Matar al mensajero: el negacionismo pone en su diana a las comunicadoras del cambio climático
- Un grupo de divulgadoras lanza un manifiesto contra el creciente acoso que sufren
- Los mensajes de odio, con connotaciones misóginas, buscan silenciarlas, según los expertos
Tras recibir oleadas de odio e insultos en redes sociales, un grupo de comunicadoras y divulgadoras sobre cambio climático han dicho basta. A través de un manifiesto, han denunciado “una campaña orquestada de acoso” que incluye amenazas de muerte o intentos de hackeo de sus cuentas, y que se ensaña especialmente con las mujeres del sector, que reciben un “odio exacerbado” y mensajes “con claras connotaciones misóginas”.
En redes como X, antes Twitter, o Tiktok, el acoso por parte de negacionistas del cambio climático y seguidores de teorías de la conspiración ha ido en aumento, llevando a muchas de ellas a apartarse temporalmente o definitivamente de las redes, o a replantearse su actividad. “La discusión sobre el cambio climático ha quedado muy atrás, ahora en vez de atacar al mensaje, atacan al mensajero”, explica Valentina Raffio, periodista científica en El Periódico y una de las impulsoras del manifiesto tras recibir miles de mensajes ofensivos e incluso montajes con sus fotos.
“ La discusión sobre el cambio climático ha quedado muy atrás, ahora en vez de atacar al mensaje, atacan al mensajero“
“Cuando recibes tanto odio en las redes sociales a nivel mental te afecta muchísimo, tienes que lidiar con problemas de ansiedad, con miedo incluso”, señala por su parte Isabel Moreno, meteoróloga, divulgadora sobre el clima y también firmante del manifiesto. Esto tiene consecuencias en su propósito de divulgación: “Yo ahora interactúo mucho menos en las redes sociales que antes”.
Ataques para silenciar y "expulsar" de las redes a quienes divulgan
Precisamente, el “objetivo” de estos grupos negacionistas es silenciar a quienes divulgan la cruda realidad climática, según Raffio. “Me genera mucha pena que las personas que nos dedicamos a hablar de estos temas terminemos dando un paso atrás, porque si nos apartamos, ¿qué mensajes son los que predominan en las redes sociales?”, se pregunta Moreno. Recuerda que, aunque las redes “no son el reflejo de la sociedad”, una importante parte de la población, sobre todo los más jóvenes, se informan a través de este medio.
“Si nos apartamos, ¿qué mensajes son los que predominan en las redes sociales?“
Los autores de estos mensajes no centran sus ataques en ciertas comunicadoras porque las odien personalmente, sino que siguen una estrategia concreta. Según explica Teresa Moreno, investigadora del CSIC especializada en el negacionismo climático, “los ataques personales o las falacias ad hominem son muy utilizadas dentro de Internet porque se enfocan en el desgaste de figuras prominentes dentro de algunos movimientos”. Con ello, buscan “expulsar de las redes sociales a ciertas personas porque ya no les merece la pena el coste personal de seguir haciendo activismo”.
El negacionismo de la COVID y el climático, dos caras de la misma moneda
El manifiesto, publicado a inicios de mayo, recibió el apoyo de colegios y asociaciones de periodistas, centros de investigación, sindicatos o incluso de la oficina de la ONU en España o la vicepresidenta Teresa Ribera. En él, apuntan a que el acoso se ha recrudecido “desde hace unos meses”. Pero, ¿cuándo empezó todo?
La pandemia, como en tantos otros aspectos, supuso un punto de inflexión. Para Teresa Moreno, “las teorías de la conspiración y los negacionismos de las versiones oficiales han existido siempre”. La diferencia es que, a raíz de “una época de incertidumbre” como fue la crisis del coronavirus, estos discursos “empezaron a estar en el centro del debate en redes”. A ello se une que internet “ofrece posibilidades mucho mayores”, permitiendo que estos discursos lleguen a personas a las que antes no alcanzaban.
“Después de la pandemia, todos los movimientos negacionistas se han ido radicalizando, y ya en los últimos meses el ambiente era prácticamente irrespirable”, señala por su parte Raffio. Si en tiempos de la COVID-19 estos discursos se centraban en cuestionar el origen del virus o -sobre todo- las vacunas, ahora han mutado para cuestionar la existencia del cambio climático y señalar a quienes informan sobre ello como responsables de una conspiración.
Para las autoras del manifiesto, el negacionismo es un fenómeno que “se va moldeando con los diferentes temas”. “En muchos de los comentarios que recibimos no solo se habla del clima, sino también de las vacunas. Uno de los insultos que más recibimos es ‘tú te vacunaste, ¿verdad?”, ejemplifica Raffio.
Organizados en Telegram y visibles en X: así funciona el acoso
También coincide Marcelino Madrigal, experto en desinformación y redes, quien apunta que “todas las narrativas se mezclan porque en definitiva las reciben las mismas personas”. Se engloban, señala, en una “batalla cultural” contra la Agenda 2030, los objetivos de desarrollo sostenible de Naciones Unidas a la que estos colectivos sitúan como guía de una gran conspiración para empobrecer o controlar a la población mundial.
Según explica la analista de redes sociales Mariluz Congosto, los autores de los ataques se organizan primero en plataformas de mensajería instantánea como Whatsapp o, sobre todo, Telegram, para después “lanzar campañas en redes sociales mucho más visibles, como puede ser Instagram o TikTok”. En estas últimas es, además, donde se concentran los perfiles más jóvenes y donde se da una mayor viralidad.
