Guayaquil, bajo la ley del narco
- En Portada estrena temporada investigando la nueva ruta de la cocaína desde Guayaquil, en Ecuador, hasta Europa
- España duplica las toneladas de cocaína aprehendidas en contenedores marítimos, la mayoría proceden de Guayaquil
- Ya puedes ver 'Cocaína vía Guayaquil' en RTVE Play
El pasado 9 de enero, la comunidad internacional giró la mirada hacia Ecuador y lo que vio fue una escena prebélica. Un grupo de jóvenes, con armas largas y explosivos, había asaltado el canal de TC Televisión de Guayaquil, la capital económica del país. La policía tardó 45 minutos en liberar a los rehenes y detener a los pandilleros, pero ya nada volvió a ser igual.
El presidente Daniel Noboa decretó el estado de excepción y sacó al ejército a patrullar las calles de la capital del Pacífico. El llamado decreto 111 declaró la guerra a 22 grupos de delincuencia organizada y los etiquetó de terroristas. La banda más poderosa es la de los Choneros, que rivalizan con otras emergentes como Águilas, Chone Killer, Lagartos, Latin Kings, Lobos y Tiguerones.
Las autoridades ecuatorianas atribuyen la actual escalada de violencia a un vacío de poder provocado por el asesinato, en 2020, de Jorge Zambrano, alias “Rasquiña”, líder de Los Choneros. Su sucesor en la cúspide de la pirámide delictiva, Adolfo Macías, alias Fito, se fugó de la cárcel de Guayaquil el pasado 7 de enero al saber que el gobierno quería enviarle a un penal de máxima seguridad. Después vendría el asalto al canal de televisión y después, el caos. Hasta hoy, que Guayaquil y Ecuador siguen buscando una salida a la espiral de plata o plomo en la que se ha precipitado el país.
“Empecé casi a los quince años, pensaba que si andaba con más gente te creías mejor, creías que todo el mundo te iba a respetar“
Alison es el nombre ficticio de un exmiembro de los Latin Kings, lo que no es ficticio es su largo historial de pandillero. El programa de En Portada, “Cocaína vía Guayaquil" le entrevistó discretamente en un parque de la ciudad. “Empecé casi a los quince años porque uno en ese entonces, de muchacho pensaba que, si andaba con más gente, andaba en grupo, andaba en eso, te da una fama, te creías mejor, creías que todo el mundo te iba a respetar, pensabas que al final ibas a tomar a tantas mujeres, pero no te das cuenta de que al final, en realidad tú estás sólo porque tú eres tu vida, no hay más”.
Expandillero amenazado
“Ahorita mi vida es estar encerrado. Yo me lo paso en la casa“
Su vida de pandillero arrepentido le condena a una seria amenaza de muerte, firmada por la poderosa banda rival de los Choneros. “Ahorita mi vida es estar encerrado. Yo me lo paso en la casa. Me llevan la comida, muy raro la vez que salgo a una tienda, como ya no estoy muy cerca de aquí, estamos en lo que es la costa, salgo un poco más, pero mi vida es solo ir a la tienda y regresar a casa”. Va armado y cuando se despide asegura que, si van a por él, tendrán que ir preparados.
El binomio narcotráfico/violencia es materia de estudio obligada en los cursos de criminología. El laboratorio de ensayo de esa fórmula macabra es Ecuador. La Suiza de Latinoamérica se ha convertido en uno de los lugares más peligrosos y violentos del planeta. Pero el país tiene un largo historial ligado al narcotráfico.
El contrabando de cocaína empezó a principios de los años noventa de la mano de los Choneros desde el puerto de Manaví en el Pacífico. Una voz experta en la evolución del narcotráfico en Ecuador es Roberto Santa María, teniente coronel de Nueva Prosperina, el distrito más violento de Guayaquil. “Una vez que en el 2000 ingresa el cartel mexicano de Sinaloa, reclutan a esta organización de los Choneros porque era la más fuerte y la más armada. Los ponen a prueba. Vamos a ver cuánto se demora en traer la droga de Colombia a Guayaquil. Y eso lo hacen en seis horas. Nosotros dejamos de ser el paso para convertirnos en un enlace directo con un cartel mexicano”.
Mexicanos y albaneses en Ecuador
Al reclamo de la sobreproducción de hoja de coca en Colombia, tras la pandemia, los grandes grupos mundiales del narcotráfico abrieron sus oficinas en Guayaquil. No sólo los mexicanos sino también los albaneses. Buscaban negociar directamente la compra de la droga con el productor colombiano. Y se aliaron con las bandas locales para trasladarla hasta los puertos del Guayas, la provincia del Pacífico cuya capital es Guayaquil.
