Un río que desembocó en una prisión: Meryem, el "primer caso de una europea" que sufre una devolución en caliente
- Meryem es francesa y huyó de Turquía a Grecia a través del río Evros, donde fue devuelta a pesar su documentación
- La ciudadana comunitaria está encerrada en la actualidad en una cárcel otomana
Meryem* cruzó la frontera y enseñó con miedo su documentación francesa. Acababa de atravesar en una patera el río Evros y estaba en Grecia, atrás quedaba Turquía. Pero ese gesto burocrático de identificarse ante un guardia fronterizo la inquietaba porque no se encontraba en una aduana, sino en medio de la nada, entre campos de cultivo. Meryem, su marido y un grupo de afganos habían entrado de manera irregular a Europa a través de la mancha de agua que sirve de linde entre los dos países. Con sus papeles en la mano, los policías helenos les mandaron callar y, acto seguido, el grupo fue enviado por la Policía a un terreno rodeado por alambradas.
Era el 19 de octubre de 2021 y "el mundo dejó de girar" explica Azra, hermana de la protagonista de esta historia, desde su casa en París. Ese día, Meryem fue devuelta a Turquía por las autoridades griegas y, desde entonces, vive encerrada en prisión. "Somos cinco hermanos muy cercanos los unos con los otros", narra desde la capital francesa su familiar. "Casi cada día, nos hablamos por teléfono. Y, ahora, solo podemos verla dos veces al mes en la cárcel, dos oportunidades para tocarla", evoca.
El DNI de Meryem era verdadero, así como su libro de familia, otro documento con el que viajaba la mujer que cuenta con doble nacionalidad: francesa y turca. En este relato, en cambio, su nombre y el de su hermana, son falsos. Las dos mujeres ocultan sus identidades a los medios de comunicación por miedo a represalias.
“Soy francesa y estaba en territorio europeo”, expresó Meryem en su denuncia por haber sufrido una "devolución en caliente" ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Este concepto significa, según Amnistía Internacional, que un país expulsa a una persona migrante a otro Estado sin que pueda solicitar asilo o apelar judicialmente contra ese acto.
“Las autoridades griegas son responsables de mi situación actual”, afirma la mujer en el informe judicial, donde narra con detalle su entrada y expulsión de Grecia.
Los motivos de Meryem para huir de Turquía
Tras el intento de golpe de Estado contra el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, en 2016, la Policía detuvo a miles de ciudadanos como represalia. El Gobierno centró su acción contra las personas e instituciones a las que consideraba seguidoras del clérigo Fethullah Gülen.
Este predicador islamista fue aliado del actual mandatario turco hasta que se distanciaron tras las protestas callejeras de 2013 y tras un gran juicio por corrupción que afectó a los hijos de varios ministros del Gobierno de Erdogan. Tras ello, el Estado empezó a tratar a los simpatizantes de Gülen como terroristas. En informes del Ministerio del Interior turco se les denomina con las siglas FËTO (Organización terrorista fetullahista).
En septiembre de 2013, tres años antes del golpe, Meryem se había mudado a la ciudad turca de Konya para estudiar Teología. Tras el intento de derrocamiento, el campus de su facultad fue objetivo de la Policía: unos 60 estudiantes, compañeros suyos, fueron detenidos.
Dos años después, en abril de 2018, las fuerzas de seguridad registraron su domicilio, la arrestaron y la acusaron de vínculos terroristas. El juzgado la declaró culpable de colaboración con FËTO y fue condenada a seis años y tres meses de prisión. Fue puesta en libertad a la espera de que se resolviese un recurso ante el Tribunal Supremo de Turquía.
Las tres pruebas contra ella, según Meryem enumera en el escrito ante el Tribunal Europeo de Derechos Humanos, fueron: tener una cuenta en Bank Asya (según las autoridades, parte de la red gülenista); haber telefoneado a una librería donde trabajaba otro detenido y, finalmente, el chivatazo de una conocida. Los tres hechos tienen, de acuerdo con las autoridades judiciales turcas, un nexo con el movimiento detrás del golpe de Estado.
La persona que delató a Meryem ante la Policía la relacionaba con otro estudiante también encarcelado por cercanía con el considerado grupo terrorista. Sin embargo, la denunciante retiró después las acusaciones, pero las autoridades no lo tomaron en cuenta.
La seguridad, al otro lado del río europeo
Mientras Meryem esperaba la decisión definitiva del Alto Tribunal, se casó con su pareja, de origen turco, y empezó a trabajar como teleoperadora. En el verano de 2021, apareció un conocido que les propuso escapar del país en avión. Fue una estafa, le entregaron el dinero que pedía por hacer la vista gorda en el control de pasajeros; sin embargo, el hombre nunca cumplió con su parte del acuerdo.
Un mes más tarde, el Alto Tribunal turco empezó a resolver los recursos de los encausados por el golpe de Estado: pedía el ingreso en prisión de otros condenados en circunstancias similares a las de Meryem y su marido. Ante estas noticias, tomaron la decisión de salir del país por la frontera terrestre con Grecia.
