Maldivas, el paraíso turístico del desastre medioambiental, la explotación laboral y el yihadismo
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- Una investigación saca a la luz la parte más oscura que esconde el "paraíso turquesa" tras el brillo del lujo
- Después de Dubái, Maldivas es el segundo mercado más grande del mundo en la construcción de islas artificiales
- Este jueves, “Maldivas, paraíso artificial”, desde las 20:00 horas en RTVE Play y, a las 23.40, estreno en La 2 de TVE
En las últimas dos décadas, el paraíso turquesa de las Maldivas va ganando metros al mar con la puesta en marcha de un ambicioso proyecto de construcción de islotes artificiales donde expandir sus idílicos complejos hoteleros. Pero, detrás del lujo soñado por el turismo occidental, se esconde la mano de obra precarizada que raya la esclavitud, unos considerables daños medioambientales y, en los últimos tiempos, el auge islamista más radical en el país.
La perla del Índico, en peligro
El paradisíaco archipiélago de las Maldivas lo constituyen 1.200 islas rodeadas de finas arenas blancas, palmeras y un mar turquesa transparente, irresistible para cualquiera. Cada año, llegan a estas islas algo más de 1.700.000 turistas, una cifra que triplica a la de la población autóctona. Tanto es así, que la industria del turismo supone ya para Maldivas el 90% de su economía.
Pero para que esta expansión turística no se frene, desde hace algo más de una década, el gobierno ha puesto en marcha un proyecto basado en la construcción de islotes artificiales o en la ampliación de islas naturales donde se edificarán complejos hoteleros de ensueño para acoger a más turistas. Un equipo de periodistas de investigación se desplazó al atolón de Addu donde las máquinas trabajan sin parar. Grabaron cómo el paisaje maldivo ha dejado de ser tan idílico por el ir y venir de las excavadoras que extraen millones de metros cúbicos de arena del fondo marino con las que rellenan las lagunas que se transformarán en tierra firme.
“En el norte se están creando tres islas resort para el desarrollo del turismo“
En este caso, ya han conseguido ampliar la isla con 200 hectáreas de suelo ganado al mar. “En el norte, se están creando tres islas resort para el desarrollo del turismo”, explica el francés Joffrey Cary a la periodista. Él es el encargado del proyecto que lleva a cabo la empresa holandesa Van Oord, líder en la construcción de islas artificiales.
Ya se han ampliado dos tercios de las 300 islas habitadas y se han creado decenas de otras nuevas, réplicas perfectas de las islas naturales donde se ubicarán los bungalós de lujo. El estado maldivo parece estar cumpliendo con su objetivo de aumentar la capacidad hotelera en casi un 20% para 2025, cueste lo que cueste.
La barrera de coral se asfixia
Ignacio y Carmen son dos turistas españoles que han llegado a Maldivas a pasar unos días. Su hotel está formado por bungalós prácticamente colgados sobre el agua turquesa del Índico. “¿Qué hago yo trabajando en Europa pudiendo estar aquí?”, dice Ignacio, asombrado por la belleza que le rodea. “Es un paraíso”, replica Carmen, alucinada con lo que tiene delante de sus ojos. La noche les sale a 2.700 euros.
Como este hotel hay cerca de 170 complejos más, algunos en islas reservadas exclusivamente a los turistas, que no están exentos de impacto medioambiental. En realidad, el turismo en el archipiélago gira en torno al océano. Maldivas posee uno de los arrecifes de coral más grandes del planeta, incompatible con la presión inmobiliaria.
Por eso, cada vez es más frecuente ver cómo parte de ese arrecife coralino se está volviendo blanco por falta de oxígeno. “Habrá impacto, pero lo estamos minimizando”, confiesa el ministro maldivo de Vivienda e Infraestructura, Abdullah Sodiq. Los técnicos del proyecto de construcción de islotes artificiales intentan frenar el daño medioambiental.
“Toda la vida marina está muriendo y a nadie le importa“
Para conseguirlo trabajan bajo el agua, ayudados por un martillo y un cincel, cambiando de lugar los corales. “Ves, se rompe en un momento”, explica el biólogo marino, Thomas Leberre, a la periodista, mientras golpea el coral, lo despega del fondo marino y se lo lleva a otro sitio. “Los hemos puesto más o menos donde queríamos”, continúa.
La investigación revela que miles de corales han sido condenados bajo la arena. “Toda la vida marina está muriendo y a nadie le importa”, asegura Abib, un maldivo al que se le parte el corazón viendo el desastre ecológico que el turismo provoca sin piedad.
Mano de obra barata, barata
Los turistas pasan sus días de ocio en una burbuja, fuera del mundo y de las costumbres maldivas, ajenos a todo lo que hay detrás del paraíso que están viendo. Es muy probable, que casi nadie pueda imaginar, cómo y por quién han sido construidos los accesos y servicios de los que disfrutan dentro de sus recintos cerrados. Los periodistas siguieron a los trabajadores indios contratados y grabaron las penosas condiciones en las que ejecutan las obras y que rayan la esclavitud.
“Les quitamos los pasaportes y así no puede salir nadie“
Según pudo comprobar la investigación, son la imagen del escándalo de la expansión del turismo. “Debemos trabajar dos años enteros”, le cuenta uno de estos trabajadores. Enseguida, uno de los capataces aparece y tras mostrar su incomodidad ante las cámaras, curiosamente, relata con naturalidad que “les quitamos los pasaportes y así no puede salir nadie”.
Yihadismo en el paraíso
Por si no fuera suficiente, Maldivas es una república islámica que se ha radicalizado en poco tiempo. Después de la elección del nuevo presidente de la república, Mohamed Muizzu, el pasado otoño, la sharia se ha impuesto en Maldivas. “Tiene que cubrirse los hombros”, le informa un guardia de seguridad a la periodista al salir del hotel.
Los periodistas han comprobado que, cada vez, es más frecuente ver manifestaciones a favor del Daesh cerca de los recintos turísticos. Según denuncia el expresidente del país, Mohamed Nasheed, “Al Qaeda y Daesh se han implantado aquí y las amenazas son reales”. El auge del extremismo y de los atentados preocupan a la comunidad internacional que comienza a preguntarse si entre el turismo y el yihadismo, Maldivas, la perla del Índico, tiene los días contados.”