Los mayores advierten a sus nietos de la importancia del voto en las europeas: "La democracia nunca está garantizada"
- El Parlamento Europeo muestra en una película de cuatro minutos los testimonios de personas mayores de diferentes países
- Las elecciones europeas se celebrarán entre el 6 y el 9 de junio
"Cuando tienes 12 años y te enfrentas a las armas y las bombas, quieres que la democracia esté viva". Son las palabras de Monique, una francesa que a sus 96 años no duda en compartir con su nieto y las nuevas generaciones la importancia de la democracia. Una batalla que también libra la checa Jarmila Krokova cuando recuerda que ha pasado casi toda su vida sin libertad.
Sus testimonios forman parte de una campaña de comunicación del Parlamento Europeo para convencer a los ciudadanos de la UE de la importancia de salvaguardar la democracia y de ejercer el derecho al voto en las elecciones europeas que se celebrarán del 6 al 9 de junio.
Con una película de cuatro minutos titulada 'Usa tu voto', la institución europea muestra los testimonios de personas mayores de varias naciones que forman parte del bloque comunitario y que trasladan sus historias a las próximas generaciones para recalcar que este derecho democrático no puede darse por sentado.
“Las elecciones serán el futuro de Europa, pero también de la democracia. Ambas están combinadas”, afirma el director general de Comunicación del Parlamento Europeo, Jaume Duch. “Es difícil imaginar una Unión Europea sin democracia o una democracia frágil. No podemos imaginar una democracia sin una UE que no funciona bien”, recalca.
A poco más de un mes de las elecciones europeas, la democracia en la Unión Europea se enfrenta a varios retos derivados de la difusión de información falsa, el auge del extremismo o la injerencia electoral.
“El mensaje es sobre todo de la democracia en todos los niveles y la responsabilidad de las nuevas y próximas generaciones. Un mensaje de las generaciones que saben lo que es tener o no democracia, tener o no libertad, tener que luchar para tener y proteger la democracia”, subraya Duch.
“Cuando vives algo así, quieres que la democracia esté viva”
Monique tenía tan solo 11 años cuando empezó la Segunda Guerra Mundial y en 1940 perdió a su madre cuando intentaba protegerla. “Empezó la ametralladora, todavía lo recuerdo. Mi madre se puso encima de mí y de mi hermana. No entendía lo que estaba pasando. Me agarraba muy fuerte y de repente dijo que le habían dado”, recuerda sentada en una silla de ruedas. “Mi madre solo sobrevivió unas horas más. No sabía qué hacer. Estábamos en un campo de batalla”, afirma con voz temblorosa.
Esta mujer francesa asegura que, después de perder a su madre, inmediatamente pensó “que no quería que la gente viviera una guerra”. “Me enfrenté a una situación donde había gente con armas, donde había bombas, gente a la que habían matado. No quiero que esa gente haya muerto en vano. Cuando tienes 12 años y vives algo así, quieres que la democracia esté viva. Solo quieres que no vuelva a pasar algo así”, comenta.
“No quiero que vuelva a suceder y me esforzaré el máximo para evitarlo. La guerra duele demasiado y no sabemos el daño que puede hacer en el corazón de un niño”, añade.
Tras conocer su historia, Robin, uno de los nietos de Monique, recalca la importancia de que los jóvenes voten en las próximas elecciones europeas. “Es horrible lo que pasó y no debe volver a suceder. La historia de Europa está escrita con sangre antes de que decidiéramos crear la Unión Europea y necesitamos protegerla a toda costa”, asegura.
A juicio de Robin, lo más importante para proteger la democracia es votar y hacer todo lo posible para que los jóvenes lo comprendan. “¿Qué pasa sin democracia?”, se pregunta este joven francés. “Tomamos la democracia como si fuera algo hecho, pero si escuchamos a los mayores nos damos cuenta de que no es necesariamente así, que la vida sin democracia es mucho peor de lo que pensamos”, añade.
Según este ciudadano francés, actualmente la democracia “no está absolutamente en peligro”, pero advierte de que “es una posibilidad”. “Creo que para que corra el menor peligro posible hay que valorarla al máximo y votar”, subraya.
“Estuve viviendo casi toda la vida sin libertad y sin democracia”
Después de vivir unos años en Inglaterra, los padres de Jarmila Krokova volvieron a República Checa cuando ella era tan solo una niña. Sus padres eran comunistas y judíos y en los años 50, cuando Jarmila tenía tres años, ambos fueron enviados a prisión.
“Checoslovaquia estaba bajo control ruso. Nos llevaron a mí y a mi hermano con la policía secreta y nos cambiaron los nombres”, cuenta esta mujer septuagenaria.
“Mi familia intentaba encontrarnos, pero la policía secreta quería presionar a mis padres —especialmente mi padre porque estaba políticamente activo— para que dijeran lo que querían escuchar”, asegura Jarmila. “A mí me enviaron a Eslovaquia con mi tía y mi hermano se fue con mi tía paterna. Mi padre estuvo en prisión seis años y mi madre dos”, asevera.
