El interés geoestratégico de los polos
- El deshielo representa la oportunidad para abrir nuevas vías comerciales marítimas
- La UE se ha sumado al interés por la minería y el turismo en los territorios árticos
Los polos norte y sur se han convertido en protagonistas de varias iniciativas por parte de las mayores potencias mundiales para abrir rutas marítimas y extraer los recursos en sus suelos y aguas. Desde que Estados Unidos, Rusia y China expresaron su interés en ampliar sus operaciones en el Ártico, cada vez más países han dado inicio a proyectos por los cuales podrían explotar las regiones polares, que siguen teniendo algunos de los pocos terrenos casi vírgenes de la tierra.
El deshielo producido por el aumento de las temperaturas en el Ártico pone de relieve la posibilidad de nuevas vías comerciales y prospecciones mineras en tierra y submarinas. El gobierno chino anunció hace más de cinco años sus intenciones de aprovecharlo ampliando su ruta de la seda por estos territorios polares.
Poco después, a mediados del 2019, el entonces presidente de Estados Unidos Donald Trump propondría la compra de Groenlandia, para gran disgusto de las poblaciones locales y de Dinamarca, país del que depende la isla más grande del mundo. El profesor de Economía de la Universidad de Nuuk, Javier Arnaut, explica que "la gente lo vio como un insulto, como un acto de ignorancia".
Moscú anunció la construcción de rompehielos nucleares gigantes destinados a la llamada Ruta del Mar del Norte, que permitiría a los barcos rusos llegar a puertos asiáticos más rápido que a través del Canal de Suez. El estrechamiento de sus relaciones con China se extiende también al extremo septentrional, con una ampliación en su cooperación económica e inversión en temas de comercio y energía.
Nuevas oportunidades de extracción de recursos
A día de hoy, la Unión Europea y otros países se han sumado con sus propias propuestas. En marzo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, anunció que la apertura de una oficina de la UE en Nuuk, la capital de Groenlandia, y declaró que se habían abierto conversaciones sobre las materias primas del territorio y su utilidad en la transición a la energía limpia. "Hemos hablado de las materias primas que todos necesitamos para impulsar la transición a la energía limpia", declaró, así como que se han "perfilado proyectos en toda la cadena de valor, como el procesamiento y la refinación de los minerales".
Noruega también desveló sus planes de dar comienzo a la exploración minera submarina del Ártico. Por su lado, el gobierno indio no ha ocultado su interés en los recursos de la región para acelerar su propio desarrollo, como explica el secretario general del Comité Polar Español, Antonio Quesada, que destaca que el país "ha superado a China en cuanto a población y su avidez por recursos es también muy importante".
Además, India acogerá la próxima reunión del Consejo Ártico, el organismo intergubernamental que regula y discute las cuestiones referentes a los polos. En este consejo, los pueblos árticos originarios tienen un peso comparable con el de las ocho naciones árticas, Canadá, Dinamarca (por Groenlandia y las Islas Feroe), Finlandia, Islandia, Noruega, Suecia, Rusia y Estados Unidos. Y, como explica Quesada, lo usan para detener el desarrollo de planes en sus territorios, frente a una enorme presión internacional.
"Los inuit los paralizan en Canadá y en Groenlandia; los sahami, en el norte de Escandinavia y algo en Rusia; los atavascanos, en la zona atavascana; los huichin, en la zona huichin, que está en Norteamérica, y los raipon, que es una asociación de organizaciones de nativos rusos, no paralizan nada, quieren el desarrollo y tiene una excelente relación con el gobierno ruso", apunta Quesada.
El deshielo y los turistas
Una de las preocupaciones principales en el Ártico son los efectos presentes y potenciales sobre las condiciones climáticas. Un posible vertido de un barco petrolero, por ejemplo, podría ser incluso más catastrófico que en las aguas de otros mares por la dificultad de su eliminación. Además, el deshielo ya está dificultando los viajes en trineos con perros y la pesca en varias comunidades.
La explotación turística y las enfermedades amenazan especialmente a la Antártida, a donde llegaron 140.000 personas en el 2023. La diversificación del turismo presenta una serie de dificultades tanto para los habitantes del territorio, que "no tiene capacidad para gestionarla" como para los visitantes, varios de los cuales pretenden hacer actividades de parapente, ciclismo y ultramaratones. "Me gustaría recordar que la Antártida es un continente extremo, que no hay comunicaciones, que es muy difícil llegar, pero que es dificilísimo salir", añade. "Si hay que evacuar, es dificilísimo".
Y el primer brote de gripe aviaria en la Antártida, detectado en febrero, subraya el riesgo para los ecosistemas, con miles de elefantes marinos, focas y aves muertos por infectarse a través de especies migrantes del sur americano. El hecho de que ningún país ejerza la soberanía exclusiva abre las puertas a que se imponga un proceso de explotación comercial hasta ahora inaudito en los extremos polares del planeta.