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Entrevista

Alfonso Armada reflexiona sobre el rumbo del periodismo: "Necesitamos menos emoción y más razón"

  • RTVE.es entrevista al presidente honorario de Reporteros Sin Fronteras
  • La credibilidad en los medios públicos aumenta entre el público, algo fundamental para la democracia

Por
Alfonso Armada, presidente honorario de Reporteros Sin Fronteras
Alfonso Armada, presidente honorario de Reporteros Sin Fronteras CORINA ARRANZ

Sólo uno de cada tres españoles se fía de las noticias. Así lo asegura el Informe sobre Medios Digitales del Instituto Reuters, que analiza cada año cómo se informan los ciudadanos de varios países del mundo. Si bien un 37% de los ciudadanos afirma que evita activamente informarse, la credibilidad en los medios ha aumentado este 2024, sobre todo en RTVE, que sube cinco puntos respecto al año anterior y es el medio de ámbito nacional en el que más confían los españoles. 

Conversamos sobre la situación del periodismo y los medios de comunicación con Alfonso Armada, periodista, dramaturgo, poeta, presidente honorario de Reporteros Sin Fronteras y coordinador del Máster de Reporterismo Internacional del Instituto RTVE y la Universidad de Alcalá

PREGUNTA: Según el Informe sobre Medios Digitales del Instituto Reuters, el interés de la población española por las noticias lleva años cayendo, aunque este último año se ha mantenido estable. ¿A qué se debe este descenso?

RESPUESTA: Creo que no es un mal únicamente español. Hay una tendencia internacional a desentenderse del flujo de las noticias. Quizá porque, por los medios digitales y la exposición constante a las redes sociales, la gente tiene la sensación de que el mundo se desmorona todos los días y que la guerra nos rodea. Esta sensación acaba siendo una especie de agua fina que hace que la percepción del dolor, la percepción de la guerra, la percepción de un futuro oscuro sea algo más vívida. 

Creo que en España hay también un agravante, que es el deterioro de la vida política. Esta especie de sectarismo a ultranza en que los políticos están constantemente atizando, con un lenguaje además bastante barriobajero y que en cierta medida parte de la prensa atiza, propicia que la gente se desentienda. 

P: La fatiga informativa lleva a la gente a consultar menos la prensa. ¿Qué podemos hacer para cambiar esta deriva y seguir informando? ¿Dónde podemos apostar para volver a atraer el interés del público? 

R: Me encantaría pensar que si hacemos buen periodismo, si contamos buenas historias con un lenguaje impecable, atractivo y apasionante, quizás recuperemos el fervor de los lectores, los televidentes y los radioyentes. Pero es algo muy difícil, porque a lo mejor hacemos muy buena información y los lectores tampoco vienen. Yo quiero pensar que sí. 

Creo que tenemos que ser menos previsibles y contar historias que no sean tan repetitivas. La vida política pesa demasiado. Además, creo que hay un problema propiciado por el mundo de internet que hace que los medios estén obsesionados con las visitas. Y es un error. Al final es convertir la vida en contabilidad, en números. En cantidad y no en calidad. 

Hay que alejarse de esto y creo que RTVE intenta hacerlo aunque me desconcierta que, por ejemplo, desaparezca el Telediario para que haya un partido de fútbol. Esta obsesión con Eurovisión o la Eurocopa, que se retransmitan 60 partidos… Sé que es un foco de atención pero me parece que es incompatible con una televisión pública de calidad. 

P: Los datos del Informe muestran que la credibilidad en los medios ha aumentado. ¿Cuál es el papel de los medios de comunicación públicos en una sociedad democrática? 

R: Es crucial. Yo celebro que los televidentes y radioyentes vuelvan a confiar en los medios públicos porque me parece fundamental. Creo que es una especie de parámetro que sirve para los otros medios. Hacer una televisión y una radio que tenga como misión fundamental informar de verdad ayuda a sosegar, a entender el mundo. Estamos necesitados, precisamente de menos emoción y más razón, más argumentos, un tempo más lento y creo que esto puede contribuir a que la gente vuelva a querer informarse de verdad. Desde los medios públicos se puede hacer mucho para que este nivel de debate político y público, que está a un nivel muy rastrero, sea más respetuoso con el contrario. 

P: ¿Hablamos de temas que interesan? ¿O cada vez nos estamos volviendo más altavoces de la clase política?

R: Quizá esto explique el por qué se desentiende tanta gente de los medios de comunicación. Al final somos una especie de eco del debate político y esto lo absorbe todo. Pero hay más temas como el cambio climático, la vida sexual, la vivienda, la sanidad, el trabajo, la vocación… Marta Carazo hace Telediarios temáticos y trata de ahondar en estos asuntos y me parece una línea muy interesante. Creo que esto puede ayudar a captar nuevos espectadores. 

Todo lo que es el conocimiento científico, la investigación médica, la nanotecnología, la inteligencia artificial, la exploración del espacio, la astrofísica… Creo que son campos interesantísimos y que se puede hacer un periodismo apasionante con bases científicas muy sólidas. 

P: Dentro de la profesión, a menudo se tiene la sensación de que lo que más importa es ser los primeros en dar la noticia. ¿Qué nos ha hecho llegar hasta aquí?

R: Creo que hemos sido un poco víctimas de esta especie de tsunami provocado por la inmediatez y por la cantidad. Yo siempre cito a Antonio Machado cuando hablaba de que hay que distinguir entre valor y precio. Gabriel García Márquez también decía que lo importante no es ser los primeros, lo importante es ser los mejores. 

