El duelo imposible tras perder a un familiar en una residencia durante la pandemia: "Siento que le fallé a mi madre"
- Montse contó a RTVE.es hace cuatro años su desesperación por no saber nada de su madre
- Ahora pide justicia: "No he cerrado ese capítulo porque a mí nadie me ha dado explicaciones"
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Montse recuerda lo que ocurrió aquellos fatídicos meses de marzo y abril de 2020 día a día y hora a hora. Mientras España se cerraba para controlar el coronavirus, ella acometía su lucha particular para saber cómo se encontraba su madre, Francisca, interna en una residencia a sus 87 años y con alzhéimer avanzado. Francisca murió, víctima del virus, el 11 de abril, pero la lucha de Montse no hacía más que empezar.
“Me cuesta mucho porque tengo mucha impotencia y a la vez tengo dolor y tengo rabia”, cuenta a RTVE.es. “Yo todavía el duelo no lo he vivido, no he llorado prácticamente por mi madre. No he cerrado ese capítulo porque a mí nadie me ha dado explicaciones”, denuncia.
Francisca llevaba interna desde hacía años en la residencia Reina Sofía de la localidad madrileña de Las Rozas. Sus hijos acudían a verla y cuidarla prácticamente todos los días, hasta que el 8 de marzo este y todos los centros de Madrid se cerraron a los familiares para evitar los contagios.
Desde entonces, Montse solo recibía información a cuentagotas y sobre todo gracias a una persona de confianza que tenía dentro del centro. Lo que le contaban desde la dirección del centro era “contradictorio” con la situación crítica que se vivía dentro, según sabía a partir de esta y otras trabajadoras.
A principios de abril, su desesperación por no saber nada de su madre se disparó hasta el punto de llamar a la Guardia Civil en varias ocasiones, que se personó en la residencia para interesarse por el estado de Francisca. También se puso en contacto con este medio para dar a conocer su situación. “Estoy desesperada, si pudiera sacar a mi madre de la residencia, lo haría”, relataba en un reportaje publicado por RTVE.es el 2 de abril, mientras que también invitó al Telediario a desplazarse hasta este centro.
Más de 50 muertos en su residencia en las primeras semanas
Cuatro años después de aquel último encuentro, RTVE.es ha vuelto a contactar con Montse tras acceder a las actas policiales sobre la situación de las residencias madrileñas en la primera ola de la pandemia. Aunque estos documentos solo recogen lo que ocurría en los centros de la ciudad de Madrid, y no aparece la residencia Reina Sofía, sí que dibujan un escenario similar al que recuerda esta familiar: un personal desbordado, falta de material, o escasa comunicación con las familias.
En la residencia Reina Sofía, una de las más grandes de la comunidad, con medio millar de plazas, habían muerto al menos 50 personas a principios de abril, según contaron los trabajadores del centro a los medios en aquel momento. Montse iba conociendo cómo empeoraba la situación a través de las auxiliares de enfermería. “Me decían que había muchos cadáveres, que no es lo que se estaba diciendo. También que había días que no les daba tiempo a cambiarles ni a darles de comer porque no tenían personal”, relata.
Con esa información su preocupación no dejaba de crecer, y a pesar de su insistencia, no lograba que le permitieran hacer una videollamada con Francisca, al menos para verla, ya que por su deterioro cognitivo ya no podía hablar. "Y para que mi madre escuchara mi voz y no pensara que la habíamos abandonado", añade su hija.
"Había un protocolo por el que no podían llevarla al hospital"
El día 8 de abril le informaron de que se había puesto enferma, y ahí empezó otra lucha por parte de sus cuatro hijos: la de que llevaran a Francisca al hospital. Montse habló con un doctor de la residencia, quien, asegura, le respondió que “había un protocolo de la Comunidad de Madrid por el que no podían trasladar a personas como mi madre”, además de que “la residencia estaba medicalizada y lo que se podía hacer en un hospital se podía hacer perfectamente allí”.
