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Los españoles siguen emigrando en busca de trabajo: "Aquí es más difícil encontrar esas condiciones"

  • Sueldos competitivos y nuevas experiencias, lo que buscan los emigrantes en el extranjero 
  • España perdió 150.000 millones de euros en capital humano por la emigración, según la Fundación BBVA

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Los españoles siguen emigrando en busca de mejores condiciones laborales
Cuatro de cada diez españoles que emigran lo hacen a otros países de la Unión Europea GETTY IMAGES

Omaima es de Tembleque, Toledo, y con 22 años decidió irse de España porque “había muy pocas oportunidades”. Ahora, está en Cork, Irlanda, con vistas a trasladarse a Holanda dentro de poco, pero sin planes de volver a casa a corto plazo. Ella es una de las 339.000 personas en edad de trabajar que emigraron en 2021, una cifra que ha seguido aumentando. En 2022 la cifra subió hasta las 379.000, según datos del INE recogidos por la Fundación BBVA.

“También quería explorar qué había fuera del ámbito en países europeos”, explica la joven, que, a pesar de haber estudiado la carrera de Ciencia y Tecnología de los Alimentos y tener un máster en Marketing Online, ha estado trabajando en Cork en hostelería. “En un momento dado estuve trabajando en dos restaurantes a la vez, porque no me daban las horas con un solo sitio”, explica.

Aun así, esta situación parece compensarle. Principalmente, porque los salarios son más altos, pero también por “cómo te tratan, cómo se preocupan por ti como trabajador”. Según Omaima, “en España es más difícil encontrar esas condiciones” a las que se “han acostumbrado en el extranjero”. 

El salario y el trato al trabajador es también lo que más le desmotiva a María Badal, científica zaragozana instalada en Suecia desde 2009, del mercado laboral español. “En Suecia, normalmente se empieza de la base de la confianza. En España es al revés: se empieza desde la desconfianza y tú te tienes que ganar la confianza”, explica la experta en liofilización. 

Su caso es diferente al de Omaima. María, que estudió Ingeniería Química, no se fue por falta de oportunidades, a pesar de irse en plena crisis económica. Hace 15 años, aprovechó una beca Erasmus para hacer su proyecto de fin de carrera en Estocolmo y, al terminar sus estudios, le pareció “interesante” poder alargar su estancia en el país nórdico.

Gracias a una serie de becas, consiguió trabajar en los institutos de investigación, que define como “el equivalente al CSIC” en España. “Es verdad que no era el trabajo de mis sueños”, dice a RTVE.es. Por eso, siguió buscando oportunidades laborales por Europa, ya que, a sus 24 años, no le “importaba” moverse a otro país, aunque finalmente se quedó en Suecia.

La emigración cuesta 150.000 millones de euros a España

El capital humano es el recurso más valioso para la economía de los países, según el Banco Mundial, que indica que las personas producen el 64% de la riqueza total a nivel mundial. Por eso, la emigración de personas en edad de trabajar, como Omaima o María, puede significar una gran pérdida para un estado.

En 2022, España perdió 150.000 millones de euros en capital humano, un 40% más que las cifras anteriores a la pandemia, según datos del informe ‘El valor económico del capital humano en España y sus regiones’ de la Fundación BBVA y del Instituto Valenciano de Investigaciones Económicas. Desde 2014 no se habían dado cifras similares de emigración.

El director del estudio, el catedrático de la Universitat de València, Lorenzo Serrano, recuerda que este dato refleja “el valor presente en todas las rentas brutas laborales que las personas previsiblemente generarían hasta que se jubilasen”. Es decir, no es lo que pierde el país en un año, sino lo que perdería España si el emigrante se quedase para siempre en el extranjero.

Por eso, el valor del capital humano de un trabajador que está a punto de retirarse es escaso en comparación con lo que genera una persona joven —un tercio de los emigrantes pertenecen a esta franja de edad—. Además, la formación es otro de los datos clave para calcular el dinero que pierde España por la emigración, una persona con un nivel de formación alto generará previsiblemente más que alguien sin estudios. 

Tras el COVID: más emigración, pero con un nivel de formación menor

Desde 2013, el número de emigrantes no había dejado de bajar gracias a la recuperación económica, por eso, llama la atención este aumento tras la pandemia. En 2019, el capital humano emigrado significaba el 0,7% del total que aportaban los trabajadores, mientras que, tres años más tarde, ese porcentaje aumentó dos décimas hasta el 0,9%. Entonces, ¿por qué después de la pandemia vuelven a aumentarse si el mercado laboral español se muestra más robusto que nunca?

Según Lorenzo Serrano, la clave vuelve a ser la “experiencia drástica” del COVID. Serrano cree que no se trata tanto de la emigración per se, sino de un cambio en el comportamiento de las personas: “Ahora la gente está remando a como quiere que sea su futuro, también en términos de trabajo”, explica el investigador, que cree que ahora las personas son más exigentes, hay menos conformismo y “si para conseguir algo mejor hay que ir fuera, pues que sea fuera”.

