'La patria perdida': la decadencia de la Yugoslavia de Milosevic en un intenso drama maternofilial
- RTVE.es entrevista al director Vladimir Perišić: "Lo que pasa en la película es lo que pasa ahora con Europa"
- La película está ambientada en manifestaciones estudiantiles contra el régimen en 1996
En el invierno de 1996, las calles de Belgrado fueron testigos de una serie de manifestaciones que marcaron el comienzo del fin del régimen de Slobodan Milošević. Miles de estudiantes, armados solo con su determinación, se enfrentaron a un gobierno autoritario que se negaba a escuchar las voces de su pueblo. Es en este contexto histórico de resistencia y esperanza se sitúa La patria perdida, una película que no solo retrata la lucha por la democracia, sino también el desgarrador conflicto personal entre una madre y su hijo, atrapados en lados opuestos de la batalla política.
Al igual que el protagonista de su película, el director Vladimir Perišić también vivió las consecuencias del conflicto y la guerra. Originario de Belgrado, en la entonces Yugoslavia y ahora Serbia, Perišić creció en un entorno marcado por cambios profundos y tensiones políticas. Estas experiencias personales influyeron significativamente en su visión y en su obra cinematográfica.
Las vivencias del director entrelazadas con su protagonista
“Las protestas del 96, fueron un momento muy importante en mi vida porque me hicieron sentir la revolución. El ambiente de estas protestas eran casi carnavalescas, y fueron la luz en la oscuridad de los noventa en Yugoslavia”, comenta el director a RTVE.es. “Este momento permitió que nos liberáramos y en mi caso personal me hicieron una persona más fuerte”, añade.
Tras completar sus estudios en Belgrado, en 1997 con 21 años, el director decidió emigrar a París, buscando continuar su carrera en un entorno más estable y alejarse de las tensiones políticas de su país natal. En la capital francesa, encontró un espacio donde desarrollar su talento y sin perder la conexión con las complejas realidades que marcaron su juventud, lo que le ha llevado a realizar esta película. “Empecé a entender que pasaba en Yugoslavia y como consecuencia me marché a Francia”, confiesa Vladimir. Otro de los incentivos para la creación de la película fue el suicidio de la hija de Ratko Mladic, responsable de la peor masacre en Europa desde la Segunda Guerra Mundial.
La patria perdida sigue la vida de Stefan, un joven idealista inmerso en las protestas estudiantiles, y Milena, su madre, una ferviente portavoz del régimen corrupto. Mientras Serbia se tambalea al borde del cambio, madre e hijo deben enfrentar sus propias convicciones.
Dilema entre justicia y lealtad familiar
Perišić subraya la intencionalidad universal de su película, buscando resonar con audiencias más allá de Serbia. "Quería que el espectador se sintiera como su protagonista y se hiciera la pregunta de si se puede llevar a cabo una doble lealtad, a la justicia y al amor de una madre. Creo que ese dilema es universal”.
Es una obra que va más allá de un simple conflicto entre madre e hijo. En su núcleo, la película explora las profundas divisiones políticas y sociales que marcaron a Serbia durante las protestas estudiantiles de 1996.
“Cuando trabajamos con el guion, pensamos en escribir una historia para gente que no conocía la historia de Serbia e intentar hacerlo relevante ahora con las elecciones europeas y el ascenso de la extrema derecha. Queríamos que el público de España o de Francia pudiera sentirse identificado con el dilema de los protagonistas. No quería contar una historia sobre el pasado, sino que mi intención es hacerlo atemporal y que el espectador actual se pudiera sentir identificado con el problema de Stefan y su afán de revolución contra un sistema impuesto. No es una película histórica sobre el pasado, sino que refleja que esto puede suceder ahora", explica el director.
En un contexto contemporáneo donde Europa enfrenta desafíos políticos similares, demostrando que las tensiones entre justicia y lealtad familiar son atemporales. La relevancia de estos temas en el presente se hace evidente, destacando la continua lucha contra ideologías extremistas.
Repetición de la historia y desafíos contemporáneos
"Parecía que iba a ser el epílogo, pero es el principio de las ideologías fascistas. Lo que pasa en la película es lo que pasa ahora con Europa y es como el 97 en Francia", comenta Vladimir.
Las reflexiones finales de Perišić son un poderoso recordatorio de que la historia tiene una forma inquietante de repetirse. Su experiencia personal de buscar refugio en Francia le ofrece una perspectiva única, vinculando sus propias vivencias con las temáticas de la película. Perišić no sólo explora las profundidades de un conflicto personal y político, sino que también invita al espectador a reflexionar sobre los desafíos universales que siguen presentes en nuestra sociedad. A través de su arte, nos recuerda que la lucha por la justicia y la libertad es una batalla constante y atemporal.
“En tres generaciones quise explicar la historia de Serbia, desde La Segunda Guerra Mundial, hasta finales de los 90 y se ve reflejado en la figura del abuelo, la madre y el hijo”, comenta el director.
La cinta explora temas universales de amor, lealtad y justicia en un contexto de agitación política. Este relato íntimo y emocional resuena con la experiencia personal de Perišić, quien, al igual que Stefan, tuvo que encontrar su camino en medio del caos y la opresión.
Paula Tadeo Benítez Miguel es alumna del Máster en Documental y Reportaje Transmedia de la Universidad Carlos III. Esteban Ramón, jefe de Cultura, ha supervisado la elaboración completa de este texto.