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‘Letizia en Vetusta’: cómo una boda real retrató la sociedad española de hace 20 años

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Boda de Felipe de Borbón y Letizia Ortiz: uno de los objetos que se comercializaron
Uno de los objetos que las tiendas comercializaron con motivo de la boda de Felipe VI y Letizia Ortiz Getty

El sábado 1 de noviembre de 2003 cerca de cuatro millones de personas veían a través de sus televisores ‘Cine de Barrio’. El programa de TVE emitía entonces una película de Manolo Escobar y Paca Gabaldón, de 1973, titulada 'Me has hecho perder el juicio'. Pasadas las siete de la tarde hubo una interrupción inesperada en la emisión. La periodista Helena Resano fue la encargada de leer un comunicado de Casa Real. “Sus majestades los reyes tienen la gran satisfacción de anunciar el compromiso matrimonial de su hijo, su alteza real el príncipe de Asturias don Felipe, con doña Letizia Ortiz Rocasolano…”. 

En ese preciso instante, la vida de la futura reina consorte de España, conocida hasta entonces por presentar las noticias de TVE, dio una “pirueta mortal” al pasar de vivir en su piso de 80 metros en Valdebernardo al Palacio de la Zarzuela. La expresión es del periodista Martín Bianchi Tasso, que ha dedicado a este tema su ensayo ‘Letizia en Vetusta’ en el marco de la colección Episodios Nacionales, con cuyos títulos la editorial Lengua de Trapo trata de acercar al lector acontecimientos de la historia reciente de España. Y la boda real, de la que ahora se cumplen 20 años, es un episodio nacional por derecho propio.

Hablar de la España de entonces a través de Letizia

La propuesta que llegó a Martín Bianchi Tasso, periodista de  El País y colaborador de la Cadena Ser, era un tanto distinta. “Me propusieron si quería hacer algo sobre Felipe y sus novias o sus mujeres, pero preferí centrarme en Letizia”, explica. “Luego le di una vuelta más y propuse no solo enfocarlo en Letizia, sino más bien en aquella España de hace 20 años”.

La serie de Episodios Nacionales se inspira en la famosa colección de novelas de Galdós, pero el periodista acudió a otro monumento de la literatura realista del XIX. Si Leopoldo Alas Clarín convirtió Vetusta, trasunto de Oviedo, en protagonista de su novela, él ha hecho algo similar: su texto, también sobre una ovetense, es una “excusa” para reflejar la España de aquella época. “No es un libro sobre la reina, sino sobre algunos de esos sectores de la sociedad que pusieron su mirada escudriñadora, inquisitiva y celosa en ella”, señala a Rtve.es.

Aquella España, en palabras del escritor, se creía “moderna”. Sin embargo, añade, “si te pones a rascar había todavía muchísimo clasismo, muchísimo machismo y muchísimos prejuicios”.

Para conocer y reconstruir el impacto que tuvo aquel acontecimiento en la prensa, la nobleza, la política, la iglesia y el pueblo, Bianchi, que fue también redactor jefe en ¡Hola!, jefe de Sociedad en Vanity Fair y coordinador de ‘Gente y estilo’ en ABC, se ha valido de la hemeroteca, pero también de entrevistas con familiares de la mujer de Felipe VI, como su tía Henar Ortiz, políticos como Gaspar Llamazares o los periodistas Carmen Enríquez, Jose Antonio Zarzalejos o José Apezarena, además de los vecinos de Valdebernardo que vieron cómo su tranquila comunidad se encontraba en el ojo de un huracán mediático.

“Vivimos en una sociedad hipócrita, triste y mal educada”(Clarín, ‘La Regenta’)

En el libro se narra cómo esta boda, la primera de un príncipe de Asturias que se celebraba dentro de las fronteras del Estado español en casi 100 años, sirvió “como termómetro de la sociedad”. 

“Hubo muchísima hipocresía. Desde el rey Juan Carlos, que en público decía que estaba hinchado de felicidad y luego en su entorno más íntimo se mostraba menos cómodo con esa boda, hasta la nobleza, que bien que rendía pleitesía a la reina o futura reina, pero luego en privado hacía comentarios negativos o se mofaban”, relata el autor del libro. En la misma idea inciden voces como la del periodista José Apezarena.  “Letizia estuvo diez años siendo la última de la familia real. De hecho, para algunos no era de la familia, era la mujer del príncipe. Tuvo que aguantar mucho y lo pasó mal», afirma en declaraciones recogidas en el libro.

Mofas en privado, pero también, algunas veces, en público. El libro recuerda un manifiesto firmado por la autodenominada Plataforma Anti Letizia Ortiz, PALO, que estaría formada supuestamente por 13 destacados aristócratas  que mostraban su oposición a que la nieta de un taxista estuviese llamada a ser reina de España. “Si cualquiera (como es el caso de Leticia Ortiz) puede ser reina de España, ¿por qué los Borbones y no los Pérez o los Rodríguez licenciados y que hablen inglés? ¿Por qué vamos a tener que financiar un circo que ya no tiene leones, sino muñecos que aparentan ser leones? (…)", decía el manifiesto.

