'Cien años de soledad', la pieza angular del realismo mágico que convirtió a García Márquez en autor universal
- Este miércoles se cumplen diez años de la muerte del Nobel colombiano, uno de los escritores más populares
- 'Cien años de soledad' revolucionó la literatura latinoamericana del siglo XX y le consagró en todo el mundo
De todos los escenarios imaginarios creados por la literatura -Región, la Tierra Media, Yoknapatawpha, incluso La Mancha, a pesar de que esté basado en un territorio real- Macondo es uno de los que ha arraigado con mayor fuerza entre los lectores de todo el mundo.
Este trasunto de Aracataca, el pueblo en el que nació y creció Gabriel García Márquez, es el escenario en el que transcurren varios de sus relatos, pero entre todos ellos destaca Cien años de soledad, la obra cumbre del Nobel colombiano, de cuya muerte se cumplen diez años este miércoles 17 de abril.
La publicación de esta novela en 1967 no solo salvó económicamente a su autor, que acumulaba deudas a la espera de su publicación, sino que le convirtió en uno de los escritores más populares -si no el que más- en todo el mundo. Para ello, solo necesitó ahondar en sus recuerdos de niñez y en las historias que se contaban en la casa familiar de sus abuelos y componer con ello ese relato magistral, entre la realidad y la fantasía, que es Cien años de soledad y que pasó a ser, desde su publicación, la piedra angular del realismo mágico.
Algo que fue evidente cuando, en 2002, publicó el primer volumen de sus memorias, Vivir para contarla, un texto por el que sus lectores supimos de primera mano que el argumento y los personajes de Cien años de soledad y de otras novelas, como Crónica de una muerte anunciada o El amor en los tiempos del cólera, tienen parte de su origen en la realidad a pesar de lo increíble que se cuenta en sus páginas.
Dos décadas de gestación
Cien años de soledad, que Pablo Neruda calificó como "la mejor novela escrita en castellano después del Quijote", comenzó a gestarse muchos años antes de su redacción, aunque tardó casi dos décadas en materializarse.
Desde que se despertó su conciencia literaria, 'Gabo' -nombre con el que le conocían sus amigos- sintió la necesidad de plasmar todo el universo que vivió durante su infancia en la casa de sus abuelos, a quienes terminaría convirtiendo en protagonistas de su novela, al igual que haría con sus padres en El amor en los tiempos del cólera.
"En realidad fue la primera novela que traté de escribir, a los 17 años y con el título de La casa, y que abandoné al poco tiempo porque me quedaba demasiado grande", confesó en una carta al periodista y escritor colombiano Plinio Apuleyo Mendoza, uno de sus más cercanos amigos de juventud.
En la carta -fechada en julio de 1967, con la obra ya concluida- aseguraba que "nunca" dejó de pensar en la novela y que "el primer párrafo no tiene una coma más ni una coma menos que el primer párrafo escrito hace veinte años".
Ese primer párrafo se convertiría en uno de los arranques más geniales y conocidos de la historia de la literatura: Muchos años después, frente al pelotón de fusilamiento, el coronel Aureliano Buendía había de recordar aquella tarde remota en que su padre lo llevó a conocer el hielo.
Apuros económicos
Fue en 1965 cuando, instalado en México y habiendo logrado un éxito moderado con obras como El coronel no tiene quien le escriba o La mala hora, García Márquez acometió la redacción de su obra magna. En aquellos momentos, ya gozaba de prestigio como novelista y también como periodista, oficio en el que se inició en el mundo de las letras. Sin embargo, sus principales ingresos en ese momento le llegaban por su trabajo como publicista y escritor de guiones de cine.
Pero la ingente tarea que tenía por delante obligó a 'Gabo' a dedicarse en cuerpo y alma a componer la historia de los Buendía, dejando de lado sus compromisos cinematográficos y publicitarios por lo que se quedó sin ingresos. Con sus ahorros y la ayuda económica de su amigo Álvaro Mutis logró reunir unos 5.000 dólares que entregó a su mujer, Mercedes Barcha, confiando en que iba a ser una cantidad suficiente para mantener a la familia durante los seis meses que creía necesarios para llevar a cabo su misión, aunque finalmente fueron 14.
