Kant, 300 años del filósofo de la Ilustración que nos enseñó a pensar por nosotros mismos
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- Se cumplen 300 años del nacimiento de Kant, un filósofo cuyos pensamientos sobre moral, política y razón siguen vigentes
Immanuel Kant, uno de los filósofos más relevantes de la Ilustración, revolucionó el pensamiento sin salir de su Königsberg natal. Sus teorías sobre la razón, la moral y la política, escritas hace más de 250 años, han llegado hasta la actualidad con una modernidad y una vigencia asombrosas.
El documental engloba sus innovadores pensamientos y, gracias a una extraordinaria recreación histórica, traslada al espectador al siglo XVIII, al entorno que rodeaba a Kant y que le sirvió para elaborar su pensamiento y su particular forma de ser.
El filósofo de Königsberg
Immanuel Kant nació en Königsberg, la ciudad situada en el extremo oriental del reino de Prusia el 22 de abril de 1724. Hijo de un guarnicionero y de una ama de casa, siempre tuvo sed de conocimiento. “Me descubrió un cura y pude ir a la escuela más prestigiosa de la ciudad”, relata Kant en la recreación que del filósofo se presenta en el documental. Con 16 años accedió a la Universidad de Königsberg donde, después de doctorarse en Filosofía, fue profesor de Lógica y Metafísica y pudo cumplir con su objetivo de enseñar pensamiento crítico.
Kant persiguió desde el principio que el ser humano pensara por sí mismo y rechazara cualquier tipo de dogmas. Metódico, meticuloso y excesivamente disciplinado, Kant adoraba su ciudad y creía que no había mejor lugar para conocer al individuo y al mundo sin viajar. “Él fue una gran figura en Königsberg, probablemente, la persona más famosa y muy respetada entre los habitantes de la ciudad” asegura Tim Kunze, filósofo y comisario del Museo Estatal de Prusia Oriental de Luneburgo.
Esta ciudad acoge hoy la mayor colección de Kant y su mundo desaparecido, una vez que, en la II Guerra Mundial, Königsberg fuera bombardeada y reducida a cenizas y, poco después, se convirtiera en la actual ciudad rusa de Kaliningrado.
La razón como brújula
A pesar de haber crecido en una familia muy religiosa, Kant cree que la fe en los milagros y la superstición han contaminado a la humanidad. Para él, el devastador terremoto de Lisboa de 1755, no fue un castigo divino, como pensaban muchos de sus contemporáneos, sino una catástrofe física de la naturaleza. Según Kant, “nosotros, los seres humanos, tenemos que asumir la responsabilidad de nuestros errores y remodelar constantemente el mundo. Eso empieza por pensar”. Su conclusión es que necesitamos la razón como nueva brújula.
El filósofo de la Universidad Goethe de Fráncfort, Marcus Willaschek, recuerda lo que escribe Kant en la Crítica de la Razón Pura: “La razón humana tiene este peculiar destino, que la impulsa a responder a determinadas preguntas: ¿Qué es la libertad?, ¿qué es la justicia?, ¿podemos hacer el mundo mejor? ”.
Para algunos filósofos como Susan Neiman, directora del Einstein Forum de Potsdam, este es uno de los mayores descubrimientos de Kant, la profunda distinción entre el ser y el deber ser.
El imperativo categórico “para promover el bien, la voluntad individual debe convertirse en ley de la voluntad general de todos los hombres” es según subraya Kunze, la idea probablemente más conocida de Kant.
Lo que siempre ha llamado la atención de los estudiosos de la filosofía kantiana es que este filósofo de la Ilustración fuera capaz de formular y desarrollar todo su gran pensamiento sin salir de su ciudad. El conocimiento del mundo más allá de Königsberg le llegó a través de infinidad de relatos de viajes y de informes literarios que leía en abundancia.
El precursor de la democracia liberal
En los archivos del Museo Estatal de Prusia Oriental figura el registro de la compra de la casa de Kant. La adquirió cuando ya tenía 60 años. Para un catedrático se trataba de un edificio bastante normal.
Kant daba sus conferencias en el piso bajo, en una sala de seis metros por seis metros. Según está documentado, a veces asistían hasta 100 personas y algunas tenían incluso que escuchar desde el pasillo. Se establecían debates, como él quería, donde exponía a sus alumnos ideas como la de que “se necesita un estado republicano, -hoy diríamos un estado democrático-, en el que todos tengan voz y voto, para que la guerra no se decida por encima de la población”, apunta Kunze.
Se trata de una idea de hace más de 250 años, tan vigente hoy día, como lo es gran parte de la filosofía kantiana y especialmente relevante en la filosofía política contemporánea y en el desarrollo de la democracia liberal.
La paz fue su utopía
Se sabe que Kant fue muy aficionado a reunir a amigos en su casa, entre ellos, comerciantes, científicos, teólogos, altos funcionarios y conversaban entre otros temas, sobre la Revolución Francesa. El filósofo Kunze afirma que “muchos de sus contemporáneos, incluidos los que estaban sentados a su mesa, se entusiasmaron al principio por los ideales, aunque después se desanimaron por el terror de la misma”. Sin embargo, “para mí, la Revolución Francesa fue también un experimento de la libertad”, afirma Kant. Pero, si algo le obsesionaba, era la paz.
Kant sabe bien que habrá guerras, pero defiende, por encima de todo, su idea de la paz perpetua, posible, si se respetan los derechos humanos y se establecen leyes justas, aseguraba. Y da la clave: “Un derecho civil e internacional podría domar la naturaleza autodestructiva de los seres humanos”. Y esta aportación a la protección de los derechos humanos resulta algo sumamente actual. El filósofo de la Ilustración formuló su pensamiento en torno a la razón, a la moral y a la política y sus ideas siguen siendo objeto de estudio y debate en la filosofía moderna.