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Día Mundial de los Refugiados | Historia I

El viaje de Moussa, crónica de guerra y dolor: "Me arrepiento de no haberle dado un abrazo a mi madre" al salir de Siria

  • Moussa es un periodista sirio que tuvo que abandonar su país por el peligro que suponía seguir informando
  • El 20 de junio, Día Mundial de los Refugiados, RTVE.es entrevista a exiliados que viven en España

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El viaje de Moussa, una crónica de guerra y dolor

La mirada de Moussa al Jamaat se empaña al recordar lo que ha dejado atrás en su tierra natal, la región siria de Daraa, al sur del país. Sus ojos, ventanas del alma, han presenciado horrores de los que nadie debería ser testigo. "Me arrepiento de no haberle dado un abrazo a mi madre al marcharme, pero en aquel momento no era capaz", relata a RTVE.es con lágrimas en los ojos.

Hace cinco años que este periodista salió de Siria y llegó a España. Atrás dejaba una década de informar sobre la guerra en su país, a sus padres, su vida al completo, tal y como la conocía hasta ese momento. Un, por entonces, joven con toda la vida por delante que nunca imaginó tener que coger de la mano a su esposa y dejar su hogar para no terminar perseguidos por el régimen o sepultados entre bombas.

Su marcha empezó subiendo a uno de los autobuses verdes en los que miles de personas han sido evacuadas de las zonas en guerra entre el régimen de Bashar al-Ásad y los diferentes grupos de la oposición armada. "No te dejan ni comer, ni beber, ni ir al baño", rememora Moussa, al narrar las 24 horas que pasaron encerrados dentro.

Un transporte símbolo de la desesperación de civiles y combatientes que pone de relieve que la guerra no distingue, es un fuego ciego que arrasa todo a su paso. El periodista lo vivió en sus propias carnes: "Hemos visto todo el sufrimiento en ese viaje del sur al norte, porque había personas heridas, mujeres embarazadas, niños de meses,...", sentencia reconociendo la dureza de recordarlo.

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Un periodista escondido en un estudiante de informática

Antes del inicio de la revolución siria, Moussa era un joven "soñador" que desde bien pequeño, con tan solo 14 años, cargó con la responsabilidad de ayudar a su familia, trabajando incansablemente a pesar de las dificultades. "Salí a otro país con el objetivo de ayudar a mis padres porque la situación en Siria era un poco complicada", cuenta el periodista.

Un país repleto de recursos naturales, entre ellos el petróleo, mal explotados, que históricamente ha dejado a la población sumida en la pobreza. Moussa, a pesar de su origen humilde, pudo llegar a la universidad. Allí se encontraba cuando la revolución siria estalló en el año 2011, estudiando el segundo año de informática en la Universidad de Damasco.

Con la imposibilidad de continuar su carrera y el gobierno reprimiendo ferozmente la libertad de expresión, sintió "la obligación de contar lo que estaba pasando en el país". Comenzó grabando con su teléfono móvil, compartiendo sus vídeos con canales nacionales e internacionales. Se formó y encontró así una forma de ayudar a su país, poniendo el foco en lo que ocurría dentro.

Moussa en la ciudad de Busara Alharir, en la provincia de Daraa, durante la guerra en Siria

Moussa en la ciudad de Busara Alharir, en la provincia de Daraa, durante la guerra en Siria Moussa al Jamaat

Durante esos diez años vio escapar a muchos amigos, la mayoría durante los primeros años de la guerra. Le decían que se fuera con ellos, que estaba loco por quedarse en Siria, pero él sentía que estaba justo donde tenía que estar. "Quién va a contar sino lo que está pasando?", se preguntaba negándose a abandonar un país que le reconfortaba: "Estaba feliz, ¿sabes? Estaba feliz porque queríamos cambiar". En aquel momento, los sirios intentaban derrocar el régimen de al-Ássad, un régimen que continúa al mando a día de hoy.

Se estima que desde el inicio de la guerra civil en Siria en 2011, con la conocida como 'Primavera Árabe', más de 13 millones de sirios se han visto obligados a abandonar sus hogares. Esto representa aproximadamente la mitad de la población total del país. De ellos, alrededor de 6.8 millones se encuentran desplazados internamente dentro de Siria, y los 6.2 millones restantes han huido del país, mayoritariamente a países vecinos como Turquía, Líbano, Jordania, Irak y Egipto, buscando refugio y la oportunidad de reconstruir sus vidas.

A pesar de la felicidad que sentía por el deseo de cambio y la posibilidad de un futuro mejor para Siria, la dura realidad lo golpeaba cada día. La pobreza extrema, la opresión y la violencia constante marcaban la vida de millones de personas.

Finalmente, tras años de lucha incansable, se vio obligado a tomar la desgarradora decisión de huir de su tierra natal. La intensificación del conflicto y el peligro constante para su vida y la de su familia lo obligaron a buscar refugio fuera de Daraa. El dolor de la separación y la incertidumbre del futuro lo acompañaban a cada paso. Sin embargo, Moussa no perdió la esperanza. En el norte de Siria, donde se refugió temporalmente, la situación era aún más compleja. Grupos radicales como el ISIS sembraban el terror y la violencia, dificultando aún más su camino. Ahí intercedió el Comité de Protección Internacional de Periodismo y Moussa y su esposa pudieron empezar una nueva vida en España.

Una vida nueva en España

Hoy la vida de Moussa ha dado un giro de prácticamente 360 grados, pero sigue unido al periodismo. Cuando salió de Siria lo hizo acompañado de una docena de periodistas más, de ellos solo cuatro permanecen en España, pero juntos han creado Baynana, un medio de comunicación que apuesta por el periodismo social y de servicio público. Un digital fundado por refugiados que se lanzó con cero recursos y que hoy en día tiene miles de visitas. "Me gustaría que este proyecto siguiera para siempre", asegura Moussa, consciente de la dificultad que ello conlleva.

Su labor en Baynana la compagina con un trabajo de integrador social por las tardes y de guía para el Centro de Estudios del Madrid Islámico los fines de semana.

Pero otro sueño ronda su mente: "Terminar los estudios". "Eso era también el sueño de mi padre", sostiene el joven. Un sueño que se vio truncado por la guerra, pero que a día de hoy sigue anhelando, cambiando la informática por las relaciones internacionales. "No solo por mí, por el futuro de mi país".

Ya asentado con su mujer en Madrid, también han formado una familia. Un niño y una niña, de uno y tres años, dan vida a un hogar que la guerra siria había casi sentenciado a muerte. Pero no olvidan sus raíces. "Siria es mi país", cuenta el periodista con nostalgia. "Es donde nací, donde crecí, donde están mis raíces y me gustaría mucho volver a Siria y que mis hijos vayan allí y que al menos conozcan a sus abuelos".