Presión social por adelgazar, dificultad para viajar o aislamiento: cuando la gordofobia marca tu vida
- La educación y la representación de la diversidad corporal son claves para luchar contra esta discriminación
- Analizamos con expertos y personas que sufren discriminación por su peso los prejuicios que existen
"Para ser gorda, trabajas bien; yo pensaba que todos los gordos eran vagos". Carmen Sánchez, una activista antigordofóbica, recibió este comentario de una clienta hace unos años. Unas palabras que no ha olvidado y que reflejan la situación que muchas personas con "cuerpos no normativos" viven a diario.
Desde pequeña, Carmen se ha sentido diferente al resto. En la escuela primaria, sufrió acoso escolar, especialmente en Educación Física, donde, según recuerda, las clases estaban muy orientadas a la competitividad, fomentándose la idea de que "un cuerpo gordo es torpe y vago".
"La gordofobia es la discriminación hacia las personas gordas por no ajustarse al estándar normativo; es una opresión sistémica", afirma. Una exclusión que afecta a todos los aspectos de la vida.
Federico Luis Moya siempre tiene problemas para viajar en transporte público, especialmente en el caso de los aviones. "Te piden que compres dos asientos, pero luego cuando solicitas un cinturón adecuado te dan dos mal entrelazados". Para él, director ejecutivo de la Asociación de Pacientes Bariátricos y Obesidad, la gordofobia surge de la falta de formación e información sobre la obesidad, una enfermedad crónica y multifactorial, según explica.
Por su parte, Carmen rechaza hablar sobre obesidad o sobrepeso, ya que "patologizan los cuerpos y los asocian con la enfermedad", aunque sí defiende que se están vulnerando los derechos de las personas que sufren discriminación social por su peso.
Un estigma interiorizado en el sistema
El concepto de gordofobia sirve para designar un sesgo automático que lleva a discriminar y minusvalorar a las personas con cuerpos considerados como "no normativos" o "cuerpos gordos", especialmente en el caso de las mujeres y que se alimenta de otras discriminaciones. Una manifestación cultural que esconde un miedo consciente e inconsciente a transformarse en aquel cuerpo grande y rollizo, según apunta a RTVE.es la psicóloga Sonia Caldera.
Durante años, la estética corporal en el mundo ha ido instaurando un cuerpo esbelto y "perfecto" como una meta, una medición de la felicidad, la victoria y el triunfo, especialmente en Occidente. Un mensaje, delgadez igual a éxito, que, según apunta Caldera, ha calado profundamente en la sociedad gracias a un mercado en torno al cuidado del cuerpo fomentado por la industria farmacéutica y cosmética. "Entre el imaginario colectivo existe ese miedo a ser rechazado y a no encajar si se salen de esos estándares marcados", agrega.
La antropóloga Mireia Artacho explica a RTVE.es que el origen podría encontrarse en el machismo y en el capitalismo. "Por un lado, está todo lo relacionado con el rol y, por otro, lo que tiene que ver con la productividad. Ambos sistemas, por medio del castigo y la violencia, reafirman constantemente la norma. En este caso, unos cánones o estándares de belleza".
Esto hace que las personas con "cuerpos normativos" teman perder sus privilegios porque, como argumenta esta antropóloga, si se establece la "diversidad corporal", todas las personas que "se sacrifican" para "encajar en el canon" ya no estarán en una "situación moral o social superior".
"Querer es poder"
"¿Cuántas veces hemos escuchado el falso mensaje de que querer es poder?", se pregunta la psicóloga Sandra Ribeiro. Asegura que el estigma por el peso va más allá del tamaño corporal y tiene profundas implicaciones sociales. Una creencia común es que las personas "están gordas por pereza o descuido", pero la endocrinóloga Ana de Hollanda señala a RTVE.es que hay múltiples causas genéticas, ambientales y conductuales. Asimismo, explica que la regulación del hambre y la saciedad no es voluntaria, no es algo que se pueda controlar.
