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Coppola y las claves de 'Megalópolis': "El papel de los artistas es iluminar el mundo para que pueda ser cambiado"

  • El director recibe el cariño del festival por su pasado y su atrevimiento kamikaze
  • "Hay una tendencia hacia una tradición neoderechista, incluso fascista", dice el cineasta

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Francis Ford Coppola, protagonista en el Festival de Cannes con 'Megalópolis'

Cannes no se repone de Megalópolis y la digestión de la película de Francis Ford Coppola continúa. La resaca deja dos ideas en el festival: por un lado, la película es grandilocuente y errática; por otro, la simpatía hacia el director sigue intacta por su valentía kamikaze. ¿Hay mayor acto de amor al cine que autofinanciarse un proyecto personal?

Lo primero que recuerda Coppola al llegar a la sala de prensa con su nieta es que hace 45 años llevaba sobre sus hombros a su hija Sofía para presentar Apocalypse Now. Rodeado de sus actores y equipo, algunos de ellos familia como su hermana Talia o su hijo Giancarlo, pide familiaridad y que le llamen Francis. ¿Cómo se siente tras el estreno de Megalópolis? “Una combinación de alegría y alivio después de tantos años de abandonar una idea y retomarla. Fue un sentimiento precioso”.

El cariño y ganas de arropar a Coppola sobreviven al hecho de que Megalópolis se puede interpretar como un autorretrato en el que se proyecta como el arquitecto demiurgo que interpreta Adam Driver. Es decir: como un genio visionario. Pero, ¿acaso no lo ha sido y tiene todo el derecho? No hay nada de soberbia cuando defiende que su fe reposa en el poder del arte con una firmeza que no parece de este tiempo: “No creo que los políticos puedan ser solución. El papel de los artistas es iluminar lo que ocurre para permitir que la gente lo vea. Si no lo ves, no puedes actuar”.

Por mucho que la película pueda ser fallida, hay otro riesgo ante el que rendirse: el cine está mayoritariamente entregado al realismo y los presupuestos para una gran fantasía de autor son casi una entelequia. Y no hay nada de arrepentimiento en haber apostado parte de su fortuna: “El dinero no importa, lo que importa son los amigos: los amigos no te abandonarán, el dinero se evapora”.

Aubrey Plaza, Francis Ford Coppola, y Nathalie Emmanuel, en el Festival de Cannes.

Aubrey Plaza, Francis Ford Coppola, y Nathalie Emmanuel, en el Festival de Cannes. Scott A Garfitt/Invision/AP

“Hay una tendencia hacia una tradición neoderechista, incluso fascista”

Convertir Estados Unidos en un gran guiñol del imperio romano no solo se justificaba por su comparación con la decadencia. “América fue fundada con ideales republicanos: sin rey y tomando sus leyes. También sus edificios, como la Penn Station, por ejemplo, se inspiran en su arquitectura”.

¿Y dónde están los problemas del mundo? “Hay una tendencia en el mundo hacia una tradición más neoderechista, incluso fascista, lo cual da miedo porque cualquiera que estuvo vivo durante la Segunda Guerra Mundial vio los horrores que tuvieron lugar y no queremos que eso se repita”, dice. Y se gira hacia uno de sus actores, Jon Voight, conocido defensor del partido republicano: “Quizá tú, que políticamente estás en otro mundo al mío, tengas otra opinión”.

Para entender Megalópolis, más que compararla con las obras maestras de Coppola, hay que acudir a sus teorías sobre el 'cine en vivo', al que se ha entregado en los últimos 10 años, donde defiende un método de actuación nada rígido sino teatral, provocando incluso los errores de los intérpretes. “Esta película es una colaboración de todos. Nadie podía saber cómo hacer una película como esta, reconozcámoslo. Mi formación es el teatro y la televisión en directo y en esta película debería poner ‘dirigida por todo el equipo’. Sé que parece solo algo amable que decir, pero es así. Ni la música, ni el montaje: los dos aspectos más principales del cine con la escritura y los actores. Por eso la mayoría de directores del cine mudo eran actores”.

A su lado, un taciturno Adam Driver lo confirma: “También vengo del teatro y lo que sentí es que hacíamos teatro experimental. No creo que se haga algo tan imaginativo a esta escala nunca más”.

Adam Driver y Francis Ford Coppola, en el Festival de Cannes.

Adam Driver y Francis Ford Coppola, en el Festival de Cannes.

“He empezado a escribir otra película”

Otra obsesión: que el amor cinéfilo por los grandes clásicos ―en su caso, con 8 y medio, de Fellini―, tal vez sea una barrera para la originalidad porque se toman como referencias algo preexistente. "Sé que esta película no es como otras películas. No tenía ejemplos. Es como siento que tenía que ser," dice. Aparece el Coppola empresario para analizar la evolución de la industria. “Me temo que la industria cinematográfica se ha convertido más en una cuestión de gente contratada para cumplir con sus obligaciones de deuda porque los estudios están muy, muy endeudados. Apple o Amazon tienen mucho dinero, así que los estudios que hemos conocido ya no estarán en el futuro, supongo”.

Megalópolis mira al futuro con esperanza. ¿Cuál es del Coppola? “Estaré aquí dentro de 20 años. He empezado a escribir una nueva película”, avanza. Porque mirar al pasado no le define: “Mucha gente dice que cuando a morir dice: ojalá pueda hacer esto o aquello. Yo tengo que ver a mis nietos, a mi hija ganar un Oscar, mis viñedos. Tengo tantas cosas en las que pensar que cuando llegue el final no me voy a enterar”.