Un fiscal de la ciudad, que ya ha sufrido dos atentados de los narcotraficantes, de los que ha salido ileso, oculta su nombre para contar una anécdota que da idea de cómo operan los carteles albaneses. “Entra la policía del servicio urbano, lo cogen a él, se dan cuenta de que es albanés y en este operativo le revisan inmediatamente los celulares. Entre los mensajes que había, uno decía que él estaba buscando a sicarios para que le fueran a hacer la supervigilancia de control del envío de droga. Y uno de esos mensajes, que no me olvido todavía, decía 'por favor, ubíquenme al gato. ¿Y quién era el gato? Era un tipo de los más buscados aquí, había pasado todos los límites. Él lo quería al gato porque era demasiado descomunal en su aventura. ‘Yo pago lo que sea, ubíquenmelo al gato’ y los otros le decían 'jefe, no es de nuestra organización'. 'Ubíquenle en la otra organización, yo pago lo que sea'. Lo necesito a él para que me custodie”.
Cooperativas de narcotraficantes
El año pasado se aprehendieron en España casi 70 toneladas de cocaína ocultas en contenedores, una cifra récord que duplica de largo la del año anterior. Más de dos terceras partes de esa droga procede de los puertos de Guayaquil, según Aduanas. Las organizaciones albanesas están en Ecuador comprando y enviando la cocaína a España y la UE; incluso en nuestro país tienen a su personal de confianza para sacar de los puertos los contenedores con droga.
“Los albaneses han hecho lo que otras organizaciones no se atrevieron en el pasado y es dar el salto al otro lado del Atlántico“
”Los albaneses han hecho lo que otras organizaciones no se atrevieron a realizar en el pasado y es dar el salto al otro lado del Atlántico”, comenta en su despacho del complejo policial de Canillas, Alberto Morales, inspector jefe de UDYCO, la unidad antinarcóticos. “Estas organizaciones, como cualquier empresa delictiva, lo que han hecho ha sido reducir las comisiones. ¿Cómo lo han hecho? Se han ido directamente a los productores de la cocaína. De esa manera, en el pasado podían mandar a lo mejor una tonelada y eliminando estas comisiones, y ahora están mandando dos o tres mínimo por cada envío”.
Los clanes albaneses han aportado una nueva fórmula al negocio de la droga, el sistema cooperativo. Se unen varios grupos o familias de contrabandistas para comprar un macro alijo de entre dos y veinte toneladas. A continuación, entre en escena el grupo especializado en el transporte ilegal, que se encarga de traer la droga a España o a cualquier puerto de la UE.
“Se asientan sobre todo en la zona del Levante y del Mediterráneo, que son zonas donde pasan desapercibidos y lo que suelen hacer es alquilar viviendas, van pasando diferentes organizaciones en la misma vivienda, es decir, alquilan un chalé y en ese chalé pasan a lo mejor diez o quince albaneses, lo cual dificulta mucho su identificación y su control. Y dependiendo de la operación que esté en marcha actúa una organización o actúa otra” explica Alberto.
Los pobres, víctimas del negocio
“Los grandes traficantes son personas como tú y como yo, que tienen los ojos verdes, que son rubios“
“Soy criminólogo, más que eso me considero demonólogo: alguien que estudia demonios” así se presenta Pedro Granja, un activista social y experto en el submundo delincuencial de Ecuador. El equipo de En Portada le acompañó al barrio Flor de Bastión, en el distrito de Nueva Prosperina. “Mira, cuando te dicen que los traficantes son estos muchachos pobres, esta gente que no tiene para comer, que vive en barrios privados, privados de agua, privados de alcantarillado, privados de dignidad, te están mintiendo. Los grandes traficantes son personas como tú y como yo, que tienen los ojos verdes, que son rubios ¿ok?”
Es un sábado de diciembre por la mañana y la gente de Pedro Granja organiza una olla popular en la plaza central de la barriada. Jóvenes pandilleros se sientan desganados en los bordillos de las aceras, ajenos a la celebración, pero vigilantes. “Lo que estamos diciendo es: aquí hay seres humanos, hay que quitarle la base social al narcotráfico. Si no les damos alguna razón para vivir a estos chicos, mañana se integran a las bandas porque si no te integras a una banda, te matan”.