Encerrado en su estudio -que llamó 'La Cueva de la Mafia'- y pegado a su Olivetti, García Márquez fue componiendo de manera catársica un texto monumental, por el que desfilan personajes de siete generaciones en un Macondo imaginario que permanece de manera eterna en la memoria de millones de lectores de todo el mundo. Unos personajes con los que empatizó de tal manera que el día en el que escribió la muerte del coronel Aureliano Buendía se lo comunicó a su mujer y estuvo llorando durante dos horas, según narra el escritor Dasso Saldívar en el biografía El viaje a la semilla. No en vano, el coronel -que como muchos otros personajes, tenía su trasunto real- estaba inspirado en su abuelo Nicolás.
Para entonces los recursos económicos escaseaban: la familia debía seis meses de alquiler y acumulaba deudas, de modo que García Márquez tuvo que vender su coche, un Opel de color blanco, y Mercedes Barcha empeñó joyas y otros objetos de valor para poder salir adelante.
El esfuerzo mereció la pena. El 5 de junio de 1967, Cien años de soledad se publicó en la Editorial Sudamericana de Buenos Aires, que había ofrecido al autor 500 dólares de adelanto y un diez por ciento de las ventas. Inicialmente se lanzó una primera edición de 8.000 ejemplares, que a 'Gabo' le parecían muchos, pero pronto se agotaron y empezó a vislumbrarse que aquello iba a ser un fenómeno mundial.
Éxito arrollador
En ese éxito tuvo mucho que ver la editora Carmen Balcells, quien tras gestionar los derechos de traducción de las primeras novelas de García Márquez, se convirtió en su agente poco antes de la publicación de su obra maestra, impulsando su publicación en todo el mundo. Hoy en día se calcula que Cien años de soledad ha vendido unos 30 millones de ejemplares y se ha traducido a más de 40 idiomas.
La carrera literaria de 'Gabo' despegó como un cohete, pero también su fama, por lo que decidió mudarse a Barcelona, donde junto a otros escritores sudamericanos -como Mario Vargas Llosa, Carlos Fuentes o Julio Cortázar- encabezó el llamado boom latinoamericano, de la mano de Carmen Balcells. "Lo peor que le puede suceder a un hombre que no tiene vocación para el éxito literario, o en un continente que no está acostumbrado a tener escritores de éxito, es publicar una novela que se venda como salchichas", dijo en una ocasión, mostrando su desdén por la popularidad excesiva que le sobrevino.
Aunque ninguna de sus obras posteriores alcanzaría la trascendencia de Cien años de soledad, su producción novelística tuvo aún hitos formidables, como El otoño del patriarca (1975), Crónica de una muerte anunciada (1981) o El amor en los tiempos del cólera (1985), que son ya clásicos de la literatura en castellano.
A Estocolmo, de blanco
El Nobel que le fue concedido en 1982 no hizo sino consagrar aún más su figura. El autor colombiano acudió a Estocolmo vestido de blanco impoluto, con el tradicional linique caribeño, en lugar del frac de etiqueta, y en su discurso habló del realismo mágico en América Latina, de la desigualdad y las violaciones de los derechos humanos cometidas por las dictaduras militares de la época.
Diez años después de su muerte -que le aconteció a los 87 en su casa de Ciudad de México- García Márquez sigue levantando un enorme interés, como prueba la expectación con la que se ha recibido la reciente publicación de En agosto nos vemos, una novela inédita que sus familiares han considerado que debía ver la luz, aunque el autor no quiso editarla en vida.
También Netflix prepara una serie de televisión basada en Cien años de soledad, lo que supondrá que el Macondo imaginario que llevamos dentro todos los lectores del Nobel y los personajes que pululan eternamente por sus calles vayan a cobrar vida, aunque sea en la pequeña pantalla.
Cada pequeño o gran suceso en torno a 'Gabo' es noticia, prueba del cariño e interés que despierta su figura a pesar de los diez años transcurridos desde su fallecimento.