Cyril Adonis, investigador: “Siglos de opresión y explotación de la población negra no pueden borrarse en 30 años”
- El trauma intergeneracional mantiene vivas las heridas del apartheid en la Sudáfrica de hoy
- “Fuimos cómplices por creernos la ‘nación arcoiris’ de la que hablaba Mandela”
- Puedes ver 'Sudáfrica: Generación Tintswalo' en RTVE Play
¿Cómo las heridas de un pasado represivo pueden sentirse en la piel del presente en una generación que no ha vivido esas violencias opresivas? Los psicólogos lo llaman trauma intergeneracional, porque son los supervivientes los que acaban pasándolo a sus hijos. Empezaron a observarlo e investigarlo hace 60 años, con los descendientes de víctimas del Holocausto.
El profesor en psicología de la sudafricana Universidad de UniSA, Cyril Adonis, investiga desde hace más de una década las heridas de ese trauma en la sociedad posterior al apartheid. Un trauma que se reactiva en las generaciones que no lo vivieron a través de una insalvable contradicción: ejercer la libertad ganada en una sociedad dominada por una desigualdad enraizada en el color de la piel.
El profesor Adonis nos habla del fenómeno en una entrevista en Johannesburgo concedida para el documental de En Portada “Generación Tintswalo”, justo cuando se cumplen 30 años de la llegada de la democracia y el país está a punto de celebrar unos comicios clave para el futuro del partido de Nelson Mandela, que lleva tres décadas gobernando el país.
Pregunta: ¿De qué hablamos si nos referimos al trauma intergeneracional en la Sudáfrica post apartheid y cómo afecta a los sudafricanos de hoy?
“Si no se aborda el trauma, en psicología decimos que los traumas se recrean“
Respuesta: Hablamos del trauma que se ha transmitido de generaciones anteriores que experimentaron el apartheid a las generaciones posteriores. Afecta a sus vidas en la medida que se mantienen en un ciclo continuo de pobreza. Y eso acaba manifestándose en la ausencia de autoestima, las personas se sienten impotentes. ¿Y qué ocurre cuando nos sentimos impotentes? Nuestro primer instinto es intentar conseguir poder. Y tratas de conseguir energía por cualquier medio, ya sea en tu casa o en tus círculos sociales. Si no se aborda el trauma, en psicología decimos que los traumas se recrean. Y en esas recreaciones, es posible que no necesariamente se dirijan a las personas responsables de su trauma. Pero tu trauma se recrea de otras maneras. A nivel individual se vuelve a promulgar en el crimen, en la violencia, en la violencia doméstica. Y a nivel general, el miedo es que esa promulgación se produzca de forma colectiva, con consecuencias para la estabilidad o la paz social.
Gobernanza y corrupción
P: ¿Limita ese trauma las aspiraciones personales y profesionales de la población negra?
R: Sí, así es. Porque cuando estás atrapado en ese ciclo de trauma te resulta difícil imaginar un futuro mejor. Y también tiene consecuencias a nivel general, a nivel de país. Lo que hemos logrado en los últimos 30 años y lo que no hemos logrado. Asuntos como la gobernanza o la corrupción. Aspectos que afectan, sobre todo, a la gente pobre, porque son ellos los que sufren la corrupción y la malversación. Porque la clase media podemos quejarnos de los apagones o de que haya cortes de agua de vez en cuando. Sin embargo, los más afectados por ello son la gente cuya principal preocupación es lo que van a comer hoy.
P: ¿Y cómo afecta todo esto a los jóvenes sudafricanos?
“La riqueza se transfiere de una generación a la siguiente y es lo que ha ocurrido con la acumulada antes de 1994“
R: Vivimos una situación en Sudáfrica en la que los graduados universitarios no pueden conseguir un trabajo. En mi departamento pusimos en marcha un programa de prácticas con una asignación de 500 rands (25€). Entre todas las personas con título de posgrado que se presentaron no había ninguna persona blanca. Los blancos cuentan con el capital social y cultural para sobrevivir, pese al alto nivel de desempleo. Pero los negros no tienen capital social y cultural. La riqueza se transfiere de una generación a la siguiente y es lo que ha ocurrido con la acumulada antes de 1994. Lo mismo ha ocurrido con los privilegios. Y lo mismo ha ocurrido con la pobreza. Es difícil salir de la pobreza para muchos estudiantes negros. Muchos de los que llegan a la universidad es muy probable que sean los primeros de sus familias en conseguirlo. Cabría esperar que lograsen escapar de la trampa de la pobreza y alguna movilidad social. Pero, aunque lo consigan, arrastrarán una cierta victimización. Yo mismo soy el primero de mi familia en ir a la universidad. Aún tengo que mantener económicamente a mis padres y a mi familia. Y eso es algo que solo le ocurre a los estudiantes negros.
