Todos los grabados de Goya despliegan su libertad creativa en una exposición en la Academia de San Fernando
- Por primera vez, se exhiben restauradas todas las planchas de cobre de los grabados del genio aragonés
- La muestra monográfica Goya, el despertar de la conciencia puede verse del 22 de marzo al 23 de junio
La Real Academia de Bellas Artes de San Fernando inaugura una amplia exposición sobre Francisco de Goya y Lucientes y por primera vez muestra todas las láminas de cobre que el pintor aragonés usó para estampar sus grabados en "una materialización del Goya íntimo", según detalla su comisario Víctor Nieto a RTVE.es, en un retrato de un hombre ilustrado, comprometido y que usó la máxima expresividad para defender la razón.
Goya, el despertar de la conciencia reúne más de 300 estampas y matrices de cobre grabadas por el genio de Fuendetodos, 28 pinturas y 6 dibujos en las dos salas de exposiciones temporales de la Academia, en la madrileña calle de Alcalá.
Creador adelantado a su tiempo, sus obras son precursoras de la modernidad y del séptimo arte. En esta exposición, los espectadores podrán sumergirse en su vida y entorno para descubrir la revolución pictórica y vital que protagonizó. En la primera sala "nos fijamos en su autorretrato y los cartoncitos para bocetos, para tapices. Ahí vemos ese Goya optimista. Luego damos un paso y ya es otra cosa completamente distinta", indica el académico responsable de la sección de calcografía a RTVE.es.
Uno de los cuadros preferidos de Nieto es el autorretrato de Goya que encabeza esta información, un pintor con 39 años, que mira al observador con orgullo, vestido con ropas caras en una cuidada puesta en escena que no deja nada al azar. Aparece delante de un gran cuadro, como Velázquez en Las meninas, a su lado tiene una mesa con una escribanía de plata y empuña el pincel como si fuera una pluma.
El comisario de la exposición explica a RTVE.es que ese gesto supone "considerar la pintura un arte liberal, en lugar de uno mecánico, lo que tenía beneficios fiscales —las artes liberales no pagaban impuestos y alcabalas—". Goya se muestra ennoblecido, lleva luto por la muerte del rey Carlos III, pero, como confiesa un amigo, está cansado de esa obligación formal en su indumentaria.
El volcán creativo de Goya desborda los límites de la época en la que le tocó vivir, su denuncia de los horrores de la guerra, de la pobreza y de la ignorancia sigue vigente en la actualidad. La muestra aborda el desarrollo de su pensamiento crítico, que desemboca en una indómita libertad artística. Una evolución personal e intelectual que Nieto sitúa en la década de 1780 en "algo muy definido en los Caprichos, pero hay toda una serie de obras de esos años en los que ya va apareciendo un oscurecimiento del color que luego va a ir en aumento y una factura con la pincelada más suelta al servicio de la expresión".
Tras mudarse a Madrid, aprender con un maestro, pintar cartones para tapices y conseguir una clientela, Goya evoluciona y le dice a un amigo "estoy harto de hacer obras por encargo en las que el capricho y la imaginación no tienen ensanche". Precisamente en sus grabados, el genio aragonés se libera de esas ataduras y da rienda suelta a su creatividad.
Todos los grabados de Goya
La Academia de San Fernando presenta, restauradas y por vez primera en la historia, la totalidad de las planchas de cobre que Goya empleó para estampar sus grabados calcográficos o grabados en hueco, las series de los Caprichos, los Desastres y los Disparates. Completa el panorama, la serie de la Tauromaquia que se exhibe en el gabinete de la Academia. Con esta técnica, el artista incide sobre una superficie metálica para conseguir un negativo de la imagen deseada.
La exposición de Madrid es el segundo acto de una primera exhibición desplegada en el Palazzo Reale de Milán bajo el título Goya. La rebelión de la razón. La colaboración entre los equipos de restauración de ambas instituciones ha permitido devolver a las planchas de cobre su definición y fulgor original, tras eliminar las capas de acero, níquel y cromo con el que fueron recubiertas para poder estampar más grabados sin deteriorar las matrices.
El director de la Academia de San Fernando, Tomás Marco, elogia el valor de este material porque "normalmente las planchas permanecen ocultas, no se muestran" y añade que Goya es uno de los pocos pintores de la historia que graba sus propias planchas, junto con Durero y Rembrandt. La práctica habitual era entregar un dibujo y el impresor se encargaba de transferirlo a la matriz.
Brujas y locos
Vuelo de brujas decoraba la casa de campo de los duques de Osuna. Tres personajes, vestidos con faldillas, con el torso desnudo y tocados con capirotes en forma de mitra, decorados con pequeñas serpientes, e iluminados por un foco de luz exterior al cuadro, sostienen en el aire a otro desnudo, abandonado en sus brazos, al que insuflan aire soplando sobre su cuerpo, como revelan sus hinchadas mejillas. En la parte baja, dos campesinos han alcanzado la cima de la montaña, mientras su asno se ha parado más abajo. Uno, caído en el suelo, se tapa los oídos para no escuchar el ruido de los seres voladores; el otro, avanza con la cabeza cubierta, protegiéndose de la luz y haciendo la higa con sus dedos, contra el mal de ojo.