En 1989, la Revolución del Terciopelo logró derribar de forma pacífica el régimen comunista en Checoslovaquia. Este movimiento pacífico abrió la vía a reformas democráticas y económicas en esta nación y llevó al desplome de las dictaduras comunistas en los países satélites de la Unión Soviética, que pasaron de sistemas autoritarios a la democracia.
“Estuve viviendo casi toda la vida sin libertad y sin democracia. Después de 1989, cuando comenzó la llamada Revolución de Terciopelo, descubrimos lo que la libertad y la democracia significan para todas las personas”, recuerda esta mujer, quien destaca que “la democracia nunca está garantizada en ningún lugar”.
“Los jóvenes deben seguir luchando por la democracia y no renunciar porque la democracia no está aquí para siempre. Hay que luchar por ello y hacerlo todo el tiempo”, advierte Jarmila, que aprovecha para aconsejar a los más jóvenes que “escuchen a las personas que no vivieron toda su vida en democracia”.
“La democracia es respeto y libertad para las personas”
Franco Pedercini nació en Italia en 1944, cuando la Segunda Guerra Mundial estaba terminando. “Italia estaba destruida. La gente se moría de hambre”, recuerda este hombre de 80 años, quien afirma que sus padres le enseñaron “a sobrevivir”.
Durante toda su vida, Franco vivió y estudió en varios países de Europa, entre ellos Italia, Alemania y Francia, hasta que tuvo que volver a su nación natal para hacer el servicio militar obligatorio.
“Nací justo al final de la guerra y, aunque era pequeño, también lo viví. Tanto lo bueno como lo malo”, afirma este ciudadano italiano. “A mis hijos y nietos les he explicado que donde no hay democracia hay totalitarismo y les he enseñado a respetar a las personas”, añade.
“La democracia significa respeto y libertad para las personas. Es importante enseñar a respetarse mutuamente y tratar de compartir opiniones que, de vez en cuando, son contradictorias, pero hay que asegurarse de encontrar un punto intermedio. Esto es la democracia”, subraya.
Michele Perani, uno de sus nietos, estudia actualmente en Copenhague. Tiene una historia similar a la de su abuelo, ya que también se ha ido a vivir al extranjero siendo joven. “La diferencia es que yo tengo la Unión Europea. Ha sido mucho más fácil para mí mudarme al extranjero”, comenta.
Para Michele, las próximas elecciones europeas son muy importantes y no comprende por qué otros jóvenes de su edad no lo ven igual que él. “Una razón podría ser que crecieron en un país en democracia y con la Unión Europea y probablemente dan por sentado que va a estar ahí”, opina este joven. “Pero ahora hay dos guerras relativamente cerca de nosotros. Ahora las cosas están cambiando, así que espero y estoy seguro de que irán a votar”, recalca.
“Quiero que todos entiendan la importancia de la paz y la democracia”
En 1942 los padres de Samuel de Leeuw trabajaban en Ámsterdam en una fábrica en la que la mayoría de los empleados eran judíos, como ellos. Ese año hubo una redada en la fábrica después de que una mujer que fue despedida informara a los nazis de que muchos de los trabajadores eran comunistas.
“Separaron a los judíos de los no judíos. A los judíos les metieron en trenes”, cuenta Samuel, quien entonces era tan solo un bebé y, por esa razón, su madre se encontraba con él en casa. “Mi padre fue enviado a Auschwitz. Murió en una cámara de gas”, continúa apenado.
“Mi madre no sabía qué le había pasado a mi padre, pero sabía que una mujer de su calle ayudaba a gente a esconderse y a niños judíos. Un día vinieron unos hombres para llevarme con ellos y mi madre sabía que quizá no volvería a verme. Me llevaron al sur de Holanda”, detalla.
Esos hombres ayudaron a un total de 231 niños judíos. Samuel creció durante sus primeros años de vida en una familia que le crio como si fuera su propio hijo. Cuando acabó la guerra su madre le encontró, pero él no la reconocía. No sabía quién era esa mujer.
“Me di cuenta de la importancia de la democracia porque después del Holocausto nuestra familia fue diezmada. Había odio y racismo. Me di cuenta de que la democracia debe ser la solución para vivir unidos en una parte del mundo en la que antes solo había guerras”, recalca.
Samuel admite que teme que en algunos países europeos se restablezcan las dictaduras. “Cuando lo veo en la televisión o leo los periódicos veo lo que pasa en las fronteras de Europa y me doy cuenta de que es peligroso para mí. No solo porque soy judío, sino porque de nuevo hay racismo. Es un mal presentimiento darse cuenta de eso”, añade.
“Quiero que todos entiendan lo importante que son la paz y la democracia. Mis nietos han nacido en tiempos de paz y prosperidad y ahora nos encontramos situaciones que no pensábamos que volveríamos a vivir. Rezo porque el futuro sea mejor para mis nietos y lucharé por una Europa en democracia y un mundo en paz”, subraya.