El campo pide menos burocracia y un Pacto Verde realista a la UE: "Si no somos rentables, no tenemos sostenibilidad"
- Los agricultores europeos critican que “no se exija nada” a las importaciones de terceros países
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Domenico trabaja en su negocio familiar, Buondioli, que produce cada año entre 20.000 y 24.000 litros de aceite de oliva en una superficie de 25 hectáreas.
Este agricultor de poco más de 30 años trabaja en Carpino, en la región sureña italiana de Puglia. La empresa tiene cuatro trabajadores estables y durante el año contratan a otros cuatro temporeros. Se levanta temprano, entre las 5:00 y las 5:30 la mayoría de los días, y trabaja una media de diez horas cada día. "Por la mañana vamos al campo y por la tarde estoy en la oficina. Mi trabajo está dividido en dos, uno puramente agrícola y el otro es más de oficina", explica a RTVE.es.
Como él, miles de agricultores en la Unión Europea ven estas elecciones como una oportunidad para que se actúe sobre las exigencias que reclaman desde hace meses. "Las instituciones europeas deben continuar con la investigación y las innovaciones sobre los cultivos y los recursos que se necesitan para las cosechas”, comenta a RTVE.es. “Necesitamos que se valore la producción local y sería bueno que ayudaran a las pequeñas empresas para que den a conocer sus productos. En nuestra empresa tenemos un producto local que no es muy conocido y un producto similar llega de otros países a mitad de precio”, lamenta.
A unos 1.700 kilómetros de distancia, en la localidad de Torvizcón —en plena Alpujarra de Granada—, vive José, un agricultor que regenta la empresa Rústicas Socamal S.L. Se trata de una pequeña sociedad de dos personas que en época de cosecha contrata de forma temporal a otras tres o cuatro personas y que produce frutos secos y uva de vinificación.
A sus 62 años lleva toda la vida trabajando en esta pequeña sociedad que produce entre 40.000 y 50.000 kilogramos de almendra y entre 15.000 y 20.000 kilos de uva al año. Ahora es época de azufrar (poner azufre a la viña), para lo que se levanta cada mañana a las 6:00. Prácticamente, todo su trabajo es manual, solo emplea maquinaria para cultivar y para la recolección.
José asegura que desde que empezó a trabajar, “las cosas han cambiado a peor”. “Principalmente por la climatología. La sequía nos está haciendo bastante daño. Hay menos producción y el precio de la almendra ahora está muy mal”, comenta este agricultor andaluz, quien critica la “famosa PAC”, la Política Agraria Común. “Cada día está más complicada, con más requisitos, más recortes… Va a peor”, añade.
En la Unión Europea, la industria y los servicios relacionados con la agricultura y la alimentación representan más de 44 millones de puestos de trabajo. Solo el sector agrícola da trabajo regular a 20 millones de personas.
Los agricultores europeos se quejan de que se enfrentan a una caída de los precios de venta, una fuerte regulación por parte de Bruselas, el cambio climático e importaciones de terceros países baratas, entre otros problemas.
A principios de año, decenas de miles de agricultores dejaron sus maquinarias, se montaron en sus tractores y salieron a las calles de las principales ciudades europeas como Madrid, Bruselas, Berlín, París y Roma. A pocos días de las elecciones europeas, la agricultura y la sostenibilidad están en el centro del debate.
Menos trabas burocráticas
El sector agrícola siempre ha visto con recelo las medidas introducidas por Bruselas para renovar su PAC, el sistema de subsidios de 55.000 millones de euros al año sobre el que se ha basado la seguridad alimentaria de Europa durante más de seis décadas.
Los agricultores se oponen a la regulación excesiva, especialmente la que está en vigor en toda la UE. Bruselas ha establecido nuevas normas para las subvenciones, como el requisito de dejar el 4% de las tierras agrícolas en barbecho, lo que implica no utilizarlas durante un periodo de tiempo, así como la obligación de reducir el uso de fertilizantes en al menos un 20%.
“Tenemos una PAC que ha nacido mal y que pone exigencias burocráticamente imposibles de cumplir”, denuncia el secretario de la Asociación Agraria de Jóvenes Agricultores (ASAJA), Juanjo Álvarez. “No nos dejan producir, que es lo que sabemos hacer. Ponen prohibiciones de todo tipo (...). Lo que necesitamos es una flexibilización de la PAC, un presupuesto adecuado y que la UE considere el sector agrario como un sector estratégico. Somos los que estamos alimentando a la población”, subraya.
Por su parte, Paolo Di Stefano, jefe de Asuntos Internacionales y de la UE de Coldiretti —la principal organización de empresarios agrícolas en Italia— pide que haya “políticas más innovadoras para poner mayor valor añadido a la producción agrícola”. “Un presupuesto de la PAC que sea coherente con los objetivos de la transición ecológica y económica, adaptado a los desafíos”, recalca.
Los agricultores europeos también denuncian la “burocracia asfixiante” que erosiona la rentabilidad de los cultivos. En este sentido, la Comisión Europea aclaró el pasado jueves el concepto de “fuerza mayor” en el sector agrícola para reducir la carga administrativa de los agricultores y facilitar la obtención de pagos.
“La PAC cada año sale con modificaciones y con más trabas, con unos tiempos determinados de labranza y todo eso afecta”, denuncia José.