La radiografía y la reflectografía de rayos infrarrojos muestran un cambio importante en la composición: la figura que ahora camina de frente, cubierta por una manta blanca, estaba originalmente de espaldas, retrocediendo por el camino por el que había subido, buscando al burro (símbolo de la ignorancia), que espera más abajo.
Volaverunt, el grabado número 61 es uno de los más personales e íntimos de la serie. Algunas interpretaciones ven una alusión a su vida privada e identifican a la Duquesa de Alba con tres toreros que la levantan. El manuscrito del Museo del Prado apunta lo siguiente: "El grupo de brujas que sirve de peana a la petimetra, más que necesidad, es adorno. Hay cabezas tan llenas de gas inflamable, que no necesitan para volar ni globo, ni brujas".
El despecho podría haber hecho nacer esta estampa en la mente de Goya ya que la duquesa le habría abandonado. El pintor estaría empleando el término latino volaverunt (volaron) para referirse al fin de la relación y representa a una mujer con alas de murciélago -las que forman sus brazos al extender la mantilla-, un animal que simboliza la ligereza, o podría trascender a sus propias circunstancias y ser una reflexión universal sobre la veleidad femenina.
La locura es un tema recurrente en el arte de Goya. En el lienzo Casa de locos de 1808-1812, el genio aragonés despliega su visión sobre la locura. Un asunto que conocía de primera mano por haber visitado en varias ocasiones el Hospital Real y General de Nuestra Señora de Gracia, sanatorio mental de Zaragoza donde estaban ingresados un primo de su madre y su tía materna.
El cuadro se interpreta como una alegoría de la locura universal que incluye a los dirigentes del mundo, desnudos o semidesnudos vemos en la escena a un rey con su corona, un dignatario eclesiástico o un jefe salvaje con su tocado de plumas.
Libertad del artista
El pintor fue perdiendo el oído, pero Nieto desmonta un tópico y matiza a RTVE.es que eso no influyó tanto en su obra: "La sordera es un elemento más en su evolución. La sordera te puede dar una amargura, te puede dar un encerrarte en ti mismo, un desconectarte con el mundo, pero esto es algo más profundo, es una transformación intelectual, un proceso mental que no lo provoca la sordera".
Goya defendía la libertad total del artista, como profesor en la Academia de San Fernando ofrece su opinión sobre la enseñanza de las Bellas Artes y se opone a imponer ninguna norma: "No hay reglas en la pintura, y que la opresión, u obligación servil de hacer estudiar o seguir a todos por un mismo camino, es un grande impedimento a los jóvenes que profesan este arte tan difícil", según refleja el cuidado catálogo de la exposición. Algo que para Nieto "es un manifiesto totalmente moderno. Es decir, no hay reglas. No hay estilos en la pintura".
Goya retrata como nadie el paisaje y paisanaje en los albores del siglo XIX de una España en la periferia de Europa, lejos ya de su gloria imperial. Una muestra es El entierro de la sardina, aunque aparecen elementos disonantes. En el carnaval era habitual vestirse de negro y en el centro del cuadro dos bellas mujeres con vestidos blancos y bonitas máscaras danzan alegremente.
Sobre una tabla de madera de caoba tropical, reaprovechada de la puerta de un mueble, Goya pinta una composición con un atractivo colorido y enigmático significado.
En el lienzo, dos figuras inquietantes amenazan a una de las bailarinas, un hombre vestido de picador con su pica en la mano y otro que se cubre con una piel de bestia negra, sus manos son garras y lleva una máscara feroz, como de oso. La danzante está de espaldas y su cara refleja la felicidad de la ignorancia, mientras su compañera acaba de darse cuenta del peligro, al igual que algunos de los asistentes que muestran gestos de espanto y preocupación.
Goya y Canogar
La exposición Goya, el despertar de la conciencia va acompañada de un amplio programa de actividades, desde un espectáculo de música y danza el 4 de abril, a una instalación artística de Daniel Canogar en el Día Internacional de los Museos en la fachada de la Academia, a la proyección de la serie de TVE Los desastres de la guerra de Mario Camus o un ciclo de conferencias entre las que se incluye Goya a través del cómic "Goya. Saturnalia" con la presencia de los autores, Manuel Gutiérrez y Manuel Romero, que refleja los últimos días del pintor.
La muestra íntegra con todos los grabados de Goya puede verse en la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando desde este viernes 22 de marzo al 23 de junio. Una vez terminada, se mantendrán expuestos los Disparates y Tauromaquia y rotarán en las vitrinas las estampas de los Caprichos y los Desastres.