Ahora bien, tras la pandemia parece haber un cambio de tendencia en cuando al nivel de estudios de los emigrantes. Las personas con una formación primaria aumenta en diez puntos porcentuales de 2019 a 2022, a la vez que se reduce el número de emigrantes con estudios secundarios (-3,4 p.p.) y superiores (-3,8 p.p.).

En este aspecto, Serrano detalla que hay que tener en cuenta que es muy distinto el nivel de formación de los emigrantes que han nacido en España y el conjunto de migrantes. “La mayor parte de migrantes en realidad no son españoles, son inmigrantes que emigran a otro sitio o que vuelven a su país de origen”, apunta. 

Por lo tanto, el número de emigrantes que se formaron en España es menor, un sector de la población en el que se encuentran los niveles de cualificación más elevados, es decir, los que más aportan a la economía del país. “Estamos hablando de que algo más de un 60% de los emigrantes nacidos en España, con formación financiada por España, tiene estudios superiores”, concluye Serrano.

Eso sí, el investigador recuerda que “la migración es una cosa que va en doble sentido”. “Teniendo en cuenta que los flujos de inmigración desde hace bastante tiempo son mayores que los de emigración, la inmigración es un factor que está contribuyendo a mantener un capital humano de la economía española”, explica a pesar de no contar con los datos suficientes para calcular su impacto.

¿El teletrabajo podría contener la emigración y sus efectos?

Su impacto no está medido, según Lorenzo Serrano, pero teletrabajar para una empresa extranjera “es una tendencia que está al alza y seguramente vaya a afectar a determinados tipos de trabajadores”. Eso sí, aunque trabajar en remoto en estos casos puede significar una pérdida de capital humano, es menor que la productividad que se pierde con la emigración.

“A pesar de que parte de lo que él genera vaya a ir a la empresa extranjera, el salario lo va a recibir el trabajador que está aquí. Por tanto, va a haber una renta y va a haber consumo en el país. El impacto es mucho más suave que si es una migración física”, explica Serrano, que además señala que los trabajadores que se encuentran en esta situación suelen obtener un salario más elevado.

La Unión Europea es el destino de cuatro de cada diez emigrantes españoles, según datos del BBVA. El salario medio en los países europeos alcanza los 2.302 euros al mes, casi 500 euros por encima de la media española (1.822 euros al mes).

Esta diferencia puede aumentar según el país. Por ejemplo, el salario medio de Suecia, donde ha residido María desde 2009, es de 2.604 euros, 800 euros más que en España, según los datos del último Monitor de Salarios de Adecco. “Yo me quedaría en dos tercios del sueldo que yo tendría en Suecia”, comenta la científica sobre la remuneración que obtendría en su ámbito. 

¿Retorno a España?

En el caso de Omaima, es más acentuado: en Irlanda el salario medio se sitúa en los 3.051 euros al mes. Aunque esto no es lo que le mueve para no volver a España: “Creo que la gente que hemos estado viviendo en el extranjero nos estamos acostumbrando a unas condiciones y a una forma de vida que es muy difícil que nos volvamos también a acostumbrar a España”, comenta la joven, que afirma que en un futuro lejano volvería, pero que “cada vez” lo ve más complicado.

“Yo me siento, pues, como queriendo un volver a tus costumbres, a tus raíces, a tus formas”, dice María. Está valorando volver después de quedarse sin empleo debido a una reestructuración de la empresa en la que estuvo trabajando los últimos tres años. Aunque está “en el proceso de hacerse a la idea” de tornar, cree que, por su “espíritu de conocer cosas”, aún le gustaría vivir en otro país europeo durante un periodo corto de tiempo.

Por su experiencia y especialidad, no piensa que le fuera a ser imposible encontrar un trabajo en España, pero teme no poder adaptarse. Para ella, la calidad de vida no es “irse a comer un pincho de tortilla”, sino estar “feliz de ir el lunes al trabajo” o “si tienes que salir al médico, no tener que dar explicaciones a nadie”. Es decir, tiene miedo a un entorno laboral hostil. 

Este tipo de condiciones de trabajo —salario, calidad de empleo, estabilidad— y otras cuestiones, como el acceso a la vivienda, no son medidas de retorno de talento, pero, según Lorenzo Serrano, son “medidas más transversales, con un impacto más global y que pueden prevenir que se produzca una migración tan intensa”. 

Asimismo, el investigador señala que la jubilación “masiva” de la generación del baby boom y el problema de vacantes que va a haber en España puede provocar que haya más oportunidades laborales en puestos cualificados. “Esa palanca que impulsa a los jóvenes a emigrar a lo mejor es menos intensa por ese cambio de situación en el mercado de trabajo español”, concluye.