El presidente de la Asociación Nacional para Personas Obesas (ASEPO), Jesús Díaz, también subraya que hay muchas leyendas urbanas referentes al metabolismo y a la tiroides. Según apunta, se cree erróneamente que el metabolismo es "una pieza del cuerpo" y que llegando a esta pieza, "que nadie sabe describirla”, se puede bajar o subir de peso fácilmente. Díaz lleva desde los 13 años sufriendo gordofobia. "Comenzó cuando estaba en pleno desarrollo emocional y físico. En aquel momento no había información al respecto y solo me quedaba la resignación y el dolor", relata a RTVE.es.
Como resultado de los prejuicios y mitos, las personas que sufren gordofobia enfrentan estigmas evidentes. "Sufrimos angustia por la presión social para adelgazar, aislamiento, dificultad para comprar ropa y viajar en transporte público, y sobreprotección familiar", detalla. "Lucho constantemente con mi cuerpo y peso, y padezco complejos y trastornos alimentarios vinculados al estrés laboral y al entorno obesogénico (ambiente que estimula hábitos y comportamientos que conducen al exceso de peso)".
Mientras que para Díaz se debería de hablar de la obesidad como una enfermedad crónica para reconocer los derechos de las personas que la sufren, para Carmen la lucha contra esta discriminación pasa por entender la gordura no como una enfermedad, sino como un factor de riesgo más. No obstante, en lo que sí que coinciden ambos es en que no se puede diagnosticar a una persona a simple vista, como ocurre, según comentan, dentro del ámbito médico desde hace bastante tiempo.
El Índice de Masa Corporal, una herramienta obsoleta
Cada vez más informes defienden que el índice de Masa Corporal, conocido como IMC, ya no es un criterio idóneo para determinar el exceso de peso. Así lo afirma el informe sobre la Situación sanitaria y social de las personas con obesidad en España de Alianza por la Obesidad, para el que participaron 228 pacientes que reclamaban evaluaciones más completas.
Carmen explica que "se sigue utilizando el IMC como una verdad absoluta, aunque fue desarrollado en 1830 por un matemático en Bélgica para hacer estadísticas antropométricas, basándose en hombres blancos cisgénero de esa región". A esto, Federico Moya añade que existen multitud de estudios que hacen referencia a la necesidad de incluir a este índice valores como el perímetro de la cintura o la bioimpedancia, una técnica que mide la composición corporal, incluyendo la cantidad de grasa, músculo, agua y otros componentes del cuerpo.
“Se sigue utilizando el IMC como una verdad absoluta“
En este contexto, muchos médicos coinciden con pacientes en que el IMC es un indicador que se ha quedado obsoleto. "Se trata de una herramienta que no distingue entre sexos, la localización de la grasa, y entre grasa y tejido muscular", explica el endocrinólogo Albert Lecube.
Por su parte, la endocrinóloga Hollanda indica que la medicina se enfoca demasiado en el peso como indicador de salud, ignorando otros factores importantes como el porcentaje de grasa y masa muscular, la funcionalidad muscular y las alteraciones metabólicas. "Estos indicadores pueden medir mejor el riesgo de enfermedades cardiovasculares que el peso por sí solo", asegura.
Como resultado, según comentan los entrevistados, no se tiende a ahondar en cuáles son las causas de la visita al médico, se abre un cajón y se saca una dieta. "Esto provoca que haya un infradiagnóstico y que las personas con cuerpos no normativos estén más alejados de los servicios de salud", subraya Carmen.
Discriminación en todos los ámbitos de la vida
Según el estudio de Alianza por la Obesidad, hasta 79 de 228 pacientes reconocieron que en algún momento de su vida experimentaron aislamiento social o estigma en relación con su peso y expresaron que esas situaciones las sufrieron principalmente por profesionales sanitarios.
"El ámbito de la salud es uno de los que más presente tiene el estigma de peso y la gordofobia", afirma la antropóloga Artacho. Además, agrega que debido a la falta de información sobre los "cuerpos gordos" muchas veces se incide en vulnerar el "derecho a la salud que tenemos todas las personas".