“Del mismo modo”, continúa Bianchi, “hubo medios de comunicación y periodistas que escribían cosas amables, pero luego en privado también se reían. Es algo que suele pasar, pero que ahí estaba muy latente”. El periodista ha estudiado este fenómeno y la evolución en la imagen ofrecida por los medios. “La prensa en principio fue muy amable, pero en cuanto se empezó  a indagar en su vida se activó el morbo de si había estado casada, cuántos novios había tenido, de cómo había sido su vida en México… Se activó ese morbo y no se pudo frenar”, reflexiona el periodista.

Tras el anuncio del enlace, encuestas sobre la propia Letizia, la idoneidad del matrimonio o el futuro de la monarquía poblaron la prensa, televisión, webs y radios. Un debate que también se hizo patente entre los políticos y su discusión sobre modificar la Ley Sálica, norma que en nuestro país establece la prevalencia de los hombres en cuestiones sucesorias.

El clero tampoco fue ajeno a este asunto. Algunos cuestionaron que una mujer casada por lo civil y divorciada pudiera casarse con el rey. “Rouco Varela, que iba a ser el oficiante de la ceremonia, reconoció públicamente que había cierta «inquietud» entre los fieles”, narra el libro. El influyente cardenal arzobispo llegó a pedir incluso un informe que señalara cuáles eran los artículos del Derecho Canónico que permitían celebrar la boda de Felipe y Letizia en la catedral de La Almudena. El informe fue favorable.

“Se nos acabó la tranquilidad”

El revuelo que se montó tras el anuncio trastocó la vida de los familiares de la futura reina que, de la noche a la mañana, saltaron del anonimato a ser pasto de comentarios, titulares, fotos y rumores. Hasta la aldea asturiana de Sardéu, donde residían los abuelos paternos de Letizia, también llegaron esos rumores. La gente, cuenta el libro, comenzó a decir que recibían bolsas de dinero de palacio lanzadas desde un helicóptero. “Con lo fácil que es una transferencia bancaria o una maleta. Qué tontería», bromeaba Henar, la tía de la futura princesa de Asturias.

Algunas agencias de viaje locales, incluso, empezaron a ofrecer autocares y pequeños buses para llevar a los turistas a la casa de los abuelos paternos, que tuvieron que  poner una valla para preservar un poco su intimidad de la curiosidad de los visitantes.

La misma suerte corrieron, pero por un tiempo más fugaz, los vecinos de Valderbernardo, el barrio de Madrid en el que residía la entonces periodista. “Algunos te cuentan que tenían que enseñar su DNI para entrar en su propia casa. Otros te dicen que se encontraban con extraños en los pasillos y ascensores, personas de seguridad, o con el príncipe, que entraba de incógnito con un casco de moto en la cabeza para que no lo reconocieran. Más de uno se pegó un susto”, contó a Bianchi Tasso el actual portero del inmueble.

El cambio en el periodismo y la inmovilidad de la sociedad

Con la llegada de Letizia a la Casa Real, la institución  afrontó una nueva época y muchos cambios. Tras el matrimonio y los escándalos posteriores —como el caso Noos— que salpicaron a la familia, se rompió el mutismo mediático sobre el rey y su entorno.  “Poco después de que llegara Letizia, ya con un nuevo panorama mediático en el que no hay ese silencio cortesano, los medios de comunicación dejaron de guardar silencio… Evidentemente, el panorama con el que se encontró Letizia no era con el que vivieron el rey Juan Carlos y doña Sofía durante 40 años, que era de un silencio cortesano y un respeto excesivo”, apunta BIanchi.

Pese a ello, el autor se ha encontrado con algunas negativas a la hora de participar en el libro. “La máxima dificultad está en que escribes sobre alguien que está ahí, que está vivo y que estás pensando todo el tiempo que pensará. Y luego está el de intentar recabar testimonios. Mucha gente no quiere, por los motivos que sea… Hay mucha gente que no quiere hablar, ya sea porque son familiares, porque ya hablaron en su día y han contado su historia o porque prefieren por respeto a ella no contar nada. Cada uno te da sus razones”, señala.

Tras escribir el libro, Bianchi concluye que, más allá del cambio de paradigmas al tratar los asuntos reales, la sociedad no ha cambiado tanto en estos 20 años. “Había muchísimos prejuicios y aunque en muchas cosas hemos evolucionado, yo creo que todavía hay mucho de eso. Todavía a las mujeres que tienen poder o posiciones privilegiadas se les exige mucho más que a un hombre”, señala.  “Quien diga que no, miente”.