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Entrevista

Sally Hayden: "Será estremecedor mirar al pasado y pensar en cómo pudimos ser tan crueles con los migrantes en Libia"

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Un migrante rescatado por el Ocean Viking en las costas de Libia
Un migrante mira al horizonte tras ser rescatado por la ONG Sos Humanity frente a las costas de Libia AFP / CLEMENT MELKI

Al otro lado de la línea, Essey y Violeta teclean con sigilo un mensaje en su teléfono móvil. Están en una prisión para inmigrantes en Libia y esperan a que sus carceleros se distraigan para pedir auxilio. 

Si se sigue el cable telefónico, se llega a la casa de la periodista Sally Hayden (Dublín, 1989). Ella recibe esa botella en el mar y, con esos fragmentos, narra en su libro Cuando lo intenté por cuarta vez, nos ahogamos (Capitán Swing) cinco años de comunicación con cientos de personas a través de la pequeña pantalla de un móvil. 

Hayden explica que llegó a estas historias casi por accidente, cuando recibió un mensaje que exclamaba: "Vivimos en malas condiciones en una prisión de Libia. Si tienes tiempo, te contaré toda la historia".

Y, desde entonces, le escriben aquellos que se quedan atrapados en Libia. Sobre todo cuando, a partir de 2017, "la Unión Europea empezó a pagar a los guardacostas para que los intercepten en el mar" y los devuelvan a las cárceles, argumenta. En 2022, el propio Consejo Europeo cifraba en 700 millones de euros el gasto en control migratorio en dicho país. Según el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), en la actualidad hay más de 125.000 personas desplazadas en el país norteafricano. 

Sus mensajeros en Libia "han sido azotados, vendidos, apaleados, pastoreados, amontonados en jaulas", enumera. Por eso, la obra es un índice de ataques contra la dignidad de la vida humana que señala a Europa y a sus ciudadanos para que reaccionemos. 

La periodista irlandesa cierra su relato con una profecía: "Cada vez más a menudo, a todos nosotros nos escribirán personas desesperadas pidiendo ayuda". 

PREGUNTA: "Quien fue torturado está torturado para siempre". En su libro, recoge una declaración de Jean Améry, escritor austriaco y superviviente de Auschwitz: ¿hay un nexo entre los centros de detención libios y los campos de concentración nazi?

RESPUESTA: En el país norteafricano hay gente que está siendo torturada hasta la muerte, otros se consumen porque no reciben alimentos, hay niños que mueren… No quiero decir que ambos sucesos históricos sean lo mismo, pero sí hay similitudes. En 50 años, los europeos miraremos al pasado y será estremecedor pensar cómo pudimos ser tan crueles. 

P: El plural aquí nos apela porque, como expone, parte de la financiación de los guardacostas libios es de la Unión Europea

R: Sí, por eso, una de las razones que me llevó a escribir este libro es porque soy consciente de que esta política migratoria en Libia se hace en nuestro nombre y quiero que la gente lo conozca.

P: En unos días hay elecciones al Parlamento Europeo, ¿qué opinan los políticos comunitarios sobre las consecuencias de esta colaboración?

R: Al principio asumí que no sabían lo que estaba pasando. Luego hablé con muchos de ellos y, de forma anónima, me confirmaron que estaban al tanto y que aplicaban estas medidas para reducir las llegadas de personas inmigrantes. Según ellos, el electorado lo demanda. Y, además, creen que así evitaban que la extrema derecha gane las elecciones. Así que la pregunta que tienen que hacerse ahora es ¿hasta qué punto no se están convirtiendo ellos mismos en extrema derecha?

P: ¿Qué supone el apoyo económico a Libia?

R: Ha pasado de ser un país que generaba dinero con el tráfico de personas a hacerlo con su detención. Además, quienes controlan los centros de internamiento también ganan con la extorsión de los inmigrantes para que sus familias paguen por su supervivencia. 

"Que Dios te ayude si entras aquí, Libia es un mercado de seres humanos", grafiti en la pared de la cárcel para inmigrantes de Suq al Khamis, recogido por la autora.

Mis investigaciones prueban que los fondos de la UE para el control migratorio refuerzan dictaduras y milicias regionales. En resumen, provocan que más gente huya de países donde son oprimidos. 

P: Algunas de las personas con las que se comunicaba en Libia han conseguido llegar a Europa. ¿Cómo es su vida ahora?

R: Hay mucha gente traumatizada por lo que vivieron en Libia y, también, por cómo les trata el sistema europeo de asilo. Han superado guerras y todo tipo de abusos y, una vez aquí, sienten que son tratados como sospechosos, porque se cuestiona lo que han vivido. 

Una persona migrante que ahora está en Suecia escuchó cómo un día una mujer le llamaba “ladrón” por su color de piel. A pesar de todo lo que había sufrido antes, de los esfuerzos por encajar en la sociedad, nunca había sentido ese nivel de racismo. Tras ese insulto se fue a casa y lloró. 

También hay gente que se ha casado, que se forma académicamente… En Suecia estuve con una pareja que conocía de Libia y que ahora tienen un bebé. Su hijo va a ser europeo y querrá saber por todo lo que pasaron sus padres hasta llegar ahí y cómo pudo tolerarse. 

P: A finales de marzo, Ruanda le impidió entrar en el país y, unas semanas después, el Reino Unido aprobaba la ley para deportar allí a inmigrantes, ¿qué opina del plan de Rishi Sunak?

R: Estaba accediendo al avión para volar a Ruanda y las autoridades contactaron con la aerolínea para impedirme entrar en su territorio. El país es una dictadura y no hay libertad de prensa. Así que el Reino Unido va a enviar a personas vulnerables a un sitio donde, si les pasa cualquier cosa, nadie va a documentarlo.

P: ¿En algún momento sintió que formar parte de estas historias le desbordaba emocionalmente?

R: Sí, especialmente al principio. Para muchas personas en Libia yo era su único contacto con el exterior porque no querían preocupar a sus familias. Y, además, se arriesgaban mandándome información. Además, era frustrante porque yo esperaba que mis artículos produjeran algún cambio y, sin embargo, las cosas están empeorando. Es descorazonador. 

P: ¿Cuál es el objetivo del libro? 

R: Sé que cuanta más gente conozca lo que pasa en Libia con el apoyo de la Unión Europea, menos podrán decir que no lo sabían. También es un libro que habla sobre cómo el ser humano es capaz de sobrevivir a situaciones de este tipo. Y se enamoran, se organizan para protegerse y se sobreponen a su día a día. 

'Las madres no pueden amamantar a sus bebés porque su pecho no tiene leche suficiente. Los niños [...] intentan llorar, pero no tienen fuerzas'. Mensaje enviado por una persona migrante a Sally Hayden.

P: Recupero una pregunta de su obra con la que interpela al lector: "¿Cómo evitamos la apatía frente a estas informaciones de sufrimiento en las rutas migratorias?".

R: Es una cuestión con la que también yo me peleo. Aun así, creo que si se tiene esperanza, algo puede cambiar. El sistema está creado para hacernos sentir que ese esfuerzo es en vano. Pero es mentira. En mi caso, cuando publiqué que no había comida en un centro de detención, unos días después se suministró. Y era algo pequeño, pero me hizo darme cuenta de que cada persona puede provocar que las cosas cambien.