Pero no solo las personas con cuerpos "no normativos" sufren discriminación en el entorno sanitario. Según apuntan las psicólogas Ribeiro y Caldera, la gordofobia limita el acceso a los derechos, provocando que las personas discriminadas por su peso tengan una menor posibilidad de conseguir empleo, adquirir un grado académico y recibir un trato digno en su vida diaria.
Desde la industria de la moda también se produce discriminación, puesto que entra en la ecuación los motivos económicos. Mireia se pregunta "¿qué es lo que sale más barato cuando hablamos de producción? Tener un cuerpo estándar que implique un mismo tallaje, sin contemplar la individualidad de los cuerpos".
Por otra parte, con el auge de las redes sociales, Ribeiro expone que el rechazo social "se ha visto magnificado". Además, remarca que, aunque estas han aparecido como "una plataforma de lucha contra la discriminación en todas sus formas", al mismo tiempo se pueden convertir en un "arma de impunidad" para aquellas personas que "buscan perpetuarla".
Las relaciones personales, excluidas a un espacio secreto
Al mismo tiempo, las relaciones interpersonales de las personas con cuerpos considerados como "no normativos" se ven afectadas. "La línea entre el tabú y el morbo es muy fina, entonces lo que nos pasa es que a las personas gordas se nos erotiza muchísimo en un espacio prohibido, en un espacio secreto", declara Artacho.
Esta profesional relata que "te enseñan que eres una persona deseable porque representas la contradicción y les haces sentir poderosos", pero, a su vez, "se te dice que no tienes materia de pareja". Mireia pone como ejemplo Tinder : "A mí me dan likes, pero la oportunidad que yo tengo de vivir con estas personas se queda en lo morboso y en lo privado. Eso también violenta".
Y es que, en la cultura popular, como explica la psicóloga Sandra, desde siempre ha habido un personaje con más peso que era el gracioso, el que caía bien a todo el mundo, sin profundizar más allá de ello. "En los papeles de series siempre está el gordito o la gordita graciosa o el villano perverso. No hay papeles que no giren en torno a su peso o a lo que comen", defiende.
Mireia Artacho apunta que personajes como Cat de Euphoria o Rachel de My mad fat diary son algunos de los nuevos referentes, pero, desde su perspectiva, cree que "continuamos desvisibilizando lo que no se considera norma y no lo estamos abriendo a todos los públicos".
Educación y más diversidad en la representación
Los entrevistados destacan la necesidad de un cambio de paradigma en toda la sociedad. Esta idea comenzó a fraguarse con los Fat Studies en los años 50 en EE.UU. y se fortaleció con los activismos contra las asociaciones negativas sobre la gordura. Movimientos como el body positive y body neutral (cuerpo positivo y cuerpo neutro) impulsaron estas reivindicaciones en redes sociales, aunque para Carmen y Mireia no es suficiente.
Proponen la educación en la sensibilización, cambios en los tratamientos de salud y mayor representación en medios como posibles soluciones. "Se trata de dar voz a quienes están menos privilegiados", dice Mireia. La antropóloga añade que, si bien no podemos controlar los comentarios que vamos a recibir por nuestro aspecto, tenemos "derecho a rodearnos activamente de personas que nos vean maravillosas y que nos apoyen". Esta experta lleva a cabo formaciones en varias escuelas sobre este tipo de problemáticas para terminar con los prejuicios y creencias sociales.
Carmen ha decidido crear un grupo de apoyo enfocado en la lectura como "lugar seguro para las mujeres gordas": Gordoridades. Allí comparten experiencias cotidianas y literatura como forma de buscar referentes. Especialmente, en el caso de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), como explica a RTVE.es una de las participantes. "Al final, te encuentras siempre la imagen de un TCA relacionado con una chica delgada y no tanto con una gorda", defiende. Se considera gorda y sufre bulimia, sin embargo, este grupo le ha ayudado a recuperar su confianza.
Por su parte, Federico recalca que hay que terminar con el concepto de "cuerpo normativo", ya que esto permitiría acabar con el estigma negativo que se asocia a la obesidad. Desde la asociación luchan para que sea reconocida como una enfermedad cualquiera y puedan acceder a los mismos tratamientos que el resto de personas.