Salvador Simó: "Con 'Dragonkeeper' queríamos recuperar la magia del cine de los 80"
- La película es una coproducción con China que adapta el primer libro de la exitosa saga de Carole Wilkinson
- Tras inaugurar el pasado Festival de Málaga llega a los cines este viernes, 19 de abril
Tras hacer historia, al ser la primera película de animación en inaugurar el Festival de Málaga, este 19 de abril llega a los cines Dragonkeeper: Guardiana de dragones, de Salvador Simó (Buñuel en el laberinto de las tortugas) y Li Jianping, una de las cintas más esperadas de este 2024, ya que es una gran superproducción hispano-china que adapta la primera novela de la exitosa saga de fantasía de la escritora australiana Carole Wilkinson.
“Es una historia muy bonita —asegura Simó—, con la que queremos recuperar esa magia de las películas de aventuras de los ochenta: Indiana Jones, Los Goonies... con las que yo crecí”.
Ese cine ochentero no es la única influencia de Dragonkeeper, porque es inevitable no pensar en Miyazaki cuando vemos la magia tan especial que hay en la relación entre la niña y el dragón: “Miyazaki es un referente para mí —nos confiesa el director—. Sus películas me apasionan y las he estudiado, al igual que las de otros grandes directores de animación. Por lo tanto, era imposible que no me hubiera influido en esta película”.
Pero... ¿cómo se pasa de una película como Buñuel, con un presupuesto de 1.800.000 euros, a otra con un coste de más 25.000.000? "Intentas hacerlo lo mejor posible —asegura Salvador—. Tener mayor o menor presupuesto te permite contar la historia de una forma o de otra, pero lo más importante es dejarte el alma en cada película y dotar a la historia de toda la intensidad que puedas, independientemente de lo ajustado del presupuesto".
Una historia de empoderamiento femenino
La película cuenta la historia de Ping, una niña de 11 años que ayuda a escapar al último de los dragones, Danzi, y se une a él en una misión para recuperar el tesoro más preciado: el último huevo de dragón, que ha sido robado por un malvado hechicero que quiere explotar su potencial mágico para alcanzar la inmortalidad.
“Parece que Ping y Danzi tienen escrito su destino y que no pueden escapar de él —afirma Salvador—. Pero la película va sobre cómo cada uno de ellos, cada uno de nosotros, podemos cambiar ese destino. Habla sobre el poder que tenemos para escoger cómo queremos vivir nuestras vidas”.
"Es una bella historia de empoderamiento femenino", sentencia el director.
Una gran superproducción
Dragonkeper ha costado más de 25 millones de euros y en ella han participado más de 500 personas, entre España y China, a lo largo de sus algo más de seis años de producción. “Ha sido complicado porque hay una diferencia cultural muy grande y además nos pilló la pandemia, que para ellos ha sido mucho más larga. Pero a pesar de todas esas dificultades, yo creo que ha quedado muy bien", asegura el director.
Pero… ¿cómo han sorteado esas diferencias culturales? “Por eso tenía que ser una coproducción —nos comenta Salvador—. Creo que el respeto a la diversidad cultural tiene que estar por encima de todo. Nosotros en España hemos sufrido a los americanos plasmando algunas cosas nuestras en la pantalla que ¡madre mía!”.
“Por eso la colaboración y el asesoramiento que nos han prestado los chinos en las ropas, la cultura, los gestos, los edificios, los paisajes... ha sido fundamental. Aunque hay otras cosas que hemos tenido que negociar. Por ejemplo, ellos no ven bien que una niña abrace a otra persona que no sea de su familia y en el mundo occidental eso es importantísimo para la historia. Y para que la historia llegase a todo el mundo”.
Una mezcla de los dragones occidentales y chinos
Drazi, el dragón protagonista, no es un dragón europeo, pero tampoco cien por cien chino. “Con Abraham López, el director de animación, le dimos muchas vueltas —confiesa el director—. No queríamos caer en los dragones occidentales, pero tampoco en esos dragones chinos casi con forma de serpiente. Así que buscamos algo completamente nuevo y que, en cuanto lo vieses, dijeras: 'Esto es otra historia'. La mayoría de la animación se ha hecho aquí, en España, y han realizado un trabajo brutal”.
El estilo de animación también es un poco más realista del que estamos acostumbrados. “Queríamos diferenciarnos de las películas de Pixar —nos explica Salvador–. Ha sido casi como trabajar con actores, ya que hemos intentado que transmitan emociones y conecten con el público a través de miradas, sonrisas o expresiones muy sutiles”.
“Hemos querido tratar al público con mucho respeto y entender que el público infantil, el público familiar, es muy inteligente”, concluye.
Una potente banda sonora
Destaca también la importancia de la banda sonora de Arturo Cardelús. “No hemos querido caer en lo fácil de poner música oriental, sino que queríamos que la banda sonora tuviese algo de nuestra identidad. Porque para hacer una película como la hacen los americanos, pues que lo hagan ellos, que lo hacen muy bien. Y Arturo ha hecho un trabajo brutal. Le hemos dado un aire un poco más chino, pero con nuestra propia identidad, sin intentar imitar a nadie”.
Ya hemos señalado que la saga tiene seis novelas y que el plan inicial era adaptar tres de ellas. Pero… ¿cómo está el tema actualmente? “Dependerá del éxito de la taquilla —asegura Salvador Simó—. Si la primera funciona, posiblemente hagamos las otras dos. Y no me importaría dirigirlas, porque es un proyecto muy chulo”.
Mientras surge o no esa posible segunda parte, Salvador Simó ya piensa en otros proyectos: “Tengo un proyecto propio —confiesa—, más en la línea de Buñuel en el laberinto de las tortugas, que es la adaptación de la novela Palabras de caramelo, de Gonzalo Moure. Va sobre un niño sordomudo de ocho años, que vive en un campamento del Sáhara, y que solo reconoce las palabras en los movimientos de la boca. Por eso es capaz de saber lo que le dice su mejor amigo, un pequeño camello llamado Caramelo. De momento estamos intentando conseguir la financiación”.