Mark Galeotti, experto en Rusia: "Putin se ha convertido más y más en una caricatura de sí mismo"
- El analista británico considera que el expresidente "está arrinconado" y su futuro depende del resultado de la guerra
- Sigue en directo la actualidad sobre la guerra en Ucrania y las elecciones en Rusia
Mark Galeotti (Reino Unido, 1965) está considerado uno de los mayores expertos mundiales en la política rusa. Escritor, director de una consultora y profesor en el University College de Londres, mantiene además un blog y un podcast, In Moscow's Shadows, donde escribe y habla sobre geoestrategia, crimen internacional y seguridad.
Hemos hablado con él sobre la figura del presidente ruso, Vladímir Putin, antes de las elecciones que, con toda seguridad, le mantendrán en el poder al menos hasta 2030. Asegura que Putin está "arrinconado" y su futuro político y personal depende enteramente del resultado de la guerra en Ucrania.
PREGUNTA: En su libro Tenemos que hablar de Putin: Por qué Occidente se equivoca con el presidente ruso (Capitán Swing, 2022) decía que Putin era un oportunista, sin un plan predefinido; un nacionalista pero no un fanático; no una mente brillante ni un Maquiavelo, sino un "hombrecillo gris". Pero tras el comienzo de la invasión de Ucrania, usted añadió un capítulo adicional al libro, en el que decía que estábamos ante "un Putin diferente". ¿Qué cambió? ¿Y ha cambiado de nuevo en estos dos años de guerra?
RESPUESTA: Creo que más que nada estamos viendo una especie de proceso sostenido. Es todavía el mismo Putin, pero con el tiempo, como cualquier líder autoritario, se ha convertido más y más en una caricatura de sí mismo. Y eso continúa. Ahora está más preocupado con Occidente y con problemas en su propio país, de ahí su voluntad de que se vea que mata o reprime con más brutalidad. Está más convencido de que Occidente quiere acabar con él y con Rusia. Es aún el mismo Putin, pero incluso más todavía.
P: Pero cuando leo su libro, parece que al principio de su carrera política no era tan peligroso, ni estaba tan dispuesto a asumir riesgos, y en cambio, con la guerra asumió un gran riesgo.
R: Está claro que no pensaba que ir a la guerra en Ucrania sería un riesgo, porque realmente no pensaba que iba a haber una guerra. Se había convencido, y nadie quería decirle lo contrario, que Ucrania estaba lista para caer en su poder, que solo era cuestión de entrar con sus fuerzas en Kiev, instaurar un nuevo gobierno, y que en gran medida eso sería todo. Después de todo, este es el hombre que no creía que Ucrania fuera un país de verdad, y aún no lo cree. Lo vimos con la entrevista de Tucker Carlson, esa larga lección histórica de media hora con la que empezó, estaba todo ahí, solo para enfatizar su argumento de que Ucrania no es un país real y que como poco el este de Ucrania es en realidad parte de Rusia.
Así que no es que Putin hiciera algo arriesgado. Es que no se daba cuenta de que lo que hacía era arriesgado. Pensó que iba sobre seguro cuando invadió Ucrania. Sin embargo, una vez que eso pasó y que ahora está atascado en la guerra, se ha convertido en algo cada vez más existencial para él, y en cierta manera está desesperado. No puede retirarse porque de otra manera, y es entendible, los rusos se preguntarían para qué han servido todas las pérdidas masivas tanto humanas como económicas. Así que cada vez más está en una oposición en la que, le guste o no, tiene que aceptar riesgos porque desde su punto de vista el mayor peligro es precisamente perder en Ucrania.
P: Así que estamos ante el mismo Putin que en 2000, solo que más duro.
“Putin está más arrinconado en una esquina que antes“
R: Sí, y más arrinconado en una esquina que antes.
P: En su otro libro, Las guerras de Putin: De Chechenia a Ucrania (Desperta Ferro, 2022), subrayaba la importancia del Ejército y de la guerra para Putin, incluso de una "guerra perpetua". ¿Está su futuro ligado al del Ejército y al de la guerra en Ucrania?
R: Sí, creo que sí. Después de haber cometido este error catastrófico de invadir Ucrania y atascarse en este terrible conflicto, ahora depende del resultado de la guerra. No escucha a sus propios generales, pero aún depende de cualquier victoria que su Ejército pueda darle.
P: Según las encuestas del Centro Levada [un instituto ruso de análisis social], la mayoría de los rusos aún le apoyan. ¿Cree que es así, y por qué?
R: Creo que hay un malentendido con la situación. Si se les pregunta a los rusos si aprueban o no a Putin, dado que ha estado en el poder directa o indirectamente durante 24 años, es más que se ha convertido en casi un icono de la nación, y no hay alternativa real. Para mí, el mejor indicador son los índices de confianza, que tienden a estar más cerca del 30 % que del 70 u 80 %.
Creo que la mayoría de los rusos claramente no están contentos con el statu quo, piensan que las cosas van mal, tanto si es porque temen una nueva movilización, o simplemente porque la vida es cada vez más dura para la mayoría, sus sueldos no se corresponden con el coste de la vida, con la inflación, especialmente en los alimentos. A la mayoría de las familias rusas ya no les quedan ahorros. Pero hay casi una desconexión entre cómo se sienten respecto a lo que ocurre en el país y cómo se sienten respecto a Putin. Porque es casi como si les costara pensar en Rusia sin Putin.