El jefe de la oficina de la Confederación de Agricultores de Portugal en Bruselas, Duarte Mira, señala que, “en vez de ocupar su tiempo en el campo”, los agricultores “están más del 50 o 60% del tiempo haciendo trabajo en casa, con el ordenador”. “Así no se puede estar. Es imposible producir”, añade.
Mismas reglas del juego para productos de terceros países
Asimismo, los agricultores europeos rechazan las importaciones de terceros países porque presionan los precios europeos sin cumplir con los estándares impuestos a los agricultores comunitarios. Además, el acuerdo comercial entre la Unión Europea y Mercosur ha avivado el descontento por la competencia desleal en carne, cereales y azúcar.
“Tenemos que desarrollar una política comercial europea coherente y justa”, comenta el secretario de Relaciones Internacionales de la Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA), José Manuel Roche. “Tenemos que competir con alimentos que entran de terceros países. Eso se llama competencia desleal. No se aplica el principio de reciprocidad por parte de la UE y eso hace que nuestras explotaciones dejen de ser competitivas”, explica.
“Es muy importante para nosotros que haya un control más exhaustivo en todos estos alimentos que entran de terceros países y que nada tienen que ver. Estos alimentos no se producen en las mismas condiciones con las que nos obligan a producir a nosotros”, añade.
Desde la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), su secretario general, Miguel Padilla, denuncia que la legislación de la UE es “la más estricta del mundo”. “En cambio, a los productos que vienen de terceros países no se exige nada”, critica.
“Estamos en contra de que las reglas del juego no sean iguales y, por tanto, nos afecte de forma importante y no se puedan competir con esas importaciones”, añade Padilla.
Conciliar el cambio climático y la producción de alimentos
El sector agrícola representa el 11% de las emisiones de gases de efecto invernadero de la Unión Europea y está cada vez más alarmado por las normas de la estrategia “De la granja a la mesa” del bloque comunitario, que forma parte del Pacto Verde.
Los objetivos de esta estrategia incluyen reducir los pesticidas a la mitad para 2030, así como el uso de fertilizantes en un 20% y duplicar la producción orgánica hasta alcanzar el 25% de todas las tierras agrícolas de la UE.
“Cuando se trabaja en estas estrategias no se tiene nada en cuenta el impacto que esto tiene en el sector agrario. Al final, lo que están haciendo es eliminar las herramientas que tenemos para producir alimentos y para trabajar sin buscarnos alternativas”, afirma Roche, quien subraya que “no nos oponemos al Pacto Verde ni a la Agenda 2030”. “Somos los que sufrimos el cambio climático en las cosechas y somos los más interesados en revertir esta situación”, añade.
Desde ASAJA, Álvarez señala que “nos piden que seamos sostenibles, pero si no somos rentables, no tenemos sostenibilidad”. “Tiene que haber una rentabilidad económica para que no se abandonen las explotaciones”.
Los fenómenos meteorológicos extremos debido al cambio climático afectan cada vez más a la producción. En febrero, algunos embalses de agua en el sur de España tenían solo el 4% de su capacidad. Actualmente, la reserva hídrica en las Cuencas Mediterráneas Andaluzas está a poco más del 30% de su capacidad, según datos del Boletín Hidrológico del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico publicados el 21 de mayo.
“La sequía es un gran problema para nuestro negocio”, admite Domenico. “Si no llueve, los olivos no dan fruto. En verano, cuando hace mucho calor, tenemos que utilizar agua artificial para poner agua extra a los árboles”, explica este agricultor.
El problema de la sequía afecta principalmente a los países del sur de Europa. “Tenemos un clima mediterráneo que cada vez sufre más con las alteraciones climáticas”, indica Mira. Por ello, cree que “es necesario tener un programa para retener el agua cuando llueve” y es “fundamental que haya un plan ibérico hidrográfico”.
Ayudas a los jóvenes agricultores para el relevo generacional
En 2020, cerca del 60% de los administradores de explotaciones agroganaderas en la Unión Europea tenían al menos 55 años y solo el 12% era menor de 40 años, según datos del Parlamento Europeo.
El caso de Domenico es excepcional. Este joven agricultor asegura que su trabajo es lo que necesita “para sentirme bien”, aunque entiende que haya personas “que no quieran hacer esto o no les guste”. “Normalmente se implica en la agricultura gente mayor. No hay un relevo generacional y es difícil encontrar colaboradores durante el año”, indica.
En Granada, José admite que le gusta su trabajo, aunque “las cuentas no salen del todo”. “Ya hay que aguantar lo que queda”, admite este agricultor, que no sabe quién asumirá ese trabajo en sus terrenos cuando se jubile. “Es la pregunta del millón. No sé si habrá continuidad o no. Si mi hijo, que está ahora trabajando fuera, quiere hacerse cargo o volver. Si no, se quedará como se van a quedar la mayoría de las explotaciones de este país: abandonada”, lamenta.
Ante todos estos problemas denunciados por los agricultores europeos, piden que en la próxima legislatura las instituciones de la UE “tomen decisiones y presenten propuestas basadas en el equilibrio entre la economía, el medio ambiente y los aspectos sociales de nuestra agricultura”, señala Di Stefano.
“Es muy importante que los nuevos eurodiputados y miembros de la Comisión Europea que salgan después de las elecciones se sienten con los representantes de los agricultores y ganaderos. Confiamos en que el sentido común prime en los próximos cinco años”, añade Roche.
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