Rosario Ortega Ruiz, psicóloga experta en bullying: el niño acosado "puede desarrollar ansiedad, miedo e inseguridad"
- Es clave que haya una comunicación fluida entre el colegio, los padres y los niños para prevenir el acoso
- "Reconocer que se es rechazado, intimidado o insultado no es fácil ni para un niño/a ni para un adulto"
- Teléfono contra el acoso escolar y malos tratos, gratuito y confidencial: 900 018 018
Un 6,2% de estudiantes de entre 4º de primaria a 4º de secundaria reconoce haber sido víctima de acoso escolar y un 2,1% admite haber sido agresor en España, según el último estudio de la Universidad Complutense de Madrid y la Fundación ColaCao. A su vez, el informe muestra que un 16,3% de los jóvenes se identifican como testigos. Estos porcentajes se traducen en que hay casi 220.000 estudiantes víctimas de bullying y más de 74.000 son acosadores.
Asimismo, las últimas estadísticas de Bullying Sin Fronteras revelan que España se posiciona como el tercer país con más casos de acoso e intimidación en la escuela y a través de tecnologías digitales. Estos datos demuestran que el acoso escolar sigue siendo a día de hoy un problema social de calado en nuestro país. "Aumenta el ciberbullying y desciende relativamente el bullying, debido al aumento de la comunicación por vía digital y a la implicación de redes sociales", afirma la psicóloga Rosario Ortega Ruiz, profesora emérita del departamento de psicología de la Universidad de Córdoba y considerada una de las principales expertas en investigación a nivel nacional e internacional sobre acoso y ciberacoso, su prevención e intervención.
Por lo que en el Día Internacional Contra el Acoso Escolar conversamos con esta experta, autora de más de 20 libros sobre violencia en las aulas -en octubre de este año saldrá su nueva obra sobre orientación escolar-, que nos explica las señales de alerta que presenta un niño que está sufriendo acoso escolar y cómo deberíamos actuar desde el colegio y la familia para prevenirlo. "Las escuelas tienen que invertir tiempo y conocimiento en la mejora del entramado de la convivencia, precisamente porque ello previene la violencia", reclama.
PREGUNTA: ¿Cómo se pueden detectar casos de acoso escolar?
RESPUESTA: Un conjunto de señales externas y de síntomas están presentes: el niño o niña que comienza a ser objeto de intimidación, acoso, de malos tratos y rechazo social, expresa pronto cambios en su estado de ánimo, en su conducta y en sus patrones básicos de bienestar, como, trastornos del sueño. También cambian sus hábitos alimentarios, están más irritables y nerviosos antes de ir al colegio; expresan tristeza, retraimiento, silencios, etc. Pero para detectar estos cambios, dado que con frecuencia no hablan de lo que les está pasando, la familia y la escuela debe haber establecido buenos canales de comunicación. La conversación entre escolares y adultos debe ser fluida, natural y extensa en el día a día.
P: ¿Puede ser que un niño/a no sea consciente de que está sufriendo bullying o alguien de su entorno?
R: Reconocer que se es rechazado, intimidado o insultado no es fácil ni para un niño/a ni para un adulto. Asumir que se está siendo objeto de especial odio cuesta porque ello lleva implícito la pregunta de por qué ha sido uno elegido como objeto de ataque. Y la respuesta tampoco es fácil, así que el niño o niña acosado suele mentirse y disimular porque la vergüenza le lleva a aguantar, a no dar nombre a lo que le pasa.
En soledad y desconcierto, a veces es el último en enterarse, pero mientras tanto el sufrimiento va deteriorando su competencia social, va haciéndolo aún más torpe, y profundiza su aislamiento.
P: ¿Qué se puede hacer para que los niños detecten si están sufriendo acoso ellos mismos o alguien cercano?
