El papa Francisco preside la Vigilia Pascual y recuerda a "los pueblos destruidos por el mal y golpeados por la injusticia"
- El papa ha participado en todos los ritos después de que este viernes renunciara al vía crucis del Coliseo para cuidar su salud
- El sumo pontífice ha bautizado a ocho adultos: cuatro italianos, dos coreanos, un japonés y un albanés
El papa Francisco ha presidido este sábado la misa de la Vigilia Pascual en la basílica de San Pedro y en la homilía ha pedido "que se aleje la desesperación" para "los pueblos destruidos por el mal y golpeados por la injusticia".
En esta larga celebración de más de dos horas, en la que se conmemora la espera de la resurrección de Jesús, el papa ha participado en todos los ritos y ha leído con buena voz, después de que la víspera decidiera a última renunciar al vía crucis del Coliseo para cuidar su salud.
En la homilía el papa ha dicho que "a que a veces sentimos que una lápida ha sido colocada pesadamente en la entrada de nuestro corazón, sofocando la vida, apagando la confianza, encerrándonos en el sepulcro de los miedos y de las amarguras". Los ha llamado los “escollos de muerte” y ha dicho que "son todas las experiencias y situaciones que nos roban el entusiasmo y la fuerza para seguir adelante".
Y entre ellas, el sumo pontífice ha citado "la muerte de nuestros seres queridos, que dejan en nosotros vacíos imposibles de colmar; en los fracasos", " los muros del egoísmo y de la indiferencia, que repelen el compromiso por construir ciudades y sociedades más justas y dignas para el hombre" y " todos los anhelos de paz quebrantados por la crueldad del odio y la ferocidad de la guerra".
El papa ha asegurado que "Jesús es nuestra Pascua, aquel que nos hace pasar de la oscuridad a la luz, que se ha unido a nosotros para siempre y nos salva de los abismos del pecado y de la muerte, atrayéndonos hacia el ímpetu luminoso del perdón y de la vida eterna.
El papa Francisco se ha dirigido entonces a los "pueblos destruidos por el mal y golpeados por la injusticia, pueblos sin tierra, pueblos mártires" para que alejen "en esta noche los cantores de la desesperación".
Una ceremonia cargada de simbolismos
La ceremonia, una de las más largas de la tradición y cargada de simbolismos, ha comenzado con la bendición del fuego en el atrio de la basílica y el encendido del cirio pascual. El papa ha marcado la vela con la inscripción de la primera y la última letra del alfabeto griego -alfa y omega- que simbolizan que Dios es el principio y el fin en una basílica totalmente a oscuras.
Después ha tenido lugar la tradicional procesión con la entrada de los concelebrantes en total silencio y a oscuras y sólo con las velas encendidas para representar la ausencia de luz tras la muerte de Jesucristo. Sólo después de que el diácono pronunciara tres veces la frase Lumen Christi (La luz de Cristo) se han encendido las luces de la basílica y ha comenzado la misa ante 6.000 fieles.
Esta larga ceremonia sigue la tradición de los primeros años de la Iglesia, la de los catecúmenos, los adultos que aspiraban a convertirse al cristianismo y, por ello, también se ha celebrado la bendición del agua, y el papa ha bautizado a ocho adultos: cuatro italianos, dos coreanos, un japonés y un albanés.
En esta Semana Santa, no se ha podido disfrutar de la presencia tras el altar del imponente baldaquino de San Pedro de Gian Lorenzo Bernini, pues permanece cubierto ya que se está procediendo a una restauración en vista del Jubileo del próximo año.