Prego-nera de la actualidad
- La voz de la Transición, Victoria Prego, ha muerto a los 75 años
- La periodista ayudó a mostrar la realidad de su profesión, acercándola a la sociedad
A principios de 1986, Radio Nacional de España (RNE) puso en antena un nuevo espacio informativo. Se emitía a las 12 del mediodía, tenía una duración de aproximadamente veinte minutos y era un avance del Diario Hablado de las 14.00 horas. Llevaba por título El Reloj. Tanto el preludio de mediodía como el diario hablado estaban dirigidos y presentados por Victoria Prego.
En el mes de mayo, realizó un viaje oficial a España el primer ministro chino, Zhao Ziyang. Yo cubrí esa visita como redactor del Área de Información Nacional. Me acompañaba un joven periodista del Área de Internacional que se llamaba Fran Sevilla.
El Reloj se nutría de informaciones que proporcionaban las distintas áreas de los servicios informativos de RNE, que Victoria leía con su particular estilo, tono y capacidad de seducción para el oyente. Redacté una información aquella mañana sobre la visita del premier chino para ser incluida en El Reloj. Y, antes del folio con la información, redacté un texto con caracteres chinos, inventados, naturalmente, pues no sé ese idioma, que puse delante de mi noticia y lo incluí en el guion del programa.
Victoria leía una noticia detrás de otra. Cuando llegó al folio escrito en chino inventado, dio un respingo en la silla del estudio y exclamó: "¡Uuuy!". Rápidamente, apartó el folio y se encontró con mi noticia verdadera. El respingo no lo captó el oyente, pero el grito de sorpresa salió al aire. A la salida del estudio intentó tirarme de las orejas por aquella humorada, propia de las redacciones donde reinaba un buen ambiente de trabajo, como el que construía Victoria Prego con su equipo.
Un toque especial en la radio
Tenaz, rigurosa, pero a la vez bromista, se paseaba por la redacción a media mañana y reclamaba las noticias para el informativo, como el botones que va diciendo el nombre del señor Kaplan en el club privado de Con la muerte en los talones, de forma amable pero convincente. Segundos antes de las 12 del mediodía, se sentaba en el estudio y esperaba que sonaran las señales horarias que procedían del Instituto Meteorológico del Retiro. En nuestra jerga, a esos cinco pitidos que ya son un sonido clásico en cualquier emisora de radio, los llamamos campanitas. No sé por qué, pues su sonido nada tiene que ver con el tañido de las campanas. Y Victoria decía al compañero que tenía al lado: "A mí las campanitas me ponen", inequívoca manifestación de su compromiso, su respeto y su pasión por su trabajo, ilusionada, día a día, cada vez que daban las doce.
Victoria Prego dotó a la radio de la época ese toque especial que solo ella sabía dar a las informaciones en los medios audiovisuales: claridad, sencillez, para que todo el mundo entendiera lo que se le estaba contando, un lenguaje próximo, un tono de rigor y de honestidad profesional y una simpatía y credibilidad que transmitía a través de su voz. Era una pregonera de la actualidad, entendiéndose por pregón aquello que alguien debe saber porque le interesa. Y lo pregonaba de forma amable, sencilla y clara. Todos los que trabajábamos en los informativos que ella dirigía nos sentíamos honrados, pues nos hacía partícipes con el mismo rango, sin que unos prevalecieran sobre otros.
La periodista de la Transición
La serie de documentales sobre la Transición que realizó para TVE se estudia en las facultades de Comunicación de las universidades españolas en dos asignaturas. En la de Historia de España, por el cúmulo de datos, testimonios de los más directos protagonistas de esa parte de nuestra historia, la cronología, el rigor, las imágenes que muestran la realidad de nuestro país en aquella época vibrante y trascendental. Y en la asignatura de Periodismo Audiovisual, para que los jóvenes que se están formando para ser periodistas mañana, conozcan cómo se trata la información, con qué capacidad de síntesis, honestidad, independencia profesional, veracidad de hechos contrastados y rigurosidad en los planteamientos. En una ocasión, la requerí para que viniera a la facultad de Comunicación de la Universidad Francisco de Vitoria, de donde soy profesor agregado de Redacción Periodística, para que contara a los alumnos qué es eso del buen periodismo que ella ha sabido ejercer desde siempre y hasta sus últimos días.
Como presidenta de la Asociación de la Prensa de Madrid (APM), siguió la estela que abrió Fernando González Urbaneja, continuó Carmen del Riego y materializó Victoria: acercar el periodismo a la sociedad. Parece una incongruencia, pero la realidad era que las asociaciones profesionales de periodistas estaban muy alejadas del ciudadano que nos reclama distintas pautas de comportamiento a la hora de informar. Pues Victoria ayudó a mostrar la realidad de los periodistas, el día a día, con sus éxitos y sus fracasos, sus flaquezas y sus merecimientos, a la sociedad. Participábamos en los foros sociales, abríamos nuestra sede a los colectivos directamente implicados en nuestro trabajo periodísticos, nos posicionábamos ante hechos que afectaban directamente a los periodistas para que la ciudadanía conociera nuestro sentir. Era clara, precisa y directa. Sabía muy bien qué es lo que quería, que es lo mismo que decir que sabía lo que esta profesión, tan vilipendiada a veces, necesitaba.
Durante su presidencia, fui miembro de la Comisión Editorial y de Publicaciones de la APM. Coincidíamos en la sede de Juan Bravo, siempre una palabra amable, una sonrisa, un comentario al trabajo que realizábamos y que conocía perfectamente. Fomentó el asociacionismo profesional y la APM alcanzó elevadas cotas de afiliados durante su mandato, algo que ayudó a muchos jóvenes profesionales a encontrar trabajo, asesoramiento jurídico, pero, sobre todo, disponer de un paraguas profesional que les resguardaba frente a los excesos y las precarias condiciones laborales que algunos pretendían aplicar a los que pedían paso para entrar en esta profesión.
Los que pertenecemos a su generación, tendremos a Toya siempre como un referente en lo personal y en lo profesional.
*Gabriel Sánchez fue periodista de RNE y director de Radio5