¿Cómo funciona Mercamadrid, el mercado de alimentos frescos más grande de Europa?
- En Mercamadrid se concentra la oferta y la demanda y los precios se tensan mucho
- En este podcast recorremos sus puestos preguntándonos qué pasa realmente en este centro de distribución
Mientras dormimos hay una parte de Madrid muy despierta para que a primera hora tengamos las estanterías de tiendas y supermercados llenas de productos frescos: Mercamadrid. En realidad es un mercado, el más grande de Europa, que no cierra nunca. Sobre las 23:00 empiezan a llegar los camiones desde los lugares de producción o importación, y los mozos empiezan a descargarlos y a colocarlos en sus puestos.
En Mercamadrid solo pueden comprar profesionales de la alimentación: tiendas, supermercados, restaurantes, comedores... Yo entro como prensa. Cuando pido acceso descubrimos que allí la información, y nuestro trabajo, están controlados. Me informan de las normas, una persona del Departamento de Comunicación acuerda nuestras entrevistas y me guía durante toda la visita. Esta dificultad para movernos libremente en el centro neurálgico de la distribución de alimentos, no hace más que aumentar mi curiosidad. ¿Qué pasa en Mercamadrid? ¿Cómo se distribuyen los alimentos que comemos?
Aquí no venden directamente los agricultores, los ganaderos, los pescadores... Son mayoristas o intermediarios.
Lo cierto es que la primera impresión es abrumadora. Es como llegar a un país en el que todo es distinto, el estímulo es constante. Hay cientos de furgonetas y camiones, carretillas de palés, que se mueven a toda velocidad con unas normas de tráfico para mí desconocidas. Aquí los pasos de peatones no se respetan, todo el mundo va sobre ruedas.
La primera parte de la visita es al Mercado de Pescado. Julia Gonzalo, presidenta de la Asociación de Mayoristas de Pescados de Madrid, me explica que aquí hay 110 empresas que dan trabajo a unas 1.700 personas y venden más de 400 especies. En los puestos descubro algunas cosas que no sabía, como por ejemplo, que la mitad del pescado que pasa por Mercamadrid es de acuicultura, y que una lubina pescada en una granja de San Pedro del Pinatar, en Murcia, puede venir a Madrid y volver a un pescadero de Murcia. ¿Por qué? Porque el mayorista compra más y consigue mejor precio.
La logística funciona como un reloj: el pescado tarda 24 horas desde el puerto hasta tu pescadería. Si es de importación, unos dos o tres días. El pescado de acuicultura o de importación cubre muchas veces la falta de pescado salvaje nacional por el mal tiempo. Aquí lo que no hay, se busca. Siempre que lo pida el cliente.
En cada puesto en el que paramos, pregunto cuánta comida se tira. La respuesta general es que muy poco, lo mínimo. Una parte muy importante del negocio es calcular cuánto compras, para no tirar, porque lo que se tira es dinero perdido. La ley de Cadena Alimentaria prohíbe vender productos por debajo de un cierto precio que cubra los costes. Pero a veces la realidad se impone y siempre es mejor bajar que tirar. Me lo explica Francisco, que tiene un negocio especializado en atunes. La venta no le está yendo muy bien este año, y me asegura que baja los precios porque "esto no son coches que puedas almacenar". Aquí se trabaja con un producto perecedero y tiene que rotar.
A las 4:45 de la mañana abre el Mercado Central de Frutas y Hortalizas. Los mozos, la mayoría hombres inmigrantes, ya han descargado los camiones y colocado los puestos. Un vigilante en una rotonda da la señal de paso, y las furgonetas, decenas, que estaban haciendo cola, entran en los muelles. Los puestos del mercado, rectangular, se abren por una parte al pasillo, y por otra al muelle.
La actividad es frenética, es como la bolsa, me cuenta Raúl, en el puesto de Hermanos Montes. "Se dice que si vales para trabajar aquí puedes trabajar en cualquier sitio". Su empresa está especializada en la importación y exportación, y trabaja en varias monedas con tantos países que se me acaban los dedos de las manos. Raúl reclama que se adapten los horarios para poder conciliar y dormir. "Hay clientes que llegan demasiado pronto", dice. Y defiende el sistema de Mercamadrid, en el que se tensan los precios al máximo, porque enfrente, y al lado, un puesto detrás de otro, todos venden lo mismo. "Si nos equivocamos en un precio, al alza o a la baja, perjudicamos al productor o al proveedor. Si no le valen mis precios, se van al de al lado, se van rapidísimo. Si hoy le engaño con un precio mañana no me va a comprar", explica. La competencia es brutal y los precios se ajustan al milímetro.
Cuando salgo de este mercado ya ha amanecido y sigue el movimiento, un hormiguero de hombres que llevan cajas y cajas de frutas y verduras en sus carros de ruedas y cargan las furgonetas. Es la hora de volver a casa y me pregunto cómo lucha cada uno de los puestos por sobrevivir en este mercado salvaje.
Los mercados que he visitado son solo una parte de Mercamadrid, que es como una ciudad dentro de la ciudad. Tiene un hotel, sucursales de banco, cafeterías, restaurantes con menú del día, tiendas de envases, cuchillos... Todo lo que se pueda necesitar en este gran mercado. Pero, además, hay muchas naves de industria y logística. Los supermercados grandes tienen la suya. Por ejemplo, he visto la de Unide o AhorraMás, que distribuye desde Mercamadrid directamente a sus supermercados los productos frescos. Esta parte de Mercamadrid no está incluida en la visita.
De vuelta a casa me pregunto si este sistema funciona, si tensar tanto los precios beneficia a alguien, y en ese caso, a quién. Porque nadie parece estar contento con este sistema. Y reflexionando sobre una alternativa llego a la huerta de Isa y Tole, en el sureste de Madrid. Forman parte de una cooperativa en la que participan 80 familias de la ciudad. Ellas cultivan la tierra y cada semana reparten cestas con la verdura que haya. A veces hay más, a veces menos. "Es una manera de involucrarte en una parte de lo que consumes", explica Isa.
Aquí la sensación es totalmente distinta a cuando llegué a Mercamadrid. Lo único que se escucha son los pájaros. Isa reconoce que es una opción minoritaria: "Tienes que estar dispuesto a lavar la verdura", porque de aquí sale con tierra, no con plástico. Este proyecto tiene sus ventajas, no se tienen que preocupar de vender la verdura y los ingresos, aunque escasos, son estables. "Somos conscientes de que somos una escala muy pequeña y que no vamos a cambiar nada. Pero que nuestra aportación sea esta como colectivo".