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Día Mundial de los Refugiados | Historia II

El viaje de Carolina, una historia valiente en busca de la libertad: "Salir de Honduras era necesario para salvar mi vida"

  • Carolina es una mujer trans que tuvo que abandonar su Honduras natal ante la violencia sistemática que sufría
  • El 20 de junio, Día Mundial de los Refugiados, RTVE.es entrevista a exiliados que viven en España

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El viaje de Carolina, una historia valiente en busca de la libertad

Carolina Murcia no dejó su Honduras natal por los horrores de la guerra o la persecución política. Su lucha era más íntima, más personal: huía de la discriminación y la violencia sistemática que enfrentan las personas transgénero en su país.

Ante la constante amenaza a su vida, Carolina tomó la difícil decisión de huir de su país, aunque nunca se lo había imaginado. "Fueron las circunstancias las que me llevaron a eso para salvar mi vida, me era necesario para salvar mi vida, salir de Honduras", reconoce a RTVE.es.

Honduras, al igual que muchos países de Centroamérica, es un territorio hostil para la comunidad LGBTQ+. Allí, las mujeres trans son víctimas de una discriminación generalizada en todos los ámbitos de la vida. Desde el rechazo familiar hasta la violencia en las calles, pasando por la falta de acceso a educación, empleo o servicios de salud adecuados.

"La realidad allá es que la violencia contra la mujer es bastante fuerte por el machismo y hay una doble vulnerabilidad que tiene el colectivo trans, en este caso las mujeres trans, que a diario las matan por no tener leyes que nos protejan", explica Murcia.

La violencia contra las mujeres trans en Honduras es una realidad alarmante. Son comunes los ataques físicos, verbales y sexuales, tanto en el ámbito público como en el privado. El asesinato es una de las principales causas de muerte entre este colectivo, con un número creciente de víctimas cada año. Según un informe de la organización Transgender Europe, en 2021 se registraron al menos 14 asesinatos de personas trans en Honduras, lo que convierte al país en el segundo con la tasa de homicidios más alta de este colectivo en Centroamérica.

Una lucha por la supervivencia

Uno de esos asesinatos lo vio Carolina con sus propios ojos. "Mataron a una amiga enfrente de mí", relata con voz entrecortada, rememorando el trágico suceso que marcó un punto de inflexión en su vida y que tardó años en olvidar. "Me costó sanarlo, porque cuando llegué aquí todavía la escuchaba como agonizaba", detalla con los ojos vidriosos.

Carolina proviene de una familia monoparental tegucigalpeña: "No tuve padre, éramos mi madre, mis hermanos y yo", recuerda con nostalgia. Su infancia estuvo rodeada de dificultades económicas. Desde muy temprana edad se vio obligada a trabajar para contribuir al sustento familiar. "Tuve que limpiar casas y tuve que salir a vender fruta para costearme la escuela y el colegio", relata a RTVE.es.

El asesinato de su amiga fue otro golpe devastador más, pero también un catalizador para la acción. Consciente de la impunidad que rodeaba este tipo de crímenes y de la falta de protección para las personas trans en Honduras, Carolina decidió presentar una denuncia. "Cuando puse la denuncia, yo ya entré en un programa que era testigo protegido", explica.

Este programa, implementado por el Departamento de Justicia, le brindó a Carolina la oportunidad de salir del país bajo protección especial. "El Departamento de Justicia asumió que yo tenía que salir del país para salvar mi vida y me mandaron a mi asociación para que hagamos toda la tramitación de salir de Honduras", recuerda.

Ella participaba por aquel entonces activamente en la asociación Colectivo Unidad Color Rosa, una ONG que le brindó las herramientas y el conocimiento para defender sus derechos como mujer trans. "Me empoderó en conocimiento y en la defensoría de mis derechos como mujer trans, cómo defenderlos y cuáles serán", afirma con determinación.

El proceso de abandonar su país natal fue complejo y lleno de incertidumbre. "No sabía que es salir de tu país para llegar a otro", confiesa Carolina, que nunca había salido de Honduras. Sin embargo, el apoyo de su asociación y la determinación de encontrar un futuro seguro la impulsaron a seguir adelante.

Pero no sin sufrir acoso antes. Un recuerdo muy nítido sobrevuela su mente al pensar en sus últimos días en la nación centroamericana. Cuando fue a sacarse el pasaporte, se arregló y se maquilló para la fotografía. Pero todo se torció cuando la policía la obligó a desmaquillarse, "porque era un hombre", detalla. "Fue una humillación delante de todo el mundo", cuenta todavía afectada. Aquel día cogió su orgullo y se marchó al baño a desmaquillarse, pero no sin antes jurarse que ella nunca volvería a dejar de ser la mujer que llevaba dentro.

Carolina no quiere volver a tener una vida en Honduras. Tiene claro que su futuro está en la península.

España, un refugio en libertad

En Barcelona, Carolina ha encontrado un refugio seguro donde puede vivir libremente y sin miedo. Sin embargo, la adaptación a la vida en España no ha sido fácil. Ha tenido que enfrentar numerosos desafíos. Los tres primeros años fueron los peores. La burocracia le jugó numerosas malas pasadas, "hay mucho desconocimiento aun sobre los trámites de pedir asilo", explica la joven, que hoy en día ya ha logrado obtener su nacionalidad.

Aunque lo peor fue hacer "sola todo el proceso". Extraña la compañía de su madre y sus hermanas. Con casi 9.000 kilómetros entre ellas, se ha dado cuenta de lo necesario que es estar unidos, pese a que la convivencia complicó en muchas ocasiones la relación. "Es necesario estar unidos y contar con el apoyo de los hijos y nosotras contar con el apoyo de nuestra madre", detalla.

De Honduras guarda un recuerdo muy especial: "Cuando dormíamos todos juntos en una sola cama". "Puede sonar un poco triste, pero para mí era lo mejor que yo tenía y ahora lo echo mucho de menos al estar sola aquí en otro país", cuenta.

14 Horas - 8 de cada 10 mujeres trans han sufrido discriminación al buscar trabajo - Escuchar ahora

Un país en el que establecerse no fue fácil. "Es muy difícil encontrar trabajo al principio como mujer trans". A pesar de las dificultades, Carolina no se ha rendido. Ha luchado por salir adelante y construir una nueva vida en España. "Ahora me siento como pez en el agua, me desenvuelvo bien y me siento incluida ya en la sociedad española", sentencia con una sonrisa.

Desde que llegó a la península ha estudiado y hoy en día es mediadora y dinamizadora comunitaria. Pero no dejó sus estudios: "estoy tras el título de integradora", relata. Además, trabaja en un restaurante. "Me siento muy, muy completa porque tengo un trabajo y también cuento con salud", insiste, asegurando que no ha dejado de luchar por los derechos de sus iguales pese a su posición.

Se siente privilegiada y no quiere olvidar que un día no lo fue. "Ahora cuento con un trabajo, cuento con mi documentación, ahora que tengo el privilegio, no quiero decir, ya conseguí lo mío y me voy", explica. Quiere empoderar a las demás para que también alcancen lo que ella consiguió. "Yo siempre he dicho: mi privilegio no mata mi lucha. Este es uno de mis sueños", sentencia.