Raffio y otras comunicadoras lo han sufrido en su propia piel. “En un grupo de Telegram con unos 300.000 suscriptores se pasó un tuit mío hablando de negacionismo y se me señaló como el enemigo”. Sus integrantes celebran además como victorias el hecho de que se retiren durante unos días de las redes por el acoso recibido.
“En un grupo de Telegram con unos 300.000 suscriptores se pasó un tuit mío hablando de negacionismo y se me señaló como el enemigo“
También los meteorólogos de El Tiempo de TVE sufren este tipo de mensajes organizados, y muchos de ellos "amenazantes", según señala Núria Seró, de este equipo. Registran ciertos "picos" de este tipo de mensajes, que se dan "cuando hay anomalías de temperatura por calor o cuando hace muchos días que no llueve", campo abonado para sus teorías.
Tras coordinarse en Telegram, X es una de sus redes predilectas, en la que las comunicadoras han notado menor moderación de los contenidos después de que la comprara el magnate Elon Musk. Este permitió volver a muchas cuentas canceladas y dio pie a una “degeneración de la red con más permisividad de mensajes radicales”, según Congosto. Teresa Moreno se expresa en la misma línea: las redes buscan el “engagment”, que los usuarios permanezcan y participen en ellas, y esto viene de mensajes “que pueden generar una enorme cantidad de reacciones”, como el contenido extremo. “No hay un interés por parte de las plataformas como negocio millonario de poner un freno claro a la difusión de contenido extremo”, lamenta.
Discursos que "contribuyen a crear la duda en la sociedad"
Aunque el acoso se da en la esfera digital, sus consecuencias son muy reales. Además de en los propios informadores y activistas, esta periodista alerta del “peligro para la sociedad” de que se “siembre la idea de que el cambio climático es un campo de batalla con dos extremos igual de válidos, la ciencia por un lado, y el negacionismo por otro”.
Para Moreno, la difusión de estos discursos “contribuyen a crear la duda en la sociedad”. Más allá de quienes lanzan estas teorías de la conspiración, ya convencidos, la amplificación de sus mensajes puede hacer que lleguen a personas ajenas a la cuestión climática, y que estas terminen por cuestionar “un consenso científico sobre el que hay unas evidencias en torno al entre el 90 y el 100%”.
Esta duda, en último término, lo que provoca es que se pierda “un tiempo muy valioso” que se podría invertir en “cómo acelerar la acción climática”, según Raffio, y que en cambio se utiliza para “hacer frente a esta amalgama de desinformación, negacionismo y odio que no nos lleva a ninguna parte”. La ciencia es muy clara al respecto, y recuerda que la humanidad tiene “un margen muy reducido para actuar” si quiere evitar los efectos más devastadores del cambio climático, como señala por ejemplo el Grupo Intergubernamental de Cambio Climático de la ONU (el IPCC).
Además, si se crea un ambiente digital enrarecido y donde prima el debate violento, se aparta a la gran mayoría de personas que quieran divulgar sobre el cambio climático, apunta esta periodista científica: “No quiero que en un futuro los únicos que puedan hablar de crisis climática sean gente a la que le guste la polémica”.
Un odio específico por ser mujeres
Los ataques de los negacionistas van contra los comunicadores sobre el clima en general, aunque las mujeres reciben una violencia especialmente intensa. “Además de recibir el odio que estamos recibiendo por hablar de cambio climático, recibimos odio por ser mujeres”, expone Moreno, y lo explica gráficamente: “A nuestros compañeros hombres no les dicen cosas como ‘para dejar de decir tantas tonterías necesitas un buen hombre que te empotre bien contra la pared’”. "Normalmente se ataca la ideología contraria, pero si es mujer tiene un plus de insulto, más en lo personal", apunta por su parte Congosto.
“A nuestros compañeros hombres no les dicen cosas como 'para dejar de decir tantas tonterías necesitas un buen hombre que te empotre bien contra la pared'“
Este tipo de mensajes misóginos forma parte de la llamada desinformación de género, un fenómeno mucho más amplio, como explicaba aquí VerificaRTVE. “Hay un elemento de género muy importante en el disciplinamiento de ese tipo de figuras”, coincide la investigadora del CSIC Teresa Moreno. El objetivo es “enfocarse en las vulnerabilidades de las activistas, las científicas, o las comunicadoras por ser mujeres” para así expulsarlas de las redes y mantener “el statu quo”. Pasó, por ejemplo, con Greta Thunberg, explica. En el cénit del movimiento climático, en 2019, grupos extremistas buscaron desacreditar al ecologismo apuntando a la que era su rostro más reconocible: atacándola por su edad, sexo o por ser neurodivergente.
Pero aunque se ausenten por temporadas de las redes, o participen menos en ellas, ni Valentina Raffio ni Isabel Moreno quieren dejar de divulgar sobre un asunto esencial para la existencia del ser humano. “Soy una persona extremadamente cabezona y no he querido renunciar a mi trabajo y a seguir escribiendo sobre el tema”, apunta la primera, mientras que Moreno, preguntada si vale la pena seguir a pesar de todo el caso, responde, segura: “Tiene que merecer la pena, porque al final es muchísimo lo que nos estamos jugando”.
¿Cómo actuar frente a estos mensajes?
Abordar los mensajes de odio en redes es un terreno resbaladizo, pues se corre el riesgo de limitar la libertad de expresión. El analista Marcelino Madrigal es “amigo de la autorregulación”, asegura, y defiende que el usuario debe estar en “la primera línea de frente”. Congosto, por su parte, también se muestra contraria de “las leyes que prohíban” y apuesta por una “educación digital”, para que el público identifique las mentiras y no difundirlas o que no entren en conversaciones con quienes insultan: “No alimentar al trol. No entrar al trapo”, resume.