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Lo que el 11-M cambió en la lucha antiterrorista

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Lo que el 11-M cambió en la lucha antiterrorista
Flores en homenaje a los fallecidos en los atentados del 11M Bruno Vincent / Getty

Pocos pueden dudar de que hay un antes y un después del atentado de 11-M. Para la sociedad, para la clase política, y también para las fuerzas de seguridad. Al Qaeda irrumpió en un país que llevaba décadas luchando contra otro tipo de terrorismo, el local o doméstico, y para el que el Estado ya había desarrollado instrumentos eficaces para combatirlo. Pero aquel atentado demostró que había que adaptarlos, y rápido. Porque la gran amenaza terrorista había cambiado.

Durante los años 80 y 90, dice el General de la Guardia Civil Manuel Navarrete, director del Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y Crimen Organizado (CITCO), España había desarrollado una gran estructura para combatir el terrorismo de ETA. Pero ése es un terrorismo casi concentrado, con una actuación casi paramilitar. 

“Casi podríamos decir que se actuaba quirúrgicamente: Se identificaba a las personas que estaban en la parte legal o ilegal de la organización y entonces se actuaba de una manera muy quirúrgica”, recuerda. “Eso hizo que tuviéramos sistemas muy sofisticados, donde la información era escasa pero tremendamente valiosa cuando se obtenía, porque era relativamente predecible el escalar desde la base hasta la cúpula de la organización”.

La irrupción de una nueva dinámica

El terrorismo yihadista era diferente, pero no era completamente nuevo para España. En 1985, el grupo Yihad Islámica había matado a 18 personas en un atentado en el restaurante 'El descanso' de Madrid. A finales de los 90, grupos como el GIA Argelino habían trasladado parte de su infraestructura operativa al sur de Europa y en 2003, un atentado en Casablanca, Marruecos, tuvo como objetivo la Casa de España y la Cámara de Comercio.

Durante los años 90, los servicios de inteligencia y las fuerzas de seguridad ya trabajaban para entenderlo y combatirlo. “Había información, inteligencia, había conocimiento, pero no al nivel que tendríamos, y no con los perfiles que vimos novedosos en el 11 de marzo”, señala el director del CITCO.

Los servicios de seguridad se encontraron con dinámicas nuevas, otro tipo de organización, con una agenda global y maneras distintas de actuar. “Las estructuras no son tan verticales, no identificamos claramente una organización, una estructura… es más una idea que se va dando en determinados grupos, y esos grupos hacen adaptaciones locales”, señala. “Además, estábamos acostumbrados a una actuación terrorista que buscaba siempre asesinar y escapar. El 11 de marzo cambió esa ecuación”.

Las lecciones del 11-M

El elemento suicida introducía un factor nuevo. En muchos casos, los terroristas ya no pensaban hacer nada después de su ataque. Y eso también cambiaba las prioridades de acción de la lucha antiterrorista. “Significaba que teníamos que estar muy cerca de los objetivos para identificar cuándo tenían acceso a los medios y, o bien evitarlo, o bien actuar antes de que pudieran hacer esa actuación”, señala el general Navarrete. “Era mucho más importante la velocidad, la rápida detección y el control de las personas con este tipo de personas”

El 11-S había servido de aviso. Los servicios de inteligencia trataban de evolucionar hacia una actuación mucho más abierta. “Teníamos que considerar perfiles que en principio se habrían descartado por nuestra experiencia en el ámbito del terrorismo doméstico, hacia actuaciones que estaban en el ámbito de la delincuencia común, que también se descartaban por las anteriores tendencias, las de ETA”, apunta el director del CITCO. “Todo eso se estaba en periodo de aprendizaje, de incorporación a los servicios de inteligencia, cuando sufrimos el 11-M”.

La necesidad de una mayor coordinación entre estamentos se hizo imprescindible. Además, también cambiaban otros elementos: la forma de financiación, el uso de la propaganda como instrumento de guerra… pero, sobre todo, el tipo de perfiles de alerta. Las fuerzas de seguridad tuvieron que explorar otros factores.

“Hubo que actualizar los patrones de inteligencia sobre qué indicadores teníamos que tener en cuenta, qué indicadores había de pertenencia a un grupo terrorista, qué comportamientos eran objeto de seguimiento, se fueron adaptando a lo que vimos después del 11- M. Esos perfiles que, en principio, pensábamos que no estaban incluidos en el ámbito terrorista, vimos que en realidad eran mucho más variados y se fueron incluyendo”.

La ley también se adapta

Para el profesor Luis de la Corte, analista y autor del libro 'Historia de la Yihad', la adaptación de la legislación a la nueva amenaza terrorista también ha sido una pieza fundamental en el ‘reciclaje’ de la lucha antiterrorista.

“Antes del 11-M se sabía que había gente que había salido de España a zonas de conflicto. Pero cuando las fuerzas de seguridad comunicaban esto, las instancias judiciales les decían que en España no era delito desplazarse a zonas de conflicto para integrarse en filas yihadistas. La legislación no estaba preparada para eso. En definitiva: lo que no se podía hacer, o era muy difícil, es detenciones de individuos antes de tener la evidencia de que estaban preparando o habían cometido atentados”, señala

También aquí, el 11-M lo cambia todo. “Hay una directriz desde las autoridades políticas: hay que adoptar una política que no puede ser simplemente de persecución de los que han cometido delitos, sino también la prevención. Es decir, no era sólo perseguir a los que preparan atentados, sino también cualquier otra labor logística que pueda conducir a ellos”, recuerda de la Corte.

Y eso, asegura, lo cambió todo a medio plazo, pero generó un problema inmediato. “Se detienen individuos, pero, como la legislación es la misma, muchos de esos juicios dieron lugar a absoluciones de individuos que luego, posteriormente, se volvieron a implicar y fueron nuevamente detenidos” señala de la Corte.

El analista recuerda un caso significativo. “En el año 2006, o 2007, en Ceuta, se detiene a un grupo, entre ellos, a un sujeto conocido como “Marquitos”, que termina saliendo absuelto, después de un tiempo en prisión preventiva. En 2014 fue otra vez detenido porque había liderado la red más importante de captación de voluntarios para su envío a Siria desde Ceuta y el Norte de Marruecos”.