Europa, en busca de salas de espera o trasteros para migrantes
- El Reino Unido ha aprobado, tras dos años de polémica, la ley para deportar migrantes a Ruanda
- Dinamarca, Italia y otros países de la UE se plantean medidas similares
En octubre de 2019 grabamos un reportaje para En Portada en Calais (Francia) sobre los migrantes que cruzan, o lo intentan, el Canal de la Mancha desde la costa francesa hacia Inglaterra para asentarse en el Reino Unido. Es un fenómeno que ya tuve ocasión de reportear hace 22 años, en 2002, en un Informe Semanal. No es nada nuevo.
Antecedentes: dos décadas de medidas
En estas últimas dos décadas, la ciudad de Calais, su puerto y los accesos al Eurotúnel se han convertido en amplísimas zonas amuralladas por vallas para impedir que esos migrantes alcancen los camiones, buques o los trenes de alta velocidad que cruzan las aguas del Canal. Ese blindaje por tierra llevó, y es el caso sobre el que hicimos el reportaje, a algunos migrantes a arriesgarse a cruzar el Canal con balsas o pequeñas barcas, una travesía muy peligrosa por las corrientes y por el altísimo tráfico de buques en el estrecho más transitado del mundo. El caso en el que nos centramos fue de los primeros temerarios en probar esa vía en junio de 2016.
La mayoría de esos migrantes vienen de Afganistán, Irak, Irán o Siria, y al peguntarles por qué quieren ir al Reino Unido suelen responder que ahí tienen familiares o conocidos que les ayudarán a instalarse, que se manejan en inglés mejor que en cualquier otra lengua europea, o que creen que es uno de los países donde es más fácil conseguir un trabajo.
A lo largo de estos años el Reino Unido ha llegado a varios acuerdos con Francia, cuando aún era miembro de la Unión Europea, para que Francia detenga a esos migrantes en su suelo. En octubre de 2019 constaté la previsión de un aumento de travesías en 2021, intentando aprovechar antes del Brexit, y la previsión de mayores dificultades para pasar de un país al otro.
El Brexit no ha disuadido
Desde la isla se culpó durante años a la libertad de movimiento dentro de la UE de ser la responsable de esa migración que no es bienvenida. Salir del club europeo y "retomar el control de nuestras fronteras" iba a acabar con ese flujo, según argumentaban los partidarios del Brexit. Pues bien, la salida se hizo efectiva el 1 de enero de 2021 y ese año la cantidad de migrantes que se echaron al Canal se disparó, pasó de 8.466 en 2020 a 28.526. Y ha seguido aumentado. El total de 2022 fue de 45.000, según datos de los ministerios de Interior y Defensa británicos citados por la BBC y el Observatorio de Migración. El año pasado esa cifra bajó significativamente, pero este 2024 la gráfica se mueve de momento más cerca de la curva de 2022 que de la de 2023. Desde 2015, el año de la llamada crisis migratoria en la UE, han intentado esa travesía más de medio millón de personas, 550.000, según el ministerio de Interior británico. Esta misma semana han muerto cinco personas en esas aguas, entre ellas una niña de siete años.
¿Quieres asilo en el Reino Unido? A Ruanda
Esta semana el Parlamento británico ha aprobado, después dos años de polémicas, debates y reformas, la ley que permite mandar a Ruanda a los migrantes en busca de asilo. Y, ojo, es una ley con efecto retroactivo porque afectará a todos los migrantes que han entrado "ilegalmente" en el Reino Unido a partir del 1 de enero de 2022. La ley pone el contador más de dos años atrás para expulsar a solicitantes de asilo. ¿Afecta a todos? La ley dice que no, que sólo a aquellos migrantes que vengan de países seguros, que obviamente incluye a los que vienen desde Francia, sea cual sea su país de origen.
El objetivo es expulsarlos al país africano y que allí tramiten su solicitud de asilo, pero, y esto es importante, de serles concedido el asilo deberán residir en Ruanda, en ningún caso en el Reino Unido. Según el gobierno conservador de Rishi Sunak, esta ley sí disuadirá a los migrantes de intentar llegar a sus costas desde Francia. El gobierno espera iniciar los vuelos con migrantes en julio.
Uno de los puntos más conflictivos de la ley es considerar Ruanda un país seguro. Esa fue la razón por la que en noviembre pasado el Tribunal Supremo tumbó la ley anterior. Como consecuencia, el gobierno británico acordó una serie de condiciones con el gobierno ruandés para ya poder considerarlo un país seguro.
Dinamarca, por el camino del Reino Unido
Lejos del estereotipo escandinavo que aún abunda y del modelo de su vecina Suecia, Dinamarca es uno de los países de la vieja Europa más duros con la inmigración desde hace al menos una década. Tanto, que la actual socialdemocracia en el gobierno de coalición comparte algunas de las medidas más polémicas defendidas por la derecha y la ultraderecha.
Un año antes que el Reino Unido Dinamarca ya aprobó una ley que permite deportar a los solicitantes de asilo a algún país fuera de la Unión Europea. La ley se aprobó ampliamente con 70 votos a favor y 24 en contra. Ruanda es también el país con el que está negociando, pero al ser miembro de la UE, a diferencia del Reino Unido, el gobierno danés intenta que sea una decisión coordinada con otros países de la Unión Europea, "porque -según el ministro de inmigración, socialdemócrata- está claro que es la dirección en que va el mundo occidental". El ministro añade en la misma publicación, The Local Dk, que espera que el próximo Parlamento Europeo aborde esta cuestión de mandar los potenciales refugiados fuera de la UE.
¿Quieres asilo en Italia? A Albania
El año pasado terminó con el acuerdo entre el gobierno de extrema derecha de Italia y el de Albania (país candidato, pero no miembro de la UE) para trasladar a la costa albanesa los migrantes que quieren solicitar asilo. Según esta ley, a Albania irán sólo los hombres adultos procedentes de países considerados "seguros" y el cribado se hará en alta mar, en el momento del rescate. El objetivo es que en esos centros de acogida en Albania se tramiten 3.000 casos al mes. Las autoridades italianas compartirán con las albanesas la gestión de esos centros.
Migrantes a cambio de dinero
El dinero no es el problema, lo son las personas, los migrantes. Ese es el cálculo no siempre explícito de los gobiernos a corto y largo plazo. A corto plazo, poner obstáculos a la inmigración es algo que demanda de manera creciente la opinión pública, es decir, los electores. Y a largo plazo, dicen, compensa el dispendio de la expulsión al de la integración. El primer ministro británico ya ha firmado el pago a Ruanda de 370 millones de libras, unos 430 millones de euros, para un plazo de cinco años.
El gobierno de Giorgia Meloni en Italia ha calculado para el mismo período, cinco años, 653 millones de euros para la gestión de los centro de acogida en Albania.
La Unión Europea, en plena crisis de 2015 por la llegada de migrantes, en buena parte escapando de la guerra en Siria, aprobó en 2016 destinar 6.000 millones de euros para que Turquía tuviera más medios para hacer frente a los migrantes que llegan a su país con ansias de llegar a la UE. Desde entonces, el bloque ha aprobado una dotación suplementaria de 3.000 millones de euros y ha firmado acuerdos similares con Túnez y Egipto.
Sea en el Canal de la Mancha, en el Mediterráneo o la Europa del Norte, la tendencia creciente es la misma: responder a la presión que llega de los populismos de derecha sobre una supuesta invasión de migrantes, y pagar para que los retengan antes de cruzar una frontera de la Unión Europea.