R: La cultura, el diálogo escolar y la educación deben tratar este problema, darle herramientas cognitivas para identificarlo, para distinguir objetivamente qué es lo que está pasando y enseñarle que hay que denunciarlo. Evidentemente, también para que no confundan acoso con una diferencia de criterio o con ser más o menos popular. La discusión franca, el intercambio de intereses y necesidades, debe transcurrir por los canales que las normas morales y de la convivencia marcan. Por lo que el niño/a debe saber cuáles son, hasta qué punto puede y debe confrontar sus intereses y qué límite no se puede sobrepasar.
Por eso son tan importantes los programas preventivos en los que conocer los detalles de la gestión de la vida social, de la expresión de las emociones, de la necesidad de la conversación, de cómo hay que escuchar las razones y las necesidades del otro. Las escuelas tienen que invertir tiempo y conocimiento en la mejora del entramado de la convivencia, precisamente porque ello previene la violencia.
“Un adulto que expresa con claridad y sencillez que agredir no está permitido, que detiene los primeros intentos de acoso, tiene muchas probabilidades de tener éxito en su intervención.“
P: Tras una larga carrera profesional como investigadora y actualmente como directora del Laboratorio de Estudios sobre Convivencia y Prevención de la Violencia, ¿cómo cree que se debe actuar ante un caso de bullying?
R: El acoso es un entramado de malas relaciones que acontece en una estructura social establecida. Hay que conocer la sociología del aula, el patio de recreo, hay que saber que el proceso de acoso comienza con comportamientos en la red de iguales, que no siempre son evidentes. Pero que continúan, que se van asentando con formas de expresión despectivas, insultantes, de menosprecio, de burla y en la medida en que nadie las controla, escalan a formas de agresión verbal directa, a agresión física y sobre todo a la búsqueda del aislamiento de la víctima.
Todo ello debe ser registrado por los adultos a cargo de los escolares y estar atentos para intervenir a la primera falta de respeto con un mensaje muy claro: el maltrato, el desprecio, la falta de respeto, no se permite. Un adulto que expresa con claridad y sencillez que agredir no está permitido, que detiene estos conatos y primeras formas de intento de acoso, tiene muchas probabilidades de tener éxito en su intervención.
P: ¿Qué pueden hacer los padres si su hijo/a sufre acoso?
R: El centro escolar es el responsable de la vida social de sus escolares, ya que es una institución pública que debe asumir que es responsable de la conducta moral de sus miembros. Maestros y maestras, directores, jefes de estudio, orientadores, en general, los equipos docentes deben asumir que hay que prevenir los fenómenos de acoso y que deben tener respuestas procedimentales cuando madres y madres demandan información.
La comunicación entre la escuela y la familia tiene que ser muy fluida, frecuente, natural y en ella debe incluirse también al niño objeto de acoso y al niño o niños que están teniendo un comportamiento denigrante hacia su compañero. La fuerza del grupo de adultos cuando asumen su responsabilidad de afrontar un caso de acoso es la mejor medicina.
“Cuando ocurre un acontecimiento grave se produce una convulsión en el centro que altera mucho la convivencia, provoca un impacto que daña mucho y no es aprovechado para mejorar los recursos de intervención directa“
P: ¿Qué protocolos se tienen que poner en marcha?
R: La mayoría de las consejerías de los gobiernos autónomos dispone de normas protocolizadas de actuación que sobre el papel son en general correctas: medidas preventivas, medidas de intervención directa y medidas de urgencia. Pero la verdad es que con frecuencia estos tres planos de medidas están mal articulados entre sí y en relación con el resto de las tareas educativas. Cuando ocurre un acontecimiento grave se produce una convulsión en el centro que altera mucho la convivencia, provoca un impacto que daña mucho, escandaliza y que luego no es aprovechado para cambiar la base preventiva y mejorar los recursos de intervención directa. Hay mucho que ajustar y mejorar en este sentido.
P: ¿Qué consecuencias a corto y largo plazo puede tener en los niños/as el sufrir acoso?
