Las negociaciones de adhesión de Bosnia a la UE, "aceleradas" por la guerra en Ucrania: "Queda mucho trabajo"
- Bosnia, con 3,5 millones de habitantes, se convierte en el quinto territorio de los Balcanes que avanza en este proceso
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Bosnia y Herzegovina está desde esta semana un paso más cerca en el camino para unirse a la Unión Europea. Tras otorgarle en diciembre el estatus de “candidato”, los Veintisiete han aprobado la apertura de negociaciones de adhesión con este país balcánico, desencallando así, en parte, la propuesta bosnia que fue presentada hace ya más ocho años, más de 20 si nos remontamos al primer acercamiento entre ambos.
El país, con apenas 30 años y formado por más de 3,5 millones de habitantes, se convierte en el quinto territorio de los Balcanes en conseguir avanzar hacia una posible membresía tras Albania, Macedonia del Norte, Serbia y Montenegro; y, que, junto a las candidaturas de Ucrania y Moldavia, podría dar lugar a la ampliación más grande la UE tras el Brexit.
Un movimiento, "acelerado" por la guerra en Ucrania, que podría traer también aparejado un cambio en el funcionamiento del club comunitario para agilizar la inclusión y la toma de decisiones. “El país ha puesto en marcha importantes reformas en materia de democracia, Estado de derecho y lucha contra la corrupción, pero aún queda mucho por hacer. La apertura de negociaciones actual se ha acelerado por el marco de convulsión geopolítica que atraviesa Europa más que por las reformas que ha hecho”, considera a RTVE.es la profesora de Ciencia Política de la Universidad Complutense de Madrid, Ruth Ferrero.
Queda, por tanto, un largo camino lleno de conversaciones y cambios, especialmente, a nivel político, debido a la fragmentación en Bosnia; económicos, por su delicada situación financiera; y sociales, por la permanencia de algunas cicatrices de la devastadora guerra de 1990 tras la caída de Yugoslavia. “El proceso de ampliación de la Unión Europea tiene un importante mensaje geopolítico, principalmente al Kremlin de que quieren alejar a Bosnia Herzegovina de la influencia rusa que muestran algunos de sus líderes”, añade, por su parte, Miguel Roán, investigador, escritor y director de Balcanismos, un think tank especializado en esta región. Apunta también a que es “una invitación a los equipos negociadores a creerse el proceso” y dar “una mayor monitorización” e incentivos para seguir adelante.
De no conseguir avanzar en este proceso, Bosnia podría regresar a la casilla de salida y que la candidatura volviera a paralizarse, punto en el que se encuentran otros territorios. Este es el caso de Kosovo, cuya aspiración a convertirse en un estado miembro no ha avanzado debido a que varios países de la UE, entre ellos España, no lo reconocen como un espacio soberano; y Georgia, que se mantiene en su estatus de candidato, pero al que la UE le anima a seguir realizando reformas.
La decisión llega a pocos meses de las elecciones del Parlamento Europeo, previstas del 6 al 9 de junio, que podrían cambiar el panorama político europeo, así como la presidencia húngara de turno del Consejo de la Unión Europea, de la que, aunque en menor medida, también podría depender un mayor o menor impulso a diferentes negociaciones.
Una compleja situación política que dificulta las reformas
Para ser un posible miembro de la UE, los solicitantes deben ser europeos en el sentido geopolítico, respetar la dignidad humana, y derechos humanos, y además tienen que reunir una serie de condiciones establecidas en los Criterios de Copenhague de 1993. Además, los países deben tener "instituciones estables que garanticen la democracia y el Estado de Derecho", una "economía de mercado que funcione" que pueda hacer frente a las "fuerzas de mercado de la UE", y tener la capacidad de aplicar eficazmente las obligaciones de afiliación a la UE.
En este sentido, Bosnia y Herzegovina está marcada tanto por los efectos de la guerra como por un complejo marco político que dificulta la toma de decisiones en el país y, por tanto, la puesta en marcha de algunas de las reformas exigidas por la UE.
A partir del Acuerdo de Paz en Bosnia y Herzegovina (1995), también conocido como los Acuerdos de Dayton, el país se compone de dos entidades: la Federación de Bosnia y Herzegovina (FByH), que abarca la zona de mayoría bosniaca y croata; y la Republika Srpska (RS) en el área de mayoría serbia, contraria a cualquier medida que implique la unión del país y cuyo líder tiene una relación estrecha con el presidente ruso Vladimir Putin. “Los acuerdos consagraron la división de las etnias provocadas por la guerra. Las dos entidades viven una a espaldas de la otra y no se ha fomentado la construcción de un relato conjunto del país y esto también es un problema”, afirma Ruth Ferrero.
En este contexto, Roán apunta a que es difícil realizar reformas de “calado” como la de la Constitución, bloqueada en gran parte por la Republika Srpska. “El texto recoge cuestiones que son discriminatorias para algunas minorías nacionales, por lo que no estaría alineada con la Convención Europea de Derechos Humanos”, indica y pone de ejemplo que un ciudadano bosnio de origen bosniaco-croata, no pueda ser líder de la entidad serbia; o que un ciudadano bosnio de origen judío o romaní no pueda ser representante político. Y a partir de ahí – apostilla – “ya empezar a trabajar en calidad democrática, que también es relevante para la UE”.
A nivel económico, la constante pérdida de mano de obra por la emigración y las deficiencias en infraestructura o en educación representan serios obstáculos para el desarrollo económico del país, explica Ferrero. El ámbito migratorio es otro de los temas que hay que tener en cuenta, ya que es un importante corredor de llegada de personas tanto de Oriente Medio como de África y ya se está trabajando en un acuerdo Frontex para el control de los pasos fronterizos. En cuanto a la seguridad, la OTAN cuenta con una fuerte presencia en el país y no descarta aumentar su despliegue para evitar nuevos conflictos.
En términos sociales, Roán considera que la opinión pública está “muy dividida” sobre si unirse a la UE y lo ven, por un lado, “con optimismo" y por el otro con "desconfianza”, debido a todo lo que se ha dilatado el proceso hasta ahora. “Ha habido muchas expectativas tanto por parte de Bruselas como de la clase política que no se han terminado de producir”, añade.
Reforma de la UE para la ampliación
La apertura de negociaciones con los Balcanes, así como Ucrania y Moldavia llegan pocos meses antes de las elecciones al Parlamento Europeo, colocando la ampliación – que el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, situó a partir de 2030 – como uno de los temas de debate. “Aunque una posible unión de Bosnia puede no tener un gran impacto en el proceso electoral, el ucraniano sí que puede ser algo más relevante”, argumenta Ferrero, que sin embargo, no cree que “ninguno” de los países candidatos cumplan este plazo, ya que aún queda mucho por hacer en términos de cumplimiento de los requisitos de la UE.
“Una ampliación que incorporaría entre ocho y diez estados tendría que llevarse en paralelo con un proceso de reforma institucional. Hay varias posiciones, algunos plantean la reforma de los Tratados constitucionales de la UE y otros traspasar algunas cuestiones que ahora se votan por unanimidad a una mayoría cualificada para agilizar procesos”, explica, sobre esta cuestión.
Miguel Roán, sin embargo, pone el foco un poco más allá y resalta que no solo son importante las reformas de la UE o de los países candidatos, sino poner mecanismos para que éstas se mantengan a lo largo del tiempo y no haya una “marcha atrás” como ha ocurrido, en algunos aspectos, en países como Hungría o Polonia.