Israel, Rusia y otros conflictos: el peso de la geopolítica en Eurovisión
- La organización justifica la participación de Israel: "Es un concurso para emisoras, no para gobiernos"
- Aunque se defina como un certamen “apolítico”, el contexto internacional también actúa en el Festival de la Canción
Israel es uno de los 37 países participantes de pleno derecho en la 68ª edición de Eurovisión que se celebra este año en Malmö, Suecia. Sin embargo, las operaciones militares del país en Gaza y Cisjordania desde el pasado mes de octubre han levantado una polvareda sobre la candidatura israelí, representada por la artista Eden Golan. A pesar de las llamadas al boicot a la participación israelí, la Unión Europea de Radiodifusión (UER) justificó su presencia en el Festival de la Canción afirmando que se trata de “un concurso para emisoras, no para gobiernos”.
Después de este comunicado, la organización europea exigió a la delegación israelí la modificación de su canción por su contenido político. En la letra de October Rain (Lluvia de octubre), la primera propuesta del país, se hacía referencia al asesinato de más de 1.200 israelíes, que dio pie a la entrada de las Fuerzas de Defensa Israelíes en la franja de Gaza. La nueva versión, rebautizada como Hurricane (Huracán), no muestra ninguna alusión al conflicto.
Israel logro el pase a la final del certamen eurovisivo que se celebra este sábado 11 de mayo. En la semifinal, la representante Eden Golan recibió tanto aplausos como abucheos del público asistente en el Malmö Arena. Esta división se intuyó durante su actuación sobre todo al principio y al finalizar de cantar "Hurricane". Además, los sindicatos de la emisora pública belga (VRT) interrumpieron brevemente la retransmisión para realizar una acción de protesta a través de un mensaje de apoyo al pueblo palestino: “Esta es una acción sindical. Condenamos las violaciones de derechos humanos por parte del Estado de Israel. Además, el Estado de Israel está destruyendo la libertad de prensa. Es por eso que interrumpimos la transmisión por un momento. #CeaseFireNow #StopGenocideNow”. En la rueda de prensa, posterior a la gala, la cantante israelí agradeció el apoyo recibido por parte del televoto.
La controversia vuelve a poner de relieve la naturaleza de Eurovisión, que va más allá de lo puramente artístico y musical. Una dimensión de mensajes políticos, estrategias comunicacionales y pura geopolítica que pone en jaque el equilibrio de las relaciones entre Estados y pueblos.
Eurovisión nació en una situación de posguerra
El Festival de la Canción se creó en 1956, mientras se producía la recuperación económica de Europa después de la Segunda Guerra Mundial y la aparición de los primeros indicios de la Guerra Fría entre Estados Unidos y la Unión Soviética. En este contexto de posguerra, la UER diseñó un certamen musical, inspirado en los festivales de bandas militares, para ser retransmitido simultáneamente en los países miembros de la organización de radiodifusión. “La idea surgió a mediados de los 50”, ha expresado el comentarista de Eurovisión para RTVE, Víctor Escudero. “Al principio Alemania no formaba parte de la red, al ser la causante de la ruptura anterior. Cuando cedieron y entraron en el grupo se habló de Eurovisión”.
A primera vista, la cita eurovisiva era un proyecto tecnológico. Según el profesor de Derecho Penal y experto en Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas, Antonio Obregón, “se trataba de un experimento de potenciación tecnológica que buscaba las conexiones en directo de las televisiones existentes en la época”. Sin embargo, una coincidencia discreta revela su trasfondo: el certamen arrancó un año antes de la firma del Tratado de Roma, el acuerdo internacional que daba entidad jurídica a la Comunidad Económica Europea. "Los países que lo crean son exactamente los que suscriben el acuerdo: Bélgica, Francia, Luxemburgo, Países Bajos, Italia y Alemania", añade el profesor. Los mismos que participarían por primera vez en el Festival de la Canción, en Lugano. “Esta unión percibió la importancia que podía tener como estrategia de diplomacia cultural y como elemento vertebrador de los procesos de integración europea”.
Las guerras actuales: ¿Israel sí y Rusia no?
Israel participa en Eurovisión desde abril de 1973, el festival se celebró pocos meses antes de la guerra del Yom Kippur que volvió a enfrentar a Israel con sus vecinos árabes. Ya entonces, se produjeron llamadas al boicot, Gabriela Fajardo Mejía, experta en Relaciones Internacionales de la Universidad de Navarra, comenta que la UER "alega que el festival es un evento apolítico", añadiendo que la Kan — la entidad de radiodifusión israelí— es independiente del gobierno, por lo que no está instrumentalizada por este. “Es preciso destacar también el impacto económico que podría tener para Eurovisión una expulsión de Israel; la empresa de cosmética israelí Moroccanoil es uno de los principales patrocinadores del evento desde el año 2020”, subraya.
Sin embargo, la organización europea fue inflexible con los canales de televisión rusos tras la invasión sobre Ucrania. Desde la 66ª edición del Festival, en 2022, Rusia no participa, la UER les expulsó de manera fulminante. Justamente en la cita celebrada en Turín ese año, Ucrania se alzó con el micrófono de cristal tras la victoria de Kalush Orchestra con Stefanía gracias al voto del público. Ante la imposibilidad de acoger el festival, el siguiente año por la guerra, la Corporación Británica de Radiodifusión, la BBC, se ofreció a organizarlo en Reino Unido.