“No queríamos que la Policía viniera a buscarnos a nuestra casa” como había pasado tres años antes, explica la ciudadana francesa. Vendieron sus posesiones y Meryem dimitió de su trabajo.
El 16 de octubre iniciaron su viaje hacia Europa. Una vez que cruzaron el río Evros y pisaron suelo comunitario, Meryem llamó a la Embajada de Francia en Grecia. La cobertura no era buena y la señal iba y venía. Así que avisó a su hermana Azra para que informara a todas las autoridades que considerara relevantes para que estuvieran prevenidos.
“Por mi lado, hablé con la Embajada de Grecia en París”, enumera Azra al recordar sus pasos aquel día. La respuesta fue tranquilizadora: le decían que no se preocupara, que “Grecia es un país seguro" y que, como iba a estar a cargo de la guardia fronteriza, "no había ningún riesgo”, recuerda hoy en día.
En cambio, de vuelta al 19 de octubre de 2021, Meryem, su marido y el resto de personas que habían cruzado esa mañana con ellos a Europa pasaron más de seis horas encerrados en el terreno cercado por alambradas. Ella recordaba a los carceleros que es francesa, les mostró el libro de familia que da fe de su matrimonio y les rogó que no les devolvieran a Turquía porque son perseguidos por el Gobierno de Erdoğan. Los policías le dieron un vaso de agua y abofetearon, sin motivo aparente, a otro prisionero delante de ella.
La breve estancia de Meryem en Grecia terminó como empezó: con un viaje por el río Evros. La guardia helena obligó a todo el grupo que había cruzado esa mañana a embarcarse en una balsa hinchable sin chalecos salvavidas y navegar de vuelta a Turquía. Arribaron a una base militar, era de noche y había llovido.
Meryem y su marido estaban empapados y deambulaban por las carreteras de la ciudad fronteriza de Edirne con las deportivas dadas de sí por la marcha y sin cordones, que la policía griega se negó a devolverles. Las gomas de sus mascarillas contra el covid-19 afianzaban su calzado para que no se desgajase. En esas condiciones, se entregaron a la Policía.
Primera denuncia por la devolución de una ciudadana europea
Francia ha decepcionado dos veces a Meryem, expone Omer Shatz, director legal de Front-Lex, una asociación de abogados que ofrece apoyo legal a las víctimas de las fronteras de la Unión Europea.
Primero, "la embajada de Atenas y el consulado de Salónica [el más cercano a la frontera] estaban informados del cruce por el río Evros de Meryem y su marido y del riesgo para sus vidas si eran devueltos a Turquía", razona Shatz. Después, el Gobierno rechazó unirse al proceso judicial contra Grecia presentado en febrero de 2022 en el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Fuentes del Ministerio de Exteriores francés confirman a RTVE que están pendientes de la causa y que su compatriota "cuenta con protección consular y ha recibido cuatro visitas en prisión" por parte del personal de la embajada. El Ministerio de Interior griego, sin embargo, no ha hecho comentarios.
"Este es el primer caso de una devolución en caliente de una ciudadana de la Unión Europea", argumenta el letrado. En su opinión, la mujer fue tratada como una inmigrante irregular por vestirse con el velo islámico: "Grecia la sigue describiendo así en sus alegaciones judiciales a pesar de su documentación europea".
La defensa de Meryem reclama a la Corte europea dos millones de euros para compensar los daños sufridos por los seis años que se prevé pase en prisión. También, como explica Shatz, el juicio persigue "una declaración de que la política en las fronteras comunitarias es racista", explica, "este sería el mejor resultado para todos, incluidos las decenas de miles de personas que buscan asilo en Europa", argumenta.
Desde Turquía, donde Meryem realizó su denuncia ante la Corte europea, se lamenta de lo cerca que estuvo de terminar su pesadilla: "Podría haberme reencontrado con mi familia si las autoridades griegas no me hubieran deportado ilegalmente".
Hace dos años que se presentó la causa. Desde entonces, Meryem y su equipo legal aguardan la resolución. "En prisión, fabrica pulseras, colgantes y llaveros", narra su hermana Azra, "y nos lo envía para agradecernos; nos dice que es la única manera que tiene de reconocer que estemos ahí para ella", razona.
Meryem y su marido se encuentran en la cárcel de Kayseri Bünyan, en el centro del país. De vez en cuando, pueden estar juntos durante unos minutos. Desde París, sin embargo, Azra siente pasar el tiempo de su hermana entre rejas: “A ella le tortura el pensamiento de que se están consumiendo los mejores instantes de su vida. Tiene 34 años y quería ser madre, tener muchos hijos y cuidarlos”.
*Meryem no se llama Meryem, pero a esta ciudadana europea le gustaría bautizar así a su hija. Por eso, usa este nombre falso para contar su historia.