Sorrentino se ensimisma con la mujer y Nápoles en ‘Parthenope’: "Vida y trauma son sinónimos"
- El cineasta italiano lleva al paroxismo sus obsesiones imaginando a la mujer más bella del mundo
- El Festival de Cannes recibe con división su reflexión sobre el fin de la juventud y el desencanto vital
Paolo Sorrentino ha verbalizado muchas veces su incapacidad para escribir personajes femeninos porque las mujeres le parecen, básicamente, misterio y belleza. En la autobiográfica Fue la mano de Dios rozaba ya la patología dejando fuera del retrato familiar a su propia hermana a través de un gag en el que siempre estaba encerrada tras la puerta del baño. Así que había mucha expectación en el Festival de Cannes por su anunciada Parthenope, su primera película protagonizada por una mujer a la que, consecuentemente, da nombre de mito.
Sorrentino vuelve a Cannes -que suele acoger su cine y en 2009 ganó el premio del jurado con Il Divo- y también a Nápoles. La película parte de los años 50 cuando nace, en un parto en la orilla del mar, Parthenope, que pronto será una joven de inusitada belleza y profunda inteligencia. ¿Salda Sorrentino su deuda con los personajes femeninos? Es difícil juzgarlo porque durante dos horas el italiano está tan interesado en mirar con asombro el cuerpo y rostro de su actriz Celeste Dalla Porta como en diseminar las ingeniosidades de Parthenope, brillante estudiante de antropología. ¿Y qué es la antropología?, se preguntan recurrentemente los personajes. “Mirar”, concluyen, “pero mirar es lo más difícil”.
En el final de La gran belleza, Jepp Gambardella desvelaba que su vida pivotaba sobre el recuerdo indeleble de una joven desnuda en la playa en una noche de verano. Parthenope de alguna manera extiende y da voz a esa mujer y la primera hora de ilustra esa obsesión sorrentinana por la pérdida de lo efímero.
"No he comprendido que Nápoles es extraordinaria hasta que he hecho películas"
Parthenope es adorada por jóvenes, dandis millonarios, y hasta provoca una extraña fascinación por su hermano. “¿Qué se siente siendo deseada por todos los hombres?”, le preguntan recurrentemente. Lectora voraz, coincide en Capri con el escritor John Cheever (Gary Oldman) al que Sorrentino muestra alcohólico, devastado y consumido por sus demonios. “No quiero robarte ni un instante de tu juventud”, dice a Parthenope. La muralla entre la juventud y madurez es inexpugnable en su universo.
La mujer como objeto de deseo masculino es otra de sus marcas y en Parthenope la lleva al paroxismo. “La mirada masculina la evito teniendo una directora de fotografía”, despacha como salvoconducto el director. Sorrentino no se anda con sutilezas: Parténope es la sirena mitológica fundadora de Nápoles que dio nombre a la propia ciudad. “Es un espejo de la ciudad en la que crece. En la película, la Parthenope joven coincide con la ciudad por su misterio. En la segunda hay una mirada crítica cuando ella se desencanta. Es una mujer libre, espontánea, no juzga, que ha crecido en unas condiciones idílicas para ser libre”, analiza Sorrentino.
El cineasta profundiza en sus orígenes que tanto le ha costado asimilar. Si en Fue la mano de dios regresaba para retratar su familia, aquí trata de capturar la esencia de su ciudad. “Mucha gente, como yo mismo, huye de Nápoles. He comprendido que vivía en una ciudad extraordinaria tarde, cuando he hecho las películas”.
Mucho se está comentando en Cannes la participación de la recién creada división cinematográfica de la firma de moda Saint Laurent en la producción de muchas de las películas presentes en el certamen. En Parthenope, donde se ocupan también del vestuario, su presencia lo impregna todo a través de la estética sorrentiniana: los primeros minutos son planos ralentizados de jóvenes que podrían ilustrar cualquier anuncio televisivo.
Parthenope parte de la antropología para refutarla: a Sorrentino le interesa el ser humano por lo que tenga de incognoscible. “Me siento muy cercano al personaje en algunos aspectos, por eso es una antropóloga que es como mi trabajo también, hay una afinidad”. ¿Y en el desencanto posterior de Parthenope? “La vida está llena de traumas: el trauma es la vida”.
Como sucede con otros directores tan estilizados como Wes Anderson, el cine de Sorrentino es víctima de su forma, tan reconocible como poco sorprendente ya. Parthenope brilla en fogonazos como el triángulo de juventud de los protagonistas, pero sufre cuando el barroquismo se vuelve arbitrario en su segunda parte y, especialmente, con una confusa moraleja de la Parthenope madura que interpreta Stefania Sandrelli.
Cannes enfila a su recta final con la llegada hoy del cine de vocación experimental del portugués Miguel Gomes, que presenta Grand Tour, y con Motel destino, el anunciado ‘tropical noir’ del brasileño Karim Aïnoiz.