No es la única vertiente del conflicto con Rusia que afectó a la participación de Ucrania en el festival en su primer año desde la invasión. Alina Pash, la primera aspirante seleccionada por Ucrania para representar al país, fue descalificada en esa misma edición de 2022, después de que las autoridades la acusaran a ella y a su equipo de haber viajado desde Rusia hasta Crimea en plena invasión rusa del territorio reclamado por Ucrania. Finalmente, fue la banda de rap, Kalush Orchestra, la que finalmente viajó a Turín en 2022 y se alzó con la victoria.
Otros conflictos bélicos presentes en Eurovisión
A lo largo de las décadas de historia eurovisiva, otras controversias internacionales han determinado el rumbo del festival, como cuando en 2008 Rusia invadió la región de Osetia del Sur (Georgia). El grupo georgiano, Stephane & 3G , “se presentaba con We don’t want put in, haciendo una clara referencia al presidente ruso Vladímir Putin”, agrega Gabriela Fajardo, finalmente, el país se retiró al no aceptar la oferta de la UER de cambiar la letra de su canción.
La guerra entre Armenia y Azerbaiyán también ha afectado de manera directa al festival. “Cuando ganaron los azeríes en 2011, tuvieron que acoger el certamen al año siguiente. Armenia decidió no presentarse”, ha manifestado Escudero. El conflicto no solo se queda ahí, ya que el intercambio de puntos entre ambos también ha sido muy polémico. “Hubo un año que se mandó, entre comillas, espiar a las personas que habían votado a la canción de Armenia desde Azerbaiyán, por parte del gobierno. Todos los jurados habían dejado última la canción de Azerbaiyán”, agrega.
El Festival situó a Europa del Este en el mapa
Eurovisión no solo ha sido reflejo de las malas relaciones internacionales. Muchas veces, se ha convertido en un altavoz para mostrar una parte desconocida del mapa europeo. “No solo se expresó todo lo que ocurrió en las guerras yugoslavas, sino también dio a conocer a la nueva Europa del Este. Gracias al certamen, estas regiones mostraron su identidad nacional”, ha contado la locutora del festival para TVE, Julia Varela.
Sin ir más lejos, en 2007, Serbia se alzó con la victoria en el Hartwall Areena de Helsinki, con la voz de Marija Serifovic. El país que formaba parte de la extinta Yugoslavia, compitió por primera vez en solitario, tras su separación de Montenegro. Serifovic, todo un icono para el colectivo LGTBIQ+, conmovió a Europa con su tema Moltiva (Plegaria) al recibir 268 puntos. Por primera vez en la historia, Europa tuvo la oportunidad de escuchar una canción en serbio sobre el mayor escenario del mundo.
¿Siempre hubo libertad de idioma?
El idioma se revela como un instrumento de una importancia vital para dar a conocer a las naciones al mundo. Con la fundación de Eurovisión, muchos de los países participantes optaron por emplear sus lenguas nacionales en sus propuestas, aun cuando existía la posibilidad de emplear otra lengua. “En un momento dado, el idioma para la diplomacia era el francés. Así se vio también reflejado en el certamen, donde muchos países participaban con canciones francófonas, llegando incluso a ganar en varias ocasiones”, ha aclarado profesor Antonio Obregón.
En 1966, la UER impuso restricciones para cantar en un idioma que no fuese el oficial o el nacional. Las limitaciones siguieron hasta 1973 cuando se retiró la prohibición, tan sólo un año después se produjo la victoria del grupo sueco ABBA con Waterloo, todo un himno del certamen, cantado íntegro en inglés. Tras cuatro años de libertad de elección, la UER revirtió su decisión, manteniéndola hasta 1999. Obregón comenta: “Hay países que solo intervienen en su propio idioma por norma de la propia corporación televisiva y hay veces que hemos podido comprobar la presencia de idiomas cooficiales dentro del país participante en el Festival de Eurovisión”.
De los 51 países que han participado, solo Azerbaiyán había evitado competir con una canción en su propio idioma. Hasta ahora. Este año se han atrevido de la mano de Fahree e Ilkin Dovlatov. También Australia con el grupo Electric Fields añadió a su canción palabras en una lengua aborigen del subcontinente, el yankunytjatjara. A lo largo de la historia, se han presentado canciones en 71 lenguas de todo el mundo: lenguas oficiales, nacionales, cooficiales, aborígenes o muertas. Solo hay que recordar a la representante serbia Konstrakta con su canción In Corpore Sano.
¿Hay geopolítica en el sistema de votación?
Eurovisión comenzó con un sistema de votación muy simple. Víctor Escudero apunta que “cada país tenía a diez personas en el jurado y cada miembro seleccionaba la canción que quería que ganase”. Pero las votaciones han cambiado mucho en estos años. En la actualidad, existe un sistema mixto: 50% depende del jurado de profesionales y 50% del televoto.
“Los jurados profesionales, muchos son artistas o profesionales de la industria musical. Por ello valoran mucho la buena interpretación, que la escenografía esté acorde y que no haya ningún cantante que desafine. Ellos se fijan más en la técnica”, comenta Julia Varela. Sin embargo hay casos extremos como el caso de los jurados azeríes y armenios que a causa de su mala relación política, no suelen votarse entre ellos y, en caso de hacerlo, se limita a un pobre "one point" (un punto). En cuanto al televoto, priman otras razones como “la emoción y a otros factores como la cercanía cultural y política”, donde tiene peso los conflictos internacionales.
La cuestión es que, aunque se defina como un certamen “apolítico”, directa o indirectamente la política desembarca cada año de un modo u otro en el Festival de la Canción de Eurovisión.
*Virgilio González y Alonso Hernández son alumnos del Máster en Reporterismo Internacional de la Universidad de Alcalá de Henares y RTVE.