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Guardianes de la vida y de la muerte: un recorrido por los animales más venenosos del planeta

  • El Pabellón del Veneno de Faunia, en Madrid, propone un viaje por las sustancias más toxicas presentes en la naturaleza
  • Pese al temor que infunden, cumplen una labor muy importante, con gran repercusión en la elaboración de fármacos

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Un recorrido por los animales más venenosos del planeta

La relación del ser humano con las serpientes nunca ha resultado fácil. Según datos de la Organización Mundial para la Salud (OMS), estos reptiles atacan cada año a más de 5 millones de personas, de las que mueren aproximadamente 130.000 y otras 400.000 sufren discapacidades permanentes. Los antivenenos representan la única terapia efectiva para tratar las mordeduras, aunque la situación se complica porque afectan sobre todo a personas que viven en zonas rurales y en países muchas veces pobres, lo que retrasa o directamente imposibilita la administración del remedio.

Sin embargo, los ofidios cumplen una labor muy importante en la naturaleza, sobre todo en su papel como depredadores, puesto que ayudan a controlar plagas de animales de rápida reproducción, como es el caso de los roedores. Además, tienen una gran repercusión en la elaboración de sueros y medicamentos, ya que sus toxinas pueden tener numerosas aplicaciones científicas, relacionadas con el tratamiento de dolencias como la diabetes, la hipertensión, diversas cardiopatías o el dolor crónico.

Pero las serpientes representan tan solo una pequeña parte del reino del veneno animal. También hay anfibios, peces, invertebrados marinos, otros reptiles e incluso algunos mamíferos. Una representación muy significativa de estas temidas criaturas se encuentra en el Pabellón del Veneno de Faunia, en Madrid, donde se exhiben algunas de las más tóxicas del planeta, como la cobra real, la mamba negra, las ranas punta de flecha, la viuda negra o el monstruo de Gila, cuyo veneno, aunque no resulta necesariamente mortal, está considerado como el más doloroso producido por cualquier vertebrado.

El mantenimiento y conservación de estos animales, que tienen unas necesidades muy especiales -en cuanto a humedad, temperatura, alimentación, condiciones lumínicas...-, recae en un experimentado equipo de biólogos y herpetólogos, quienes han convertido la gran pasión de su vida en su trabajo. Lo que para una gran parte de la gente se traduce en repulsa o temor, para estos profesionales es fascinación. "Es algo que no se puede explicar, que compartimos desde que éramos niños", confiesa a RTVE.es Álvaro Camina, responsable conservador del Pabellón del Veneno de Faunia. "Lo llevamos muy dentro de nosotros. Yo no concibo mi vida sin trabajar con estas especies, porque para mí son mi prioridad", enfatiza.

Aunque pueda parecer que se trata de una labor peligrosa, las estrictas medidas de seguridad y el profundo conocimiento de lo que hacen y de los animales que manejan hacen que los accidentes sean muy improbables. De hecho, hasta ahora no se ha producido ninguno. La máxima con la que trabajan es simple: cuanto menos se le moleste al animal, mejor. "El contacto que tenemos con estas especies es muy limitado, salvo en casos puntuales en los que haya que hacer un tratamiento veterinario, juntarlas para reproducción... Pero es mucho más seguro de lo que a priori puede parecer", describe Camina, quien reconoce que hay una labor que se lleva la mayor parte de su tiempo, junto con la alimentación: "Los cuidadores de animales somos principalmente limpiadores, porque el trabajo fundamental es la limpieza, que a nivel sanitario las instalaciones estén limpias".

Rana flecha azul.

La rana flecha azul es la segunda especie de anuro más tóxica del planeta. GETTY IMAGES

Especies de gran valor

Algunas de las especies del Pabellón del Veneno tienen un gran valor biológico, como es el caso del varano arborícola azul, considerado como uno de los reptiles más hermosos del mundo y endémico de la diminuta isla de Batanta, en Indonesia. Se encuentra en peligro de extinción, ya que han desaparecido prácticamente de su hábitat natural debido a la caza ilegal. Para ayudar a preservar esta especie en Faunia han desarrollado un programa de cría, en colaboración con otros parques españoles y europeos.

Además, el Pabellón del Veneno ha conseguido hitos importantes. Fue uno de los primeros centros a nivel mundial en lograr la reproducción exitosa de la cobra real, que con sus seis metros es la serpiente venenosa más grande que existe. Posteriormente, ha logrado criar en sus instalaciones otras especies emblemáticas, como la matabuey americana, con la que han desarrollado un programa de cría en cautividad en colaboración con zoológicos de Londres y Zagreb, cuyo objetivo es mantener sana su línea sanguínea desde un punto de vista genético.

De las casi 3.500 especies de serpientes que existen, solo unas 600 son peligrosas para el ser humano. Pocos animales despiertan un temor semejante, pero quienes trabajan con ellas tienen una percepción muy distinta. "El problema no son las serpientes, yo creo que el avance del ser humano a lugares donde habitualmente viven las serpientes también origina que al final compartamos hábitat con ellas", opina Álvaro Camina, quien también indica que "la desaparición de ecosistemas nativos origina que estas especies se vean obligadas a acceder a lugares donde está el ser humano, en busca de presas, de refugio y demás", lo que contribuye a este choque. "Nosotros, junto a algunos colaboradores, trabajamos mucho en el tema del conflicto con las serpientes, sobre todo para intentar mitigarlo, porque al final casi siempre acaba con la muerte de los animales", asegura.

Otro de los aspectos en los que estos profesionales inciden es en que las serpientes son criaturas generalmente tímidas, y evitan el contacto con los seres humanos siempre que sea posible. "No les gustamos, pero no les gustamos no es que nos quieran atacar, no les gustamos y ellas tienden a huir. Cuando tienes un encuentro con una, directamente se va", subraya este biólogo, quien explica que en su labor diaria "pasa un poco lo mismo".

Mamba negra africana.

La mamba negra es la segunda serpiente venenosa de mayor tamaño, después de la cobra real. GETTY IMAGES

Potencial farmacológico

Pero si los ofidios han simbolizado tradicionalmente en la cultura popular aspectos negativos, también se les ha relacionado con otros más positivos, como la salud o la lucha contra el envejecimiento. No en vano, en las toxinas de serpientes y otros animales venenosos se esconde el tratamiento para muchas enfermedades. "La base de muchos fármacos está basada en moléculas que se han extraído de serpientes venenosas o de lagartos venenosos. Tenemos que ser muy conscientes de que estos animales tienen dentro de ellos un potencial brutal a nivel farmacológico y debemos cuidarles, porque además de un tema ético, estamos cuidándonos a nosotros", expresa Camina.

El Pabellón del Veneno propone un recorrido por las sustancias más tóxicas presentes en la naturaleza, poniendo en valor no solo una belleza diferente, sino también el hecho de que los parques zoológicos bien gestionados pueden jugar un papel fundamental en la conservación de las especies, gracias a proyectos de cría en cautividad o programas de educación ambiental. El veneno también es vida, y las toxinas de animales como serpientes, arañas o ranas tienen un gran valor científico. Comprender y preservar a estas criaturas no solo es una obligación desde el punto de vista ecológico, sino que también abre nuevos caminos para el avance de la medicina.