La inteligencia artificial en la salud: una aliada en la detección que requiere supervisión y transparencia
- La IA sirve como aliada para la detección precoz de cáncer y el análisis de electrocardiogramas
- Los expertos insisten en la importancia de transparencia y supervisión humana para evitar efectos perjudiciales
La manera en la que se previenen, diagnostican y tratan las enfermedades se transformará en los próximos años, si se cumplen las previsiones respecto a la implantación de la inteligencia artificial (IA) en el ámbito de la salud. Aunque todavía se encuentra en una fase inicial, promete aumentar las capacidades humanas en cuanto a los diagnósticos precoces, la prevención de desastres naturales, el desarrollo de fármacos más eficaces y la mejoría de la salud mental, entre otras áreas. Cada 7 de abril se celebra el Día Mundial de la Salud, que este año presta especial atención al impacto de la IA en el sector, poco tiempo después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) presente a Sarah, un avatar inteligente destinado a promover la salud.
IA: ¿cómo conseguir una sanidad más eficiente y personalizada?
Salvador Macip, catedrático de Estudios de Ciencias de la Salud de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), destaca el potencial de la IA para el análisis de imágenes, lo que beneficiaría, entre otros casos, al diagnóstico precoz de cáncer. Un estudio publicado en la revista Nature, por investigadores del Centro Médico Cedars-Sinai y la Universidad de Stanford, determina que supera los resultados de los humanos en la evaluación de electrocardiogramas. Sin embargo, Macip recuerda que los resultados de la inteligencia artificial en la medicina aún son experimentales y que todavía no se ha implantado de forma masiva. A pesar de ello, coincide en que servirá para agilizar y facilitar procesos.
Una de las principales ventajas de la IA es su capacidad para analizar ingentes volúmenes de datos a gran velocidad. Esta característica permitiría grandes avances en el ámbito de la personalización de los tratamientos médicos, con la consecuente mejoría de la atención sanitaria individualizada, pero el experto alerta del peligro de que suceda lo contrario. Insiste en la necesidad de no utilizarla como una sustituta del trabajo humano. “Esto es un riesgo en un sistema de salud como el nuestro, que ya está saturado, va un poco a la última, hay poco tiempo para hacer visitas, etcétera”, explica.
Transparencia y supervisión humana, las claves
En un momento de expansión como el actual, los expertos reconocen que es necesario vigilar de qué modo se implanta la IA en la salud, para evitar efectos indeseados. A pesar de los avances que promete, también existen numerosas limitaciones y obstáculos, que se deben abordar. La transparencia es una cuestión fundamental, puesto que comprender su funcionamiento contribuye a generar confianza en las herramientas. Además, requiere de inversión económica para la adquisición de infraestructura, algo que no es accesible para todos los territorios.
Macip incide en la importancia de que no suponga una interferencia entre médico y paciente, puesto que disminuiría la calidad de la atención. Considera que aún se encuentra en un punto de inflexión: “depende de cómo lo hagamos, puede ser bueno o malo”. Por eso, los expertos entienden como imprescindible la supervisión humana y defienden una IA que no pretenda suplir al profesional, sino apoyarlo. La OMS trató este tema en profundidad en el informe Ética y gobernanza de la inteligencia artificial para la salud cuando Tedros Ashanom Ghenreyesus, su Director General, ya advirtió de que la IA “ofrece grandes posibilidades para mejorar la salud de millones de personas en todo el mundo; ahora bien, como toda tecnología, también puede utilizarse indebidamente y causar daño”.
La reproducción de sesgos es un tema frecuente cuando se habla de riesgos de la inteligencia artificial. Esta cuestión resultaría especialmente perjudicial en el ámbito de la salud. “En medicina ya tenemos ese problema, muchos de los datos y tratamientos se basan en datos sesgados, porque la investigación biomédica tradicionalmente se ha hecho sobre hombres blancos europeos”, reconoce el experto. La IA se construye a partir de los datos disponibles, por lo que arrastra los mismos vicios presentes en la sociedad. Sin embargo, la esperanza de los expertos es que no los perpetúe, sino que contribuya a reducirlos.
Precisamente, la saturación del sistema de salud favorece el aumento del interés por la aplicación de la IA a este entorno. Las facilidades que promete resultan atractivas, lo que ha impulsado la inversión en esta tecnología, que resulta en un importante trabajo por parte de los investigadores. A pesar de ello, la formación de los profesionales sanitarios en IA todavía es escasa, aunque algunas universidades ya incorporan programas que la incluyen como herramienta y enseñan su uso. Macip cree que es fundamental mejorar en este sentido, ya que “la inteligencia artificial depende mucho de cómo la uses y, por tanto, hay que educar”.
*Inés Modrón es alumna del Máster en Periodismo Digital: Innovación e Investigación de la Universidad de Valladolid