P: ¿Son conscientes de esa victimización?
R: No creo puedan expresarlo en ese sentido. Para mi, como investigador y como académico en estos temas, no hay duda.
P: ¿Hasta qué punto una persona negra nacida después del apartheid puede afirmar que es libre si se siente victimizada o marginada por ser negra?
“Ahora todos somos libres, ¿no? Pero desafortunadamente, si eres negro y eres pobre, no puedes darte el lujo de pensar así“
R: Para mí, toda esa noción de libertad es como una ilusión. Y creo que es una ilusión a la que el sector blanco de la sociedad sudafricana es mucho más receptivo, porque también los exime de responsabilidad. Ahora todos somos libres, ¿no? Pero desafortunadamente, si eres negro y eres pobre, no puedes darte el lujo de pensar así.
Negación del trauma
P: ¿Y cómo influye el trauma intergeneracional en la capacidad del país para forjar una sociedad socialmente cohesionada, más implicada o más involucrada en mejorar lo que no funciona?
R: Creo que la respuesta simple es que el trauma intergeneracional afecta nuestra capacidad de promover los intereses de quienes más lo necesitan. Porque hay una negación de su existencia. No hay ningún reconocimiento de que ese trauma intergeneracional existe. Precisamente porque somos libres. Y precisamente porque se considera algo del pasado. Sé que suena pesimista pero, mientras no haya un reconocimiento, puede que demos pequeños pasos, pero no creo que podamos llegar a decir que somos libres. Y esto no es solo a nivel institucional o del gobierno. Compete a sus ciudadanos. Compete a las empresas y al sector privado, que tiene un papel importante en promover la cohesión social garantizando que la vida de las personas mejore. En general, el sector privado sudafricano no ha hecho nada. Se les ha permitido continuar como antes de 1994. La esencia de la estructura económica no ha cambiado.
P: En estos 30 años, ¿no ha habido ninguna mejora en reducir ese trauma?
“El peligro del trauma intergeneracional es que es que puede saltar varias generaciones si no se aborda“
R: Probablemente en Sudáfrica hemos puesto nuestras expectativas demasiado altas. Hemos sido una democracia durante 30 años y no se puede esperar que siglos de explotación y opresión se borren en 30 años. Es un proceso todavía en marcha, queda mucho por hacer. Y yo no voy a verlo antes de morirme. Creo que mis hijos van a tener que lidiar con esos problemas todavía. Si nos fijamos en los Estados Unidos, donde los negros obtuvieron los derechos civiles en la década de 1960, todavía están lidiando con ello, ¿no? El peligro del trauma intergeneracional es que es que puede saltar varias generaciones si no se aborda. Lo vimos en el genocidio en Bosnia de los años 90. La semilla de todo aquello se plantó en la década de 1960. Si nos fijamos en lo que está sucediendo en Palestina se podría argumentar que lo que está sucediendo allí es una expresión de trauma intergeneracional. Tienes una situación en la que personas que fueron víctimas se han convertido en perpetradores de violencia. ¿Y qué va a pasar con los futuros palestinos? ¿Cuál será el recuerdo que llegue a los hijos de sus padres de lo que están sufriendo ahora? ¿Y qué impacto tendrá en la paz en Oriente Próximo?
Las dos sociedades de Sudáfrica
P: ¿Qué desafíos específicos presenta Sudáfrica para comprender qué papel juega ese trauma intergeneracional?
R: La dificultad en Sudáfrica es que tenemos a los descendientes de las víctimas y los descendientes de perpetradores beneficiarios del apartheid conviviendo en un mismo país. Y los cambios en el país tampoco han llegado tan lejos. En Sudáfrica, todavía hay dos sociedades, una que es primer mundo, que es predominantemente blanca. Y luego otra, que es tercer mundo, según todos los indicadores de desarrollo, que es predominantemente negra. Y entre ambas confluye un doble impacto: el del pasado combinado con los desafíos actuales a los que aún se enfrentan las personas que son descendientes de las víctimas del apartheid. Ellos son los afectados por el desempleo, la pobreza y la desigualdad. Todo esto solo añade complejidad. Y también hay que tener en cuenta el hecho de que hemos hecho una transición pacífica del apartheid a la democracia. Pero no se ha tenido en cuenta ni se ha reconocido lo que ocurrió en el pasado, y cómo ese pasado sigue afectando a los negros en la actualidad.
P: ¿No bastó la justicia restaurativa que buscaba la Comisión para la Verdad y la Reconciliación?
