Enlaces accesibilidad

Sean Baker golpea Cannes con 'Anora', el reverso salvaje de 'Pretty Woman'

  • El estadounidense triunfa en el festival combinando comedia, thriller, romanticismo y lucha de clases
  • Mikey Madison brilla como una trabajadora sexual contratada por el hijo de un millonario ruso

Por
Anora, de Sean Baker, golpea en el Festival de Cannes
Mikey Madison en 'Anora', de Sean Baker

De momento, en el Festival de Cannes va ganando lo delirante. A Emilia Pérez, el narcomusical trans de Jacques Audiard, se le suma Anora, de Sean Baker: una explosiva mezcla de géneros que sigue a Ani (Mikey Madison), una trabajadora sexual de Nueva York contratada por el atolondrado hijo de un multimillonario ruso donde cabe el thriller energético, la comedia hilarante y la lucha de clases. Una nueva candidata al palmarés en un festival necesitado de ellas.

Si alguien tiene todavía a Sean Baker encasillado como puntal del cine social y realista estadounidense tiene que ir cortando la etiqueta, aunque ya en Red Rocket engarzaba la comedia en la miseria de la América profunda. Lo que nunca ha faltado desde Tangerines es su falta de prejuicios con el sexo y su voluntad de desestigmatizar a los trabajadores sexuales por la vía de empatizar con su situación de explotación.

Por primera vez, Baker retrata a la élite. Ani, de 23 años, trabaja haciendo lapdance frotándose con adinerados clientes en un exclusivo club neoyorquino y vive una existencia precaria. Ivan (Mark Eydelshteyn), un joven de 21 años inmaduro de origen ruso se encapricha con ella y contrata sus servicios en su mansión, que está más allá del lujo, la introduce en su círculo de amigos y se van de fiesta a Las Vegas.

El verdadero nombre de Ani es Anora, porque su abuela era rusa y la nieta todavía tiene nociones de ruso, pero poco más se explica: porta una cierta máscara bajo su estereotipo de bailarina erótica que masca chicle. Ani sabe a lo que juega y todos los hacen: bajo la comedia, la película expone crudamente la explotación del ser humano por el ser humano. Del ímpetu romántico, Baker salta a una jornada demencial cuando la familia rusa y sus hombres tratan de atar en corto a su hijo y minimizar daños.

Sean Baker, Mark Eydelshteyn y Mikey Madison, en la alfombra roja de 'Anora' en Cannes

Sean Baker, Mark Eydelshteyn y Mikey Madison, en la alfombra roja de 'Anora' en Cannes Valery HACHE / AFP

Mikey Madison brilla como la indomable protagonista

Lo que tantas veces ha sido material de cine romántico y trama de cenicienta transmuta en un juego de tonos en el alambre. Es mejor no desvelar mucho más de Anora, sólidamente construida sobre auténticos giros y personajes redondos. Avanzado el primer tercio de la película, la sala de Cannes temblaba con risas nerviosas porque planeaba la sombra de algo muy turbio y violento.

El corazón de Baker, como siempre, está con los marginados, pero no hay maniqueísmo alguno salvo para los auténticos poderosos. También como en Red Rocket, Baker usa el pop para insuflar, primero, energía romántica y luego histeria al trepidante viaje neoyorquino en el que todos acaban envueltos.

Baker juega fuerte en los finales y suele caer de pie, como en The Florida Proyect. En Anora va un paso más allá en las últimas secuencias y especialmente en la de cierre: uno de los momentos más emotivos del festival. Los mejores finales siempre incluyen un punto de giro y, sin palabras, la verdadera alma de su indomable protagonista queda expuesta en los últimos segundos de la película.

El cine estadounidense no gana una Palma de Oro desde 2011 con El árbol de la vida, de Terrence Malick. Como sucedía con Parásitos o El triángulo de la tristeza, una victoria de Anora también confirmaría la tendencia de premiar películas con fuerte carga de comedia, conflicto de clases y muy disfrutable por el gran público.