La ayuda llega a Papúa Nueva Guinea cinco días después de que una avalancha enterrase a más de 2.000 personas
- La remota ubicación de esta zona dificulta las labores de rescate y la distribución de alimentos
- Solo se han recuperado seis cuerpos y la ONU estima que la cifra de afectados asciende hasta 7.849
Cinco días después de que una avalancha enterrase a más de 2.000 personas, la ayuda comienza a llegar a Papúa Nueva Guinea. El pasado viernes, un poblado de la provincia norteña de Enga quedó sepultado bajo una capa de lodo y rocas de entre seis y ocho metros, después de que las lluvias torrenciales provocasen un alud. Se estima que hay 2.000 personas enterradas, de las que solo se han recuperado seis cuerpos. “Los habitantes de este poblado fueron a dormir por última vez sin saber que sería su último aliento”, ha dicho el primer ministro de Papúa Nueva Guinea, James Marape, durante un discurso en el Parlamento. Naciones Unidas estimaba este domingo al menos 670 muertes por la avalancha.
Los vecinos excavan con sus manos para no dañar los cuerpos. “Hay muchos niños bajo los escombros”, ha indicado Angela Kearney, representante de Unicef en el país. El organismo ha estimado que más del 40% de todos los afectados son menores de 16 años y calcula que unas 150 viviendas han quedado enterradas. “La situación sigue siendo muy complicada porque el deslizamiento de tierra todavía es dinámico. La zona entera es inestable”, ha indicado Mate Bagossy, consejero humanitario de la ONU en Papúa Nueva Guinea.
Dificultades para la entrega de ayuda humanitaria
Cinco días después de la catástrofe, la ayuda humanitaria ha comenzado a llegar este miércoles. Su distribución en esta remota zona se enfrenta a dificultades similares a las de las tareas de rescate. El terreno sigue muy inestable, bajo tierra sigue habiendo personas y hay varias infraestructuras dañadas. Este martes el puente que une la autovía con la provincia de Enga colapsó y parte de la carretera que comunica el distrito de Porgera con la capital provincial sigue bajo tierra.
“El lugar del accidente está situado a unas dos horas de carretera desde Wabag (capital de Enga) y el acceso es relativamente difícil con la vía principal cortada”, ha dicho Bagossy. A esto se unen los problemas tribales del área, que obligan a trabajadores humanitarios a desplazarse con escoltas militares al lugar de la catástrofe.
Según la ONU, lo que más se necesita es agua potable, comida, ropa y kits de higiene. Las autoridades locales han solicitado a la comunidad internacional que envíe ingenieros para asesorar sobre los riesgos geológicos. Diferentes agencias de ayuda de Estados Unidos (USAID) y la Unión Europea (ECHO), así como organismos de Naciones Unidas se reunieron este martes para coordinar la respuesta a esta avalancha que ocurrió a unos 600 kilómetros de la capital del país, Port Moresby.
Uno de los desastres más letales del país
La Organización Internacional para las Migraciones (OIM) ha asegurado que se trata de “uno de los desastres más letales de la historia reciente de Papúa Nueva Guinea”. Marape cifró en 500 millones de kina (unos 118 millones de euros) el coste total de los destrozos causados por los desastres naturales registrados en 2024.
De los cerca de 7.849 afectados, incluidos 1.650 desplazados, están esas 2.000 personas enterradas. Bagossy indica la prioridad de “rescatar los cuerpos de las víctimas sepultadas”. Según la ONU solo se han recuperado seis cuerpos, aunque advierte que espera que la cifra “aumente entre los retos debido al inestable estado de la avalancha”. Unas 1.400 familias, según un censo del 2022 de Naciones Unidas, se han visto afectadas por este alud cerca de la mina de oro de Porgera.
El área afectada suele sufrir fuertes lluvias e inundaciones, por lo que los desprendimientos de tierra no son inusuales. A pesar de la riqueza en recursos naturales de esta zona, gran parte de sus nueve millones de habitantes viven en extrema pobreza y se encuentran aislados por falta de infraestructuras. Cada año, Papúa Nueva Guinea, ubicada sobre el llamado Anillo de Fuego del Pacífico, es sacudida por unos 7.000 temblores, la mayoría moderados.