La 'Terapia de grupo' más alocada y divertida de las viñetas
- Se publica un integral con los tres álbumes humorísticos de Manu Larcenet
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El francés Manu Larcenet (1969) es una de las estrellas del cómic europeo actual gracias a sus tebeos autobiográficos cargados de humor surrealista, como Los combates cotidianos (Norma), con el que ganó el Premio al Mejor Álbum del Festival del Cómic de Angulema 2004. Y podemos decir que este va a ser su gran año en España porque Norma Editorial va a publicar varias de sus grandes obras.
Desde hace un par de meses ya está disponible el sexto tomo integral de La Mazmorra, la fabulosa parodia de la fantasía heroica en la que Joan Sfar y Lewis Trondheim colaboran con otros genios del cómic europeo. Y este tomo incluye el ciclo entero dibujado por Larcenet a principios de este siglo (2000-2007). Una obra maestra del humor absurdo que no se repetirá, ya que Larcenet ha declarado que no volverá a colaborar con ellos porque tienen conceptos distintos del humor.
Además, en unos días Norma también publicará la esperada adaptación de Larcenet de uno de los grandes clásicos de la literatura de ciencia ficción: La carretera, con un estilo realista y de aventuras muy alejado de las caricaturas de sus cómics de humor.
Y se avecinan otros títulos de Larcenet. Pero acaba de salir un integral de Terapia de grupo, que incluye los tres números publicados. Otra joya del humor absurdo y autobiográfico en el que el dibujante se mueve como pez en el agua.
Bloqueo artístico y problemas mentales
Hay muchas obras sobre el bloqueo artístico de los escritores y dibujantes, pero os garantizamos que no leeréis ninguna tan absurda, divertida e incluso punki como esta (recordemos que Larcenet empezó cantando en un grupo punk).
Y es que ese bloqueo se mezcla con los problemas mentales en un cóctel realmente explosivo en el que cada página es una joya del humor más disparatado, además de tener una mezcla de estilos artísticos muy variada.
Una obra que tiene más de autobiográfico de lo que parece, según confiesa Larcenet: “Llevo treinta años en terapia. Me han diagnosticado bipolaridad dos veces… El tratamiento me salvó… La pintura es una forma de terapia. Hay un cuadro de Cézanne en Orsay que ví cuando tenía 13 o 14 años y me pase´horas sentado delante de él. Es poderoso, es como una sensación de bienestar, la impresión de haber encontrado a alguien que sólo me hablaba a mí”.
“El miedo a quedarse sin inspiración”
Manu Larcenet también confíesa que esta obra surge "del miedo a quedarse sin inspiración, el miedo al miedo”. Pero la realidad es que combate ese miedo con imaginación, con un torrente de ideas que hace que cada página sea una tan brillante como divertida.
Una obra en la que Manu Larcenet se muestra a sí mismo como el artista de cómic más famoso de su generación. El problema es que lo conocemos en un momento en el que tiene un bloque mental y su única solución parece ser encontrar la “idea del siglo” que le devuelva a lo más alto, a cuando se lo conocía como “el Donald Trump del arte”.
Comienza así una alocada carrera en busca de esa idea del siglo que le permita volver a crear algo brillante, pero el protagonista del cómic se va encontrando con un fracaso tras otro, hasta que no puede soportarlo más y tiene que ser integrado en un manicomio donde le harán dibujar como terapia (sin saber que es un genio del cómic).
Lo mejor es que cada uno de sus fracasos a la hora de descubrir esa idea del siglo es tan disparatado y divertido que no podemos dejar de sonreír, o incluso de soltar alguna que otra carcajada, durante todo el cómic.
Una gran disección del proceso creativo
Este cómic se convierte así en una de las mejores disecciones que hemos leído sobre el proceso creativo, desde cómo encontrar las ideas hasta como llevarlas a cabo.
Y en sus páginas encontramos numerosos homenajes al arte (Leonardo da Vinci), al cómic (el momento en el que el protagonista se enfrenta a un grupo de pendencieros marineros que son parodias de Popeye, el Capitán Haddock o Corto Maltés no tiene precio), o a la literatura (cuando se convierte en Albatrosman, una especie de superhéroe inspirado en el poema El albatros de Charles Baudelaire).
Tampoco faltan homenajes al manga (cuando intenta paliar su crisis de ideas dibujando manga, algo que parece fácil pero que descubre que no lo es en absoluto).
Y lo mejor de todo es que combina ese excepciona derroche de humor e ideas con un despliegue gráfico alucinante, ya que cada página es una sorpresa visual en la que nos podemos encontrar desde los dibujos más caricaturescos a diseños geométricos, imitaciones del arte de la Edad Media, cuadros al óleo o cómics del oeste totalmente realistas.
Y todos esos estilos diferentes están resaltados por un fabuloso manejo del color.
En fin, una obra maestra sobre la creatividad, el humor y la locura que demuestra que, cuando se juntan esas tres cosas, todo es posible. Y lo mejor de todo es que es divertidísima.