Enlaces accesibilidad
Análisis

El "dragón naval" chino, la amenaza contra Taiwán y Estados Unidos

  • China ha convertido su armada en la mayor del mundo en cuanto a número de buques
  • El mar de China Oriental se ha transformado en un polvorín para las flotas que navegan sus aguas

Por
El "dragón naval" chino, la amenaza contra Taiwán y Estados Unidos
El "dragón naval" chino, la amenaza contra Taiwán y Estados Unidos ADRIÁN ROMERO

En las últimas dos décadas, la casi inexistente Armada del Ejército Popular de Liberación (AEPL) de China se ha transformado en la flota con el mayor número de buques del mundo. Ante el objetivo nacional de proyectar un ejército naval de alcance global para mediados de siglo, el país ha aumentado sus “expediciones” en aguas extranjeras, lo que ha alimentado la rivalidad entre sus vecinos. 

Desde diciembre de 2023, China mantiene un cruce de acusaciones con Filipinas en el mar de China Meridional, con incidentes que han involucrado a buques de ambos países. Esta misma semana, Pekín ha llevado a cabo maniobras militares de tipo naval de acoso y bloqueo contra Taiwán sin previo aviso tras el nombramiento de su presidente, Lai Ching-te, a quien consideran un "secesionista peligroso".

Además, ha proferido amenazas contra Washington por lo que considera "injerencias extranjeras" ante su apoyo político y militar a la isla.

Adjunto a ello, el gigante asiático considera que sus intereses pasan por reclamar las islas y atolones incluidos en su denominada 'Línea de los nueve puntos' y bajo soberanía de Vietnam, Malasia y Filipinas.

Sin embargo, el desarrollo y entrenamiento de las capacidades navales chinas que amenazan al Sudeste Asiático pasan por otra masa de agua. Una que también es escenario de conflictos y que ha sido testigo de la transformación de Pekín en potencia marítima: el mar de China Oriental.

El "dragón naval" chino

El mar de China Oriental es tanto campo de entrenamiento como polvorín para las flotas de los países que navegan sus aguas. Para el investigador del Center for Strategic and Budgetary Assessments, Toshi Yoshihara, lo es por un motivo: "Xi Jinping ha argumentado que una China sin Taiwán sería hacer que el sueño nacional carezca de sentido y, siendo esta una isla, significa que cualquier conflicto o crisis será de carácter marítimo".

Si se analiza el poder bruto de la AEPL (número total de buques) a través del Global Firepower Index, China se convierte en el líder indiscutible de la región por delante de Estados Unidos.

Pero las capacidades técnicas no son suficientes: se debe considerar cómo y hasta dónde opera una armada para medir su alcance, algo que el dragón asiático ha tratado de demostrar con acciones cada vez más alejadas de sus aguas.

El Ministerio de Defensa de Japón proporciona informes regulares sobre cómo y dónde ha actuado China en el mar de China Oriental. En los últimos años, Pekín ha alcanzado hito tras hito en sucesivas “operaciones de aguas azules”.

Operaciones de aguas azules

Esta denominación describe las operaciones de vuelo de ala fija desde portaaviones, sin reabastecimiento de combustible y fuera del alcance de un aeródromo para aterrizar. 

Llevar a cabo operaciones de esta clase es una tarea de alto riesgo que requiere de una gran formación por parte de la tripulación, dado que los únicos resultados son una tasa de recuperación total o la pérdida de la aeronave.

De acuerdo con el Ministerio de Defensa de Japón, a lo largo de 2022 la AEPL llevó a cabo varios entrenamientos en aguas azules del Pacífico a través de su portaaviones Liaoning. En mayo, el buque realizó más de 300 salidas de aviones, con un promedio de 20 despegues diarios de cazas y helicópteros durante 12 días.

A finales de ese mismo año, el Liaoning realizó operaciones a 400 millas náuticas (740 kilómetros) de las bases estadounidenses en Guam y a más de 1.300 millas náuticas (2.400 kilómetros) de China.

La AEPL se siente atraída por el prestigio internacional del portaaviones y pretende demostrarlo con la expansión en la construcción de este tipo de buques. A finales de noviembre de 2019, el Gobierno chino informó de la construcción de un cuarto portaaviones que pretende finalizar en 2025.

Sin embargo, según el informe del analista de asuntos navales para el Servicio de Investigación del Congreso de EE.UU., Ronald O´Rourke, China no considera a sus portaaviones críticos en el mar de China Oriental, dado que la mayoría de objetivos de interés, como Taiwán, se encuentran dentro del alcance de sus bases aéreas en tierra.

La pieza central de su estrategia, especialmente durante la próxima década, seguirá siendo la capacidad de ataque de sus barcos de superficie y submarinos.

Una gran flota de pequeñas proporciones

Los objetivos concurrentes de la armada china son tanto asegurar los intereses marítimos como la supremacía naval en las aguas sobre las que opera (mar Amarillo, de China Meridional y Oriental).

Los detalles de las recientes operaciones de portaaviones chinos ejemplifican las grandes capacidades de la AEPL. Sin embargo, además de su flota de "aguas azules", el país hace uso regular de los barcos de la Guardia Costera China (GCC) para defender sus reclamos de ultramar, una rama que ejecuta parte de lo que Yoshihara denomina "táctica del repollo".

La "táctica del repollo" china

Dicha estrategia refiere al proceso de saturar y aislar archipiélagos en disputa. Las operaciones se basan en rodear la región mediante la presencia de buques militares o militarizados.

Tomando la isla como el "corazón" del repollo, las hojas internas son los barcos de la GCC y de la Milicia Marítima de las Fuerzas Armadas Populares desplegados en aguas territoriales y extraterritoriales, mientras que en las capas exteriores se sitúan las embarcaciones de la AEPL, la fuerza aérea y los misiles balísticos.

Teniendo en cuenta las proyecciones, un estudio publicado por la Escuela de Guerra Naval de EE.UU. estima que la GCC tiene actualmente entre 120 y 150 patrulleras regionales (de 500 a 999 toneladas) capaces de operar de forma limitada en alta mar, así como entre 450 y 500 patrulleras costeras (de 100 a 499 toneladas).

Pekín también utiliza la Milicia Marítima de las Fuerzas Armadas Populares, consistentes en buques pesqueros con tripulantes armados, para defender sus reclamos de ultramar. El profesor y experto en política interna china y relaciones internacionales en la Universidad de Lancaster, Andrew Chubb, señala que China ha empleado de manera reiterada esta fuerza en las islas Senkaku tras su nacionalización por parte de Tokio en 2012.

Reclamos de China en la zona económica exclusiva

Según la Convención de las Naciones Unidas sobre el Derecho del Mar, la zona económica exclusiva (ZEE) se extiende desde la línea de costa del Estado soberano hasta las 200 millas náuticas. El país tiene derechos de exploración y uso de los recursos marinos.

Pekín considera que tiene capacidad para regular las actividades de las fuerzas militares extranjeras que operan dentro de la ZEE de China, algo que la mayoría de Estados rechaza.

"Se sabe que en las Senkaku hay una serie de barcos de la milicia marítima, que parecen ser pesqueros, pero en realidad están allí para obstruir y acosar las operaciones navales de otro país", indica Chubb.

Según Yoshihara, la presión china sobre las Senkaku no es sólo una disputa territorial, sino que está muy relacionada con la alianza entre Tokio y Washington y cómo, "en la medida en que Japón perciba la voluntad de Estados Unidos de ponerse de su lado ante la crisis, determinará la capacidad de China para presionar a la relación".

El "corte de salami" chino

El enfoque marítimo chino se caracteriza por una estrategia de "corte de salami" u "operaciones de zona gris". Según Chubb, las acciones para "salvaguardar los derechos y la estabilidad" —así las denomina Pekín— se llevan a cabo de forma incremental, aunque evitando provocar un casus belli, y fomentando cambiar el statu quo de la región a favor de China. 

Los despliegues de grupos de ataque en otros lugares más allá de la primera cadena de islas forman parte de esta estrategia de disuasión, pues China demuestra que sus flotas son capaces de internarse más allá de sus áreas costeras.

El AUKUS como herramienta de disuasión

Estados Unidos, Reino Unido y Australia sellaron en 2021 un histórico pacto en el Indo-Pacífico para el desarrollo y adquisición de submarinos nucleares que busquen persuadir a China en sus incursiones.

Sin embargo, como señala el profesor y experto en Ciencia Militar y Política estadounidenses de la Universidad de Pursue, Bert Chapman, existe una pregunta real sobre cuánto tiempo tomará para que este programa esté operativo, particularmente porque Australia no posee energía nuclear civil.

Además, en los últimos años EE.UU. ha enfrentado reducciones de presupuesto en la construcción naval, incluyendo la retirada anticipada de buques.

Japón planea convertirse en socio técnico del Pilar II de esta alianza para el desarrollo de inteligencia artificial, misiles hipersónicos y tecnologías cuánticas.

En sus incursiones en el océano Pacífico desde rutas en el mar de China Meridional, "es importante señalar que su capacidad para proyectarse más allá de la primera cadena de islas hace que la base estadounidense de Guam, que solía ser un santuario, ya no puede darse por sentado", sentencia Yoshihara.

En consecuencia, el aumento de estas operaciones en profundidad pone a prueba la geometría de la defensa de las fuerzas navales en Japón, Taiwán, Filipinas y Estados Unidos.

"De hecho, debemos pensar qué habría hecho China si Estados Unidos no estuviera y si los Estados de la región carecieran de mecanismos para denunciar a Pekín", comenta Chubb. "Por ejemplo, está bastante claro que, si no fuera por la disuasión estadounidense, China ya habría bloqueado los atolones filipinos", establece.

Aliados en Vladivostok

Además de China, una de las preocupaciones de Estados Unidos y sus aliados son las sucesivas maniobras navales llevadas a cabo entre Pekín y Moscú en el mar de China Oriental; las denominadas operaciones Joint Sea y sus derivados.

Las más recientes se llevaron a cabo entre julio y agosto de 2023 y fueron complementadas en diciembre con un ejercicio aéreo sobre el mar de Japón y de China Oriental. 

La AEPL tiene una grave deficiencia en cuanto a la falta de experiencia operativa, algo que puede paliar el apoyo de Moscú. Por lo pronto, el Kremlin parece dispuesto a entrenar a un aliado con mayor capacidad de proyección naval antes que equilibrar sus fuerzas en la región.

Claro está, dicha complementariedad no significa un compromiso en caso de conflicto. Además, la forma que ha tenido Rusia en las últimas décadas de “alimentar al dragón” con la concesión de armamento naval puede revertirse ante las acusaciones de robos de propiedades intelectuales rusas por parte de Pekín en los años recientes.

En diciembre de 2019, el jefe de los proyectos de propiedad intelectual de la corporación militar estatal rusa Rostec, Yevgeny Livadny, señaló cómo durante casi dos décadas se detectaron más de 500 violaciones graves de datos y copias no autorizadas de armas rusas por parte de China. Esta desconfianza puede lastrar compras futuras, como la adquisición de aviones de combate rusos para armar su futuro portaaviones Fujian.

En el ojo del huracán

Ante las cada vez más extensas y profundas “expediciones” chinas en el mar de China Oriental y el océano Pacífico, un encuentro cercano con la flota estadounidense resulta más que probable.

Esto debería ser motivo de gran preocupación porque los canales de comunicación de los que ambas flotas disfrutaban se han deteriorado en gran medida. “Sé que el Departamento de Defensa de EE.UU. ha afirmado que esas comunicaciones se han restablecido”, apunta Chapman, “pero es de vital importancia que las mantengan, porque ha habido muchos incidentes en el pasado donde la falta de contacto ha tenido consecuencias desagradables”. 

De primeras, no es seguro que la AEPL busque activamente un conflicto directo, pero sí es indudable que Pekín seguirá traspasando los límites hostigando a Estados Unidos y a sus aliados.

“Un choque entre ambos países dependerá de si volvemos a Biden o a Trump, qué hace el gobierno japonés o el de Taiwán; si los chinos deciden que entrar en Taiwán no valdría la pena o si Xi Jinping quiere hacer de ello su legado supremo para restaurar la nación china”, sentencia Chapman.