'Cazafantasmas: Imperio helado', cuando la nostalgia no es suficiente
- Paul Rudd, Carrie Coon, Finn Wolfhard y Mckenna Grace vuelven a unirse a los Cazafantasmas originales
- Una entrega con la que la saga celebra su 40 aniversario y que se estrena este 22 de marzo en cines
Haciendo un chiste fácil con el título de la película, Cazafantasmas: Imperio helado, nos ha dejado un poco... helados. La anterior secuela Cazafantasmas: más allá, era un divertido, cariñoso y sincero homenaje a la original (quizá porque estaba dirigida por Jason Reitman, hijo del director de la original, Ivan Reitman), en el que funcionaba todo (sobre todo los nuevos personajes y su breve, pero divertida e intensa, relación con los Cazafantasmas originales).
Pero en esta, a pesar del maravilloso casting, no funciona ni el humor, ni las relaciones entre los personajes nuevos y antiguos, ni el cornudo villano. Ni siquiera nos emocionan los homenajes a la cinta original.
Y la película tarda demasiado en arrancar, quizá lastrada por tener demasiados personajes.
En fin, un innecesario homenaje a la saga, que este año celebra su 40 cumpleaños.
En la anterior secuela, cuando aparecían los Cazafantasmas originales supervivientes: Bill Murray, Dan Aykroyd, Ernie Hudson... e incluso la secretaria, Annie Potts, sus escenas eran tan emocionantes como divertidas. Pero aquí parecen limitarse a pasar a cobrar sus cheques, sobre todo Bill Murray, que está totalmente desaprovechado.
Los nuevos Cazafantasmas, el equipo formado por Paul Rudd, Carrie Coon, Finn Wolfhard, Mckenna Grace y Celeste O'Connor siguen funcionando muy bien y la gran protagonista vuelve a ser la joven Mckenna Grace, pero, como decimos, falta mucha comedia.
Quizá deberían haber dejado volar solos a los nuevos personajes, sin el lastre de los antiguos, a los que ya se les hizo un precioso homenaje en la anterior secuela.
En fin, una película entretenida que peca de tener un guion repetitivo y sin sorpresas y a la que le falta ritmo y comedia. Y es que, hacer terror familiar divertido no es nada fácil.
Lo que está claro es que al cine actual le sigue pesando esa nostalgia ochentera, que cuando se maneja bien puede atraer a la gente a los cines, pero si se hace mal no conecta ni con los padres (que vieron esas películas en los 80) ni con los jóvenes, que no saben quiénes son los Cazafantasmas. Y creo que eso es lo que pasa en esta ocasión.
Los Cazafantasmas regresan a Nueva York
Después de los eventos de Oklahoma, de la anterior película, el equipo de Cazafantasmas regresa a donde comenzó todo: Nueva York, donde la familia Spengler ha formado un nuevo equipo de Cazafantasmas que incluye a una división de I+D, como la que tiene James Bond para sus juguetitos. Pero una amenaza acecha en el horizonte, un dios primigenio que amenaza con helar el planeta y acabar con toda la vida humana.
Como decimos, el nuevo director de la franquicia, Gil Kenan (City of Ember) tira todo lo que puede de nostalgia, empezando por volver a instalar la base de los Cazafantasmas en la estación de bomberos y hacer un montón de homenajes a la original, incluyendo a fantasmas como Slimer (el popular moco verde) o los pequeños hombres de malvavisco ( Marsmallows), que se reproducen como moscas. Estos homenajes son los que llevan el peso cómico de la película.
El villano del final si es nuevo, pero a pesar de que nos lo presenten como invencible, lo cierto es que no es ni amenazante ni divertido. Quizá porque en los momentos en que debería dar más miedo se para y espera pacientemente a que los protagonistas suelten sus chistes de rigor.
Una película que tiene todo lo que se espera de una gran superproducción de este estilo: buenos actores, efectos especiales, decorados, música, etc... pero a la que, una vez más, le falta lo más importante, un guion capaz de sorprendernos o, por lo menos, de divertirnos.