P: ¿Hay algún posible sucesor, algún heredero para el día en que Putin deje el poder?
R: En este momento es peligroso ser considerado el sucesor de Putin. Por ahora Putin claramente no está pensando en la sucesión. Sospecho que, como se estaba volviendo viejo y cansado para el trabajo, creo que eso puede ser parte de la razón para que invadiera Ucrania, en términos de parte de su ruta de escape. En el sentido de que, desde su punto de vista, Bielorrusia ya era un Estado vasallo. Si conseguía imponer un gobierno títere en Ucrania, entonces habría reunido las tierras rusas, ya sabe, esas tres: Rusia, Bielorrusia y Ucrania, al fin el triunfo supremo de su presidencia. Y entonces sería tan poderoso y popular que podría permitirse retirarse sin tener que preocuparse con lo que su sucesor pudiera hacer. Por supuesto, ese ya no es el caso, y creo que Putin debe temer siempre que si cede el poder a un sucesor, este puede estar tentado de usarle como chivo expiatorio y, no sé, entregarle a un tribunal de crímenes de guerra o en general culparle por la guerra y todos sus fracasos.
“Por ahora Putin claramente no está pensando en la sucesión“
Así que no veo cómo Putin puede retirarse por el momento. Y eso significa, obviamente, que no tenga un sucesor claro, porque en el momento en que empiece a preparar a un sucesor estaría aceptando de hecho la realidad de que al final debe irse. Pero por supuesto, al final, algún día, Putin se irá, tanto si es con un golpe de Estado como si muere o está demasiado viejo. Entonces será el momento para un proceso de negociación en la élite sobre quién le sucede. Veremos a individuos poderosos y facciones y grupos de interés e instituciones decidiendo entre ellos quién reemplaza a Putin, como cuando murió Stalin.
P: ¿En qué piensa que se equivocó Occidente - y me refiero a los Estados Unidos y Europa - respecto a Putin, para haber llegado a este punto?
R: Aún creo que los mayores errores se cometieron en los años noventa, cuando no nos tomamos a Rusia en serio, y fallamos a la hora de apoyar un proceso democrático genuino.
Pero más recientemente, si nos fijamos en ese año y pico que condujo a la invasión de Ucrania en 2022, creo que nuestro problema fue que no nos tomamos suficientemente en serio lo que el mismo Putin estaba diciendo. Eso no significa que debiéramos haberle dado nada, pero cuando intentamos disuadirle, pensamos que al final probablemente estaba tirándose un farol, e hicimos amenazas muy generales, como que si invadía Ucrania "pasarían cosas malas".
Y creo que desde el punto de vista de Putin, él recordaba lo que ocurrió tras la anexión de Crimea en 2014 o la invasión de Georgia en 2009, cuando protestamos ruidosamente pero no hicimos mucho. Así que no teníamos mucha credibilidad, no le hicimos ningún tipo de amenaza específica, del tipo de "si haces esto, entonces nosotros haremos esto otro". Solo dijimos, genéricamente, que habría consecuencias, y no apreciamos el grado en que Putin no iba a hacer caso a eso.
P: ¿Piensa que Putin es un producto de los años noventa en Rusia, del caos de aquella década?
R: Sí, pero no solo el caos. Es que entonces hablamos mucho sobre la importancia de la democracia en Rusia, pero cuando llegaron los puntos realmente delicados, realmente no apoyamos la democracia.
En 1993, cuando Boris Yeltsin bombardeó su propio Parlamento, eso fue totalmente inconstitucional, pero como estaba lleno de gente 'desagradable', ultranacionalistas y comunistas, miramos para otro lado. Así que Yeltsin lo hizo y luego reescribió la Constitución para justificarlo retrospectivamente. Luego, en 1996, parecía que Yeltsin iba a perder ante los comunistas. Así que miramos para otro lado ante los abusos masivos en las elecciones, porque no queríamos que ganaran los comunistas.
Puedo entender el razonamiento, pero en la práctica hicimos que muchos rusos pensaran, en primer lugar, que éramos unos hipócritas, y en segundo lugar que la democracia siempre iba a ser una farsa. Y a partir de entonces no fue solo el caos de los noventa, fue el hecho de que no defendimos nuestros propios valores. No pensamos que, si tienes elecciones, algunas veces gente que no te gusta va a ganar. Pero de eso va la democracia. Así que no defendimos nuestros propios valores en Rusia, y no debería sorprendernos que los rusos decidieran que la democracia es una farsa y que Occidente son unos hipócritas interesados. Y eso ayudó al ascenso no específicamente de Putin, sino de alguien como Putin, una especie de nacionalista revanchista.
P: Así que podría haber sido algún otro, no precisamente Putin.
R: Totalmente. Recuerde que Putin fue meramente elegido por la gente que rodeaba a Yeltsin. Podrían haber elegido a algún otro funcionario de rango medio, aparentemente competente, al que creyeran que podían transformar en un presidente creíble. Eligieron a Putin porque pensaron, equivocadamente, que iba a ser solo un instrumento moldeable, que haría lo que ellos quisieran. Se equivocaron.