“Si le preguntas ahora a jóvenes blancos, muchos dirán que nacieron después de 1994 y que aquello no tiene nada que ver con ellos“
R: Hubo responsabilidad individual, sí. La Comisión de la Verdad y la Reconciliación dio espacio para que las víctimas testificaran y también a los perpetradores, que podían confesar y solicitar la amnistía. Y también se dio espacio a las reparaciones aunque, obviamente, no se iba a deshacer todo el daño de las injusticias del pasado. Pero no ha habido culpabilidad colectiva ni reconocimiento colectivo del dolor y el sufrimiento de los negros. Y ese es un gran desafío en Sudáfrica. Si le preguntas ahora a jóvenes blancos, muchos dirán que nacieron después de 1994 y que aquello no tiene nada que ver con ellos. Y les resulta difícil entender, ya sabes, cómo siguen beneficiándose del pasado. Así que lo que tenemos es una comprensión miope de cómo nuestro pasado y nuestro presente están tan entrelazados. Se ha descuidado la cuestión de la culpabilidad y el reconocimiento.
Transición política pero no económica
P: ¿Qué queda de aquella gran esperanza de 1994 de construir una sociedad más justa, de aquella nación arcoiris, como dijo Nelson Mandela?
R: Mira, muchos hoy lamentamos aquello de la nación arcoíris. Creo que todos fuimos cómplices por creérnoslo. Aquello de que el mundo está orgulloso de nosotros. Ahora todos son libres. La vida de los negros va a mejorar. Pero desgraciadamente, y solo ahora de forma retrospectiva, podemos cuestionar algunas de las decisiones que se tomaron en ese momento. Estábamos atrapados en la euforia. Y asumimos que teníamos un acuerdo político que resultó en la libertad política, y asumimos que la economía iba a formar parte de él. Y ahora sabemos que no es así como funciona. Si se negocia una transición, debe negociarse también la parte económica. Así que tenemos una constitución. Tenemos una democracia estable, a pesar de todos, todos los desafíos. No tenemos una guerra civil ni nada parecido. Pero dejamos de lado todo lo que respecta a la economía.
P: ¿Es por eso que algunas personas negras hoy se sorprenden a sí mismas pensando si su vida no era mejor con el apartheid?
R: Mucha gente, lamentablemente, debido a su enfado y, ya sabes, a la decepción, piensa así. Creo se debe, probablemente, a las expectativas que tenía la gente. La gente creía firmemente que sus vidas iban a cambiar para mejor. Y creo que para mucha gente, probablemente sea más fácil razonar por qué los blancos nos hicieron lo que nos hicieron. Y les sea mucho más difícil entender por qué su propia gente, sus iguales, no hayan mejorado su situación en estos 30 años.
P: ¿Sigue habiendo racismo en la sociedad sudafricana?
“La naturaleza del racismo ha cambiado, ya no es evidente, ahora el racismo es sutil“
R: Antes de 1994 tenías el racismo manifiesto que era fácilmente identificable. ¿Qué ha pasado? Después de 1994, la naturaleza del racismo ha cambiado. Ya no es evidente, el racismo es sutil. El racismo se manifiesta en microagresiones, en el puesto de trabajo, en la oficina, en la administración, en las universidades. Por ejemplo, los estudiantes negros se quejan de que en universidades como la Universidad de Ciudad del Cabo, la Universidad de Stellenbosch, siguen sin sentirse bienvenidos. Se sienten como que no pertenecen a ese lugar. Las universidades históricamente blancas se han comprometido a transformarse. Esas universidades, en términos de número de estudiantes, ahora son predominantemente negras, pero la cultura institucional blanca permanece. Y los estudiantes negros se sienten excluidos y marginados por el color de su piel.
Lo primero es reconocer la situación
P: ¿Qué salida hay a este atolladero? ¿Qué se ha dejado de lado y debería de empezarse ya a hacer?
R: No se trata de crear un discurso de usted tiene la culpa o su gente tiene la culpa, y nosotros somos las víctimas. Si vas por ahí vas a terminar en lo que tenemos ahora, que es una negación y una actitud defensiva. Lo primero que hay que hacer es reconocer que ocurre. Reconocer las injusticias del pasado y el hecho de que siguen afectando a las personas hoy en día. Se trata de legitimar el sufrimiento y la humillación que han sentido los negros. Se han hecho investigaciones en otros lugares y se ha visto que, una vez que eso sucede, es más fácil para las personas avanzar. Porque si no eres capaz de reconocer que los desafíos que afronto de se deben a lo que ocurrió en el pasado a los míos, entonces nunca lo olvidaré. Ese es el punto de partida obvio. Y a partir de ahí todo puede avanzar. No basta con tener elecciones libres y justas, y poder votar. No es suficiente con que podamos sentarnos todos juntos en el mismo lugar. Son cosas superficiales. Hay muchos problemas más profundos que deben abordarse.