Aquí la radio y televisión públicas tienen un papel importante en decidir apostar por lo que es valioso. Muchas noticias se desinflan al cabo de unos minutos. Sobre todo en el ámbito privado porque yo lo he experimentado en carne propia, casi da igual que la noticia sea cierta o no, lo importante es que arrastre un gran número de lectores. Lectores que al final no son tales, son como heroinómanos que necesitan el pinchazo. Si quien determina el valor de la información es el número de usuarios, estamos desvirtuando el papel de los periodistas.

P: El informe afirma que los usuarios más interesados se informan a través de marcas tradicionales y los que menos, a través de canales alternativos. El formato cambia. ¿También tiene que cambiar la información?

R: Tenemos que mantener por encima de todo la calidad y la veracidad, y después ver cómo lo adaptamos a diferentes soportes. Me parece un error optar por TikTokizar todo. Tenemos que elevar un poco el nivel educativo y yo creo que la palabra bien pensada y bien escrita puede ayudar a eso. La gente acaba sabiendo en quién confiar. 

P: ¿Se puede dar una información de calidad, veraz y que aporte al lector si las empresas no invierten en enviar a sus periodistas a terreno, si el personal de un medio es insuficiente o si hay precariedad?

R: Es un imposible. La calidad de un medio viene determinada por la calidad de sus periodistas y que estos sean suficientes para cubrir lo que sucede y que se les permita hacer su trabajo con tiempo. Y el tiempo es un artículo de lujo, pero es fundamental a la hora de hacer las historias y que sean valiosas. No puedes hacer buena información si no tienes buenos periodistas, bien pagados, que se respete su trabajo y se les trate con dignidad. Y hacen falta también jefes con una visión a largo plazo que no estén tan preocupados por esta especie de dictadura de las audiencias. 

P: Llevamos unos años preguntándonos, como periodistas, qué podemos hacer para que el público vuelva a confiar en nosotros. ¿Pero estamos haciendo realmente algo al respecto? 

R: Nos ha faltado autocrítica y nos hemos convertido en parte del problema. Esta cercanía entre periodistas y políticos o artistas o empresarios ha perjudicado a la independencia y credibilidad. Tenemos que volver a insistir en los principios fundamentales del oficio: diferenciar entre hechos y opiniones, buscar fuentes contrastadas e independientes, verificar una y otra vez. Y luego escribir tratando que el lenguaje sea lo más claro y lo más hermoso posible. 

P: La autocrítica es necesaria, pero no todo el peso recae sobre nosotros. ¿Qué papel tienen los lectores en esta situación?

R: Yo siempre soy muy autocrítico con lo que hacemos pero creo que también hay una parte de culpa en los lectores. Muchos critican el poder político, pero luego a lo mejor no votan. Critican los medios, pero es gente que únicamente oye su emisora o lee su periódico y en la medida que estos medios confirman sus prejuicios se cargan de razón. Y creo que esto es todo lo contrario a un pensamiento crítico.

El ciudadano puede optar por creer que vive en una isla pero creo que es un error. La pandemia lo demostró con creces. Lo que pasa en Gaza y en Ucrania nos concierne. Lo que está pasando en Sudán, del que no hablamos por cierto, nos concierne. La mayoría de muertos en el incidente de la valla de Melilla eran de Sudán. ¿Qué pasa en Sudán? ¿Cuál es el origen de ese conflicto? Todo está relacionado. 

P: ¿El lector medio, el joven, sabe cómo informarse? ¿Habría que educar en los colegios e institutos sobre esto, sobre todo ahora con la fuerza que tienen las redes sociales?

R: Creo que en general todos tenemos que volver a aprender. Cada vez es más difícil determinar qué es cierto y que no. Hay un montón de agentes políticos, secretos, económicos que están tratando de manipular las conciencias y la percepción de la realidad. Las grandes compañías tecnológicas, que son las grandes beneficiarias de este sistema, son muy conscientes de esto, de cómo manipulan con los algoritmos. 

Es muy difícil defenderte de esto. Exige mucha pericia, mucho más conocimiento, saber dónde buscar buenas fuentes. Por eso hacen falta medios sensatos y que aclaren en medio de este maremágnum gigantesco de ruido infernal y de tanta gente diciendo mentiras. 

P: ¿Qué papel juega esa primera formación en los periodistas? 

R: Uno fundamental. Las herramientas cambian pero la esencia sigue siendo la misma, la ética tiene que seguir siendo impecable. Hay que aprender y además, aprender de los buenos, de los veteranos, aunque cuando se aplicaron los ERE se despidió a muchos de ellos. 

Hay que estudiar, aprender, leer. O hacer másteres de periodismo que sean rigurosos, interesantes y valiosos como el que tiene esta casa junto a la Universidad de Alcalá, el Máster en Reporterismo Internacional, que es un ejemplo máximo porque tenemos un elenco de profesores impresionante, tanto de medios públicos como privados. Es gente con muchísima experiencia entre los que se incluyen informadores de América Latina, maestros que nos ayudan a ser mejores periodistas. 

* Sofía Nicolás es alumna del máster de Reporterismo Internacional RTVE/in y UAH. Paloma de Salas, redactora jefa de internacional de RTVE Noticias, es su tutora. Esta entrevista se ha realizado bajo su supervisión.