R: Vivir durante los importantes años de la escolaridad bajo la presión social y el riesgo a ser intimidado, acosado, maltratado tiene efectos devastadores. A corto plazo, la interrupción, el deterioro del aprendizaje, el niño/a no se puede concentrar en las tareas escolares cuando está siendo objeto de violencia física, psicológica o social. El ser humano necesita la aceptación de sus iguales, el respeto y la colaboración para ir elaborando su propia identidad, y el acoso destruye ese proceso.
A medio plazo la fortaleza psicológica y psicosocial del desarrollo se va deteriorando y a largo plazo puede desarrollar una patología externalizante o una patología internalizante que pueden derivar en tener una personalidad obsesiva, con neurosis de ansiedad, con miedo e inseguridad.
P: ¿Cuántos niños/as que sufren acoso escolar toman la decisión de quitarse la vida?
R: Muy pocos, pero desgraciadamente hay algunos casos. No se puede afirmar, salvo que las propias víctimas lo hayan dicho o dejado escrito con anterioridad, hasta qué punto el acoso escolar es la causa de un suicidio infantil o juvenil. Pero en los casos de dicho suicidio sí que es probable que el sentimiento de no poder más, de no saber cómo salir de una situación de acoso que provoca soledad profunda, incapacidad e inseguridad y miedo a que la situación se prolongue. Así como, el no poder encontrar vías de comunicación con alguien que ayude puede ser un antecedente de un acto, como el suicidio.
Realmente el acoso escolar en su nivel más alto de gravedad es muy peligroso. Afortunadamente, muchos casos se disuelven relativamente pronto o son atendidos a tiempo de evitar terribles consecuencias.
P: ¿Cómo han influido las redes sociales en el acoso escolar? ¿Qué papel juegan?
R: Las redes sociales han contribuido mucho a que aumente lo que llamamos ciberacoso, es decir, la agresión injustificada e inmoral utilizando dispositivos digitales. Juegan un papel de riesgo en cuanto que la comunicación social está adquiriendo formas que precisamente no facilitan la cercanía afectiva, sino que estimulan la fragmentación de la comunicación y la conducta irreflexiva. A pesar de que están aumentando el círculo social, en realidad no sirven para la profundización en los sentimientos de solidaridad y ayuda. De hecho, aumenta el ciberbullying y desciende relativamente el bullying, debido al aumento de la comunicación por vía digital y a la implicación de redes sociales.
P: ¿Cuál es la franja de edad en la que hay más riesgo de sufrir bullying?
R: El bullying en su forma más característica, que es la que aquí hemos definido de forma general, es un fenómeno que se da entre los ocho y nueve años y los catorce y quince años. Luego, en la adolescencia media y tardía, los niveles de prevalencia son menores, pero la intensidad de los hechos puede llegar a ser mayor, o más grave.
“Aunque se ha aumentado mucho el nivel de conciencia social sobre este problema, se puede hacer mucho más en términos preventivos y paliativos“
P: ¿Qué se puede hacer para prevenir el acoso escolar? ¿Hay solución?
R: Sí, hay soluciones. La prevención tiene muchas vías de recursos, muchas formas de abordaje que admite la actuación de toda la sociedad, implicando a agentes de distintas procedencias, es una labor amplia, en el que debemos implicarnos todos. Las administraciones educativas con muchos más recursos, mayor formación docente y especializada, junto con los padres, deben trabajar juntos, comunicarse y sensibilizarse para actuar ante un problema que está inserto en las relaciones humanas.
Aunque se ha aumentado mucho el nivel de conciencia social sobre este problema y se ha mejorado la sensibilidad de la cultura escolar, se puede hacer mucho más en términos preventivos y paliativos.
Si necesitas ayuda
Estos son algunos enlaces por si necesitas ayuda:
- Teléfono Fundación ANAR contra el acoso: 900 018 018
- Asociación No Al Acoso Escolar: 622 326 237
- Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar