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El reconocimiento de Palestina como Estado en el mundo: una larga travesía con un horizonte difuso

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El edificio municipal de la ciudad cisjordana de Ramallah aparece adornado con las banderas de España, Irlanda y Noruega
El edificio municipal de la ciudad cisjordana de Ramallah aparece adornado con las banderas de España, Irlanda y Noruega, países que han acordado reconocer a Palestina el 28 de mayo AFP/AHMAD GHARABLI

La aprobación del reconocimiento de Palestina como Estado por parte de España, Irlanda y Noruega es el último hito de la causa palestina desde los primeros reconocimientos internacionales ocurridos en 1988. Dos días después de hacerlo estos países, Eslovenia hizo lo propio, si bien someterá la decisión a votación parlamentaria.

Desde 1988, Palestina ha recibido el apoyo de terceros países con gestos diplomáticos que responden tanto a un alineamiento geopolítico, en algunos casos, como a la evolución de las relaciones con Israel, en otros.

La polarización en torno al longevo conflicto entre Israel y Palestina, cuyo inicio coincide con su proclamación como Estado en 1948, se aprecia en la división que hay tanto en la comunidad internacional, como en la opinión pública en todo el mundo. Muestra de ello son, de un lado, las protestas estudiantiles a favor de Palestina que se han extendido desde la Universidad de Columbia, en Nueva York, a varios países, entre ellos España, exigiendo el fin de las hostilidades; así como el apoyo de otros Estados a Israel.

La Corte Penal Internacional emitió la semana pasada órdenes de arresto contra líderes de Hamás por los ataques del 7 de octubre que provocaron la muerte de más de un millar de israelíes así como cientos de secuestrados. La medida también iba dirigida contra el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, y contra su ministro de Defensa, Yoav Gallant, por la invasión a gran escala de la Franja de Gaza que ha provocado la muerte de más de 36.000 civiles.

Sobre el enfrentamiento entre los Gobiernos que apoyan a uno u otro bando, el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Pontificia de Comillas, Javier Gil Guerrero, explica que “hay una parte de la comunidad internacional que ve la lucha de Israel contra Hamás como parte de su enfrentamiento contra Irán y contra este nuevo eje del mal en el que se enmarcan Rusia, Irán y China". "Hamás sería un engranaje pequeño de este gran frente de resistencia contra Occidente o contra las democracias liberales", señala.

"Creo que es precisamente porque se entiende que uno es el agresor y el otro el agredido, que uno viola sistemáticamente todas sus obligaciones bajo las resoluciones de Naciones Unidas y el otro busca justicia, entre otras cosas, que la opinión pública mundial apoya a la libertad de Palestina", apunta el exportavoz de la OLP, Xavier Abu Eid. A lo largo de las últimas décadas, una serie de países han avanzando en el reconocimiento del Estado palestino por distintas motivaciones desde 1948.

La declaración de independencia, el primer paso

Las expulsiones masivas de palestinos en 1948 de los territorios del nuevo Estado israelí, que convirtieron al 50% de ellos en refugiados, pueden considerarse uno de los primeros antecedentes por los que varios países se posicionaron a favor de la causa palestina. Sin embargo, no fue hasta la declaración explícita de independencia en 1988, proclamada por el entonces líder de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Yasser Arafat, que hubo un reconocimiento masivo de su carácter como Estado.

En total, fueron 88 países los que respaldaron inmediatamente la causa palestina, principalmente africanos y asiáticos, alcanzando casi un centenar en los cuatro años siguientes. Coincidía que buena parte de estos Estados habían experimentado su propio proceso de liberación, independencia o de represión (véase Sudáfrica y el apartheid), además del posicionamiento en bloque de los países satélites del ecosistema soviético. Entre ellos se encontraban Rusia y China, ambos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, lo que resultó en un valioso activo de cara a sus futuras negociaciones para obtener la codiciada membresía en la ONU.

Según Abu Eid, "el movimiento nacional palestino logró establecer una fuerte relación con movimientos de liberación nacional o de lucha contra dictaduras y movimientos anti colonialistas en gran parte del área que se conoce como los 'no alineados'". "La declaración de independencia en 1988 llamaba a capitalizar políticamente la lucha del pueblo palestino durante la Primera Intifada, algo que fue apoyado por gran parte de esos sectores", apunta.

La Segunda Intifada, un retroceso

Entre 2000 y 2005, apenas un manojo de países reconocieron al Estado palestino en medio de un contexto complejo: la represión de Israel dio lugar a insurrecciones violentas que provocaron la muerte de 5.000 palestinos, civiles en su mayoría, y más de 1.000 israelíes. La organización islamista Hamás, apoyada inicialmente por Israel para debilitar la autoridad de la OLP, se responsabilizó de ataques que "impactaron profundamente en la mentalidad de los occidentales", argumenta Gil.

La conocida como Segunda Intifada fue “a largo plazo un desastre para la causa palestina, pues consolidó el poder de Hamás [en Gaza] y de la vía dura en la resistencia contra Israel”, expresa. “Estamos hablando de atentados suicidas contra civiles... porque establecieron una conexión entre Al-Qaeda, Hamás y la resistencia palestina”, reseña.

Ejemplo de estas oscilaciones en los apoyos a Palestina e Israel también se dieron en los ataques de octubre de 2023, con una oleada de solidaridad internacional que inundó Tel Aviv en las primeras semanas. En cambio, conforme las acciones israelíes sobre Gaza se han ido recrudeciendo, y especialmente ante la ofensiva que se está ensañando contra los civiles, parte de las simpatías se han visto desplazadas hacia la causa palestina.

'Palestina 194', el último gran reconocimiento

Los procesos de reconocimiento de Palestina como Estado legítimo han estado en gran medida determinados por los eventos que han involucrado su relación con Israel. A partir de la Declaración de Independencia de 1988, el aumento de la solidaridad internacional con Palestina ha ido pareja a eventos de represión realizados por Tel Aviv contra sus territorios.

Este es el caso de su reconocimiento por parte de países latinoamericanos a partir de 2010 donde, además de la campaña 'Palestina 194' que reavivó el interés por la causa, los incrementos en la construcción de asentamientos ilegales israelíes en Cisjordania actuaron de acicate para fomentar el apoyo palestino.

'Palestina 194' fue la última gran iniciativa para obtener su reconocimiento como miembro de pleno derecho de la ONU. La acción terminó con gran parte de Latinoamérica admitiendo a Palestina como Estado de pleno derecho. "Hoy ocurre algo muy similar con la Comunidad del Caribe, si bien es importante consignar que también otros países han reconocido a Palestina en los años siguientes, como Suecia y la Santa Sede", reconoce Abu Eid.

Durante esta misma campaña, Israel, apoyada por Estados Unidos, desplegó su diplomacia para contrarrestarla. Llegaría a aunar nueve votos en contra con países significativos como Canadá, Panamá (la excepción al resto de países latinoamericanos) o República Checa que ya la reconoció en 1988 al igual que Checoslovaquia.

Dichos esfuerzos diplomáticos también tuvieron forma de presiones sobre la propia Autoridad Nacional Palestina. En Estados Unidos, tanto el Congreso como el Senado aprobaron iniciativas que denunciaban la propuesta y pedían al entonces presidente, Barack Obama, que la vetase, amenazando con retirar los fondos de ayuda a Cisjordania como represalia.

Reticencias en Europa Occidental

Salvo contadas excepciones, la mayoría de países de Europa Occidental no han reconocido plenamente a Palestina después de la Declaración de Independencia en 1988, algo que también es resultado de una estrategia deliberada de presión por parte de Estados Unidos e Israel.

“En el caso estadounidense, su narrativa es muy clara: cuando Biden pidió al Congreso financiación para el Ejército israelí, el ucraniano y el taiwanés, estableció muy claramente una conexión entre el conflicto de Ucrania, Israel y Taiwán y por tanto poniendo a Hamás, Irán, China y Rusia como parte de un mismo frente de elementos que quieren menoscabar el orden mundial imperante que está sostenido por las democracias liberales occidentales”, sostiene Gil Guerrero.

Según el experto, dicha retórica del enemigo conjunto ha intoxicado parte del pensamiento de los países occidentales, que no contemplan el conflicto entre Israel y Palestina como un caso particular, sino parte de una pugna geopolítica mayor.

En la Declaración de Berlín de 1999, la Unión Europea mostró su disposición a reconocer un Estado palestino “a su debido tiempo”. Sin embargo, en términos prácticos, los Estados miembros han hecho poco para forzar la implementación de dicho documento y, por el contrario, han practicado una adhesión casi de facto a la postura israelí.

Desde entonces, y a pesar de dedicar miles de millones de euros a la Autoridad Nacional Palestina, ni la UE ni sus miembros han liderado un proceso de romper con el statu quo y avanzar hacia el reconocimiento. En el resto de Europa, además de Rusia y los países que formaban parte del bloque comunista, solo se han abierto embajadas en Montenegro en 2006 e Islandia en 2011.

La única excepción la hallamos en Suecia, que en 2014 fue el primer país de la UE en llevar a cabo el reconocimiento de Palestina. Sin embargo, el exministro de Asuntos Exteriores Tobias Billström calificó en 2022 la decisión de "desafortunada y prematura" ante las críticas de la oposición por la negativa de la Autoridad Nacional Palestina para adoptar una resolución que considerase la solución de los dos Estados como la única viable.

Actualmente, las misiones y delegaciones especiales palestinas en países como Francia o Italia solo significan un reconocimiento de la OLP como sujeto de derecho internacional, pero no como Estado. La iniciativa de Noruega, Irlanda y España supone así un cambio de paradigma que apunta con romper una tendencia en la región que prevalece desde hace más de medio siglo.

*Virgilio González es alumno del máster de Reporterismo Internacional RTVE/in y UAH.