Nubarrones en Cannes antes del arranque: huelga y #Metoo del cine francés
- El festival negocia con los trabajadores que reclaman mejoras y espera un movimiento del Gobierno francés
Bajo las pantallas, la miseria. El efectivo lema —que parafrasea a mayo del 68— de buena parte de los trabajadores del Festival de Cannes sigue tambaleando al certamen cinematográfico más importante del mundo solo un día antes de su inauguración. La protesta, y la amenaza parcial de huelga, apunta al festival, pero sobre todo más arriba: el Gobierno francés ha endurecido el acceso al subsidio de paro y, como resultado, trabajadores del festival, que viven en París fuera de la fecha del certamen y tienen ingresos intermitentes, han quedado desprotegidos.
El colectivo incluye 5.000 personas con funciones como tan variopintas como programadores o empleados de taquilla, prensa, e, incluso, subtituladores de las películas. En un encuentro con los medios, el delegado general de Cannes, Thierry Frémaux ha fijado (o derivado) la posición del festival: “El departamento de recursos humanos del festival habla con los trabajadores, pero las negociaciones no son con el festival, sino que tienen ver con su estatus como trabajadores. Pero discutimos con ellos el tema a diario. Ellos no quieren la huelga, nadie la quiere, y esperemos que la administración pueden atender sus demandas”.
Pero otro fantasma recorría Cannes: un rumor de que una gran oleada #Metoo iba a estallar tras ser destapada por el medio digital Mediapart, habitual investigadora de casos de abusos, una nueva lista de 10 nombres denunciados, que podría incluir a presencias del cine francés anunciadas en Cannes. Al final, el propio medio ha tenido que desmentir su supuesto artículo ante la cantidad de informaciones publicadas en Francia al respecto.
Lo cierto es que el festival ya tiene tiene programado su propio #MeToo: el cortometraje de la actriz Judith Godrèche, que recoge cientos de testimonios de mujeres que acudieron a ella tras su denuncia a los cineastas Benoit Jacqot y Jacques Doillon, a los que acusa de abusar de ella cuando se iniciaba en la industria como actriz adolescente. “Ella está muy comprometida con la violencia sexual y pensamos que había que programarla”, dice Frémaux sobre la proyección que promete ser especial y catártica: de acceso libre en el cine a cielo abierto de la playa que hay junto al Palacio de Festivales.
¿Más madera? Mediapart también investiga a Frémaux por una presunta incompatiblidad por su doble papel como director de Cannes y del Instituto Lumière. Con ironía, Frémaux envió ayer un correo a todos los trabajadores del Instituto afirmando que es “objeto de implacabilidad” por parte de los medios y que en ningún caso hay empleados con responsabilidades en sus dos negociados.
Cannes quiere separar el cine de la política
Vamos al cine. Frémaux ha elogiado a Francis Ford Coppola, en competición con Megalópolis, por su implicación con el festival. “Es un director independiente y siempre lo ha sido. Y un artista que quería venir al festival a competir. Cannes es importante para él y él es importante para Cannes”.
¿Por qué Greta Gerwig como presidenta del jurado? “Primero, porque me gusta mucho Barbie. Y para juzgar películas tienes que estar legitimado como artista. Pero además del blockbuster, es una cineasta del cine independiente, que es algo que nos encanta”.
En el mismo cine se filtra la actualidad, como la presencia de La belle de Gaza, de la documentalista francesa Yolanda Zauberman, como una proyección especial del festival. “Es una historia que sigue el rastro de transexuales que viajan de Gaza a Tel Aviv para vivir su vida y se dan cuenta de que no están solas”. ¿Por qué no hay ninguna película israelí? “La selección es independiente de ninguna otra consideración que no sea cinematográfica”, cierra Frémaux.
Y rebaja la importancia política del cine citando la presencia de The apprentice, de Ali Abbasi, que recrea las andanzas del joven Donald Trump y compite por la Palma de Oro. “Michael Moore ganó la Palma de Oro por Fahrenheit 9/11 en 2004 y no tuvo ningún impacto en la reelección de George W. Bush. No seleccionamos películas por esos motivos”.
Aunque este año es más acusado, cada día previo al inicio del festival arrastra sus propias polémicas. “Y si no las hay, la gente se las inventa o amplifica. Ojalá tuviéramos un festival sin ellas”, argumenta Frémaux. Y termina citando al director del Festival de San Sebastián, José Luis Rebordinos, habituado también en estas lides: “Vamos a ver la película primer. Y luego discutamos el contenido de la película”.