desayunar se comentan películas todo el tiempo”.

¿Cuáles fueron esas lecciones de Robot Dreams a las que Franco aludía? “Cuando montas una película de imagen real, trabajas con hechos consumados; en animación puedes permite cambiar figurantes que entras en escena porque desvían la atención, es decir: puedes intervenir sobre elementos que ojalá pudieses en una imagen real".

Robots Dreams, de la imagen real a la animación (clip exclusivo)

Berger ha dicho que una de sus obsesiones era naturalizar las interpretaciones de los personajes protagonistas que, en la animación, en general, le parecían tender a la exageración. “El reto era emocionar durante una hora y 40 minutos sin palabras y había que ser muy sutil y preciso. Retrasar un poco la mirada de Dog, la reacción de Robot… era como un laboratorio en el que ha aprendido un montón probando cosas”.

Franco dice que cuando se pone el ‘uniforme de montador’ deja de ser director. “En Robot Dreams no es como cuando ya te llega un plano filmado, Pablo siempre escucha y tienes la oportunidad de opinar sobre si el plano puede ser más contrapicado, puedes intervenir más que en una película de imagen real”, dice Franco, cuyo estilo como cineasta, basado en largas secuencias, está muy alejado del de Berger, que “hace 20.000 planos por minuto”.

La nominación al Goya a mejor montaje, la primera en la historia de los premios para una película de animación, le hizo especial ilusión para un oficio a veces mal entendido incluso dentro del sector. “A veces montar un plano contraplano es más difícil que una persecución”, defiende.

No podrá acompañar al equipo de Robot Dreams a Los Ángeles porque ya prepara su nueva película. “Espero que no me pongan una reunión a las 8 de la mañana, porque me quedaré a ver la gala por la noche”.