El documento al que hace referencia es el que familiares de las víctimas y cargos de la Comunidad que vivieron de cerca la crisis de las residencias, como el exconsejero Alberto Reyero, han denominado “protocolo de la vergüenza”. Fue enviado desde el Gobierno autonómico en marzo a hospitales y geriátricos y establecía criterios de exclusión según los cuales se impedía derivar a centros médicos a mayores dependientes o con discapacidad. Según el Ejecutivo que preside Isabel Díaz Ayuso, se trataba en realidad de un “borrador” que fue enviado “por error”.
Montse denuncia que de aquella residencia “no llevaron a nadie” al hospital de referencia, y critica que el centro no contaba con el material médico suficiente para atender a los pacientes graves. Asegura que su madre “no salió de su habitación” y no fue trasladada tampoco a la clínica del geriátrico.
"Mi madre sufrió al morir"
El día 11 llegó nueva información para la familia. Su madre había empeorado y podía morir. Entonces Montse consiguió llegar hasta la residencia, a pesar de la prohibición, para estar con Francisca en sus últimas horas. Sin embargo, por el estado en el que la vio, aquello no fue un consuelo. “Al principio no la reconocí. Estaba esquelética y sucia por falta de atención”, recuerda, emocionada.
“Mi madre sufrió al morir. Murió como si sacas a un pez del agua y le vas dejando ahí, que se vaya quedando sin oxígeno. Murió como nunca pensé que ningún ser humano se podía morir en los tiempos que estamos”, relata. Tenía, además, a otra persona fallecida en la cama de al lado, separadas por un biombo.
Aquella última visión la acompaña cada día. “Yo pienso en mi madre desde que me levanto hasta que me acuesto”. Y fue, junto a todo lo vivido los días anteriores, lo que la llevó a luchar. Se sumó a la primera querella de la Marea de Residencias, aunque por motivos personales no siguió adelante en aquel momento, y ahora volverá a acudir a los tribunales para buscar justicia.
“Se le negó el hecho de ser atendida, no creo que sea justo”. Para Montse el dolor de la pérdida de su madre se une también al la impotencia y a la culpa, ya que ella era su tutora legal: “Siento que le he fallado a mi madre”, lamenta.
Y recuerda: "Yo no pido ni dinero. Yo pido, para poder cerrar esto, que me miren a la cara y me digan por qué se hizo lo que se hizo".
Cerca de 7.000 muertos en Madrid en lo peor de la pandemia
Francica es una de las cerca de 7.000 personas que murieron por el coronavirus en las residencias de la Comunidad de Madrid por coronavirus durante la pandemia, más de 10.000 si se cuentan a los que presentaban síntomas compatibles con la enfermedad pero que no fueron confirmados, lo que sitúa a esta autonomía como la que cuenta con más muertes en geriátricos en España, según datos del IMSERSO recogidos por DatosRTVE. Un recuento del diario Infolibre en base a datos de la Consejería de Sanidad sitúa en 7.291 los muertos solo en los dos peores meses de aquella crisis, marzo y abril. En toda España, son 35.000 los mayores muertos, según Amnistía Internacional.
Los familiares de aquellos fallecidos han acudido a los tribunales en repetidas ocasiones, con poco éxito hasta ahora. De las 380 demandas presentadas en la Comunidad de Madrid, solo 150 siguen en la última semana su curso judicial, 60 en el Tribunal Constitucional. Del resto, la mayoría han sido archivadas, según explica Carmen Martín, de la plataforma Marea de Residencias. Responsabiliza en muchos casos de estos archivos a la Fiscalía, que "no se está presentando en los juicios". "No entendemos por qué no entran a investigar lo que pasó", denuncia.
A pesar de los varapalos judiciales, asegura que "la esperanza nunca se pierde". "Es el motor que nos mueve, los tribunales europeos y cualquier ventana por donde entre luz es lo que nos permite seguir vivos. Confiamos en que la Justicia nos dará la razón, porque lo que ha pasado es muy grave", señala. Cree, que de volver a darse una situación sanitaria similar, "se podría volver a repetir, no ha mejorado nada y siguen sin poner medios en las residencias".
“La gente parece que ha pasado página”, lamenta por su parte Montse, pero ella, con su dolor a cuestas desde hace cuatro años, y con el recuerdo imborrable de su madre cada día en su mente, no está dispuesta a tirar la toalla. “Me siento con más fuerzas que antes. Mi madre no se podía defender, así que yo quiero defenderla en un juicio”.