Somos nuestros datos biométricos
- La cara, la huella, la voz o el iris contienen datos biométricos que nos identifican
- La Agencia de Protección de Datos alerta sobre la cesión indiscriminada de datos
- El domingo, a las 22:30 horas, en el Canal 24 horas y en RTVE Play
Desde que se estableció la necesidad de que todos los ciudadanos de un país estemos identificados, todos aportamos (lo hemos hecho históricamente) nuestra huella dactilar y nuestra fotografía. Estos datos están, por ejemplo, en nuestro Documento Nacional de Identidad (DNI), en nuestro pasaporte, o en nuestro carné de conducir. Son datos biométricos, a los que ahora también se suman la voz y el iris.
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Viajamos, y accedemos al trabajo o a eventos mediante estos datos biométricos. Autorizamos los procesos de cesión de estos datos de forma automática, y no siempre controlamos a dónde van a parar.
Entrar más rápido, por la cara
En el estadio de El Sadar, en Pamplona, los socios del Osasuna pueden entrar acercando su cara a un terminal de reconocimiento facial. Es un sistema, que según Luis Arregui, Director comercial del Club Atlético Osasuna, reduce los tiempos de acceso. No están obligados a hacerlo. Tan solo pueden optar por esta forma de entrar, en lugar de hacerlo con los carnés habituales, por los tornos.
Esta posibilidad, causa división entre los aficionados: mientras unos ven que el nuevo sistema está lleno de ventajas, como el hecho de no tener que llevar el carné encima, otros lo ven con recelo, y sospechan que al final pueda convertirse en un sistema de control.
Desde el Club, Arregui insiste en que la única finalidad de instalar accesos mediante biometría facial es facilitar la entrada de los socios a “su casa” y que en absoluto guardan los datos cedidos para usar este sistema. Los trabajadores también pueden fichar así su jornada. Algo que también es opcional, tal y como exige la jurisprudencia reciente.
Poco a poco estos sistemas se implantan igualmente en los accesos aeroportuarios de algunas compañías aéreas. Desde la compañía Vueling, Javier Álvarez, Director de IT, defiende que el sistema ofrece las mismas ventajas: facilita el acceso y mejora la experiencia de usuario.
Entre los pasajeros, división una vez más: aquellos que ven las ventajas de la rapidez, frente a aquellos que se preguntan a dónde van a parar sus datos, qué hacen con ellos y qué podría ocurrir si se produjese un robo de estos.
Voces como prueba
La voz es otro de los datos biométricos que se está implantando en distintas partes del mundo. No es extraño que, cuando llamamos a un centro de atención telefónica, nos indiquen en un mensaje que van a grabar la conversación. Muchas veces lo hacen para valorar la calidad de la atención recibida, pero, en ocasiones, nos explican que se trata de un sistema para evitar esperas en próximas llamadas. Así: graban nuestra voz y en siguientes ocasiones solo debemos volver a hablar para que el sistema detecte que, efectivamente, somos nosotros.
En el caso de los vendedores de la ONCE, como Diego Frontado, el reconocimiento por voz les ofrece ahora una herramienta que les facilita el trabajo. Antes, nos cuenta Diego, llamar a su centro de atención al vendedor, cuando le surgía alguna incidencia, le obligaba a teclear distintas opciones, con el problema que eso le suponía en los teléfonos inteligentes de pantalla táctil.
Ahora, el reconocimiento por voz permite que en la centralita le reconozcan al momento, y que nadie pueda hacerse pasar por él y efectuar gestiones en su nombre.
No tan vigilados, ¿o sí?
La identificación es lo primero que se busca cuando se investiga un delito. En las instalaciones de la Policía científica, en Madrid, estudian las pruebas recogidas en el escenario de un crimen.
¿Cómo se buscan las coincidencias mediante el estudio biométrico de huellas dactilares y rostros? María del Carmen Sastre, inspectora y jefa del grupo sección ABIS de dactiloscopia, y Sergio Castro, Inspector jefe de Policía nacional, en la Unidad de policía científica y jefe de la sección ABIS muestran cómo se trabaja.
A pesar de que existen dos grandes archivos a nivel nacional, uno civil, con nuestros datos recogidos a partir de nuestros DNI, y otro penal, que recoge los datos tomados a los detenidos o implicados en algún hecho delictivo, Castro asegura que estamos muy lejos de los escenarios que aventura la ficción, que plantean una situación de control absoluto de nuestros movimientos por parte del Estado o de la policía, a partir de nuestros datos biométricos.
Ojo con el iris
Existen reticencias y desconfianza a revelar una parte de nuestra identidad porque no siempre queda claro a dónde va a parar la información. Unas sospechas que motivaron la prohibición a Worldcoin, perteneciente a la empresa Tools for Humanity, a continuar su actividad en España, que consistía, según explica Ricardo Macieira, Director regional para Europa de Tools for Humanity, en “certificar que las personas son humanos únicos” mediante el análisis del iris.
Durante varias semanas, miles de personas en centros comerciales de todo el país, dejaron que tomaran datos de sus iris a cambio de criptomonedas.
Asegura Macieira que no guardan los datos, que no los utilizan. Según insiste, solo crean una cadena de datos que identifica a la persona que se posiciona ante la máquina llamada “orb”, y permite que se fotografíe su iris, como un humano único.
“Las fotos, se borran”, indica. Y de este modo consiguen el que es su primer objetivo: conseguir demostrar que la persona que habla, por ejemplo, en un chat, es una persona de verdad, no un robot o un bot. Algo que tendría un gran interés, según insiste, en contextos en los que miles de robots informáticos con inteligencia artificial, conocidos como bots, siembran la desinformación en redes sociales.
Ante la duda, STOP
Por el momento, la jurisprudencia ha dictado que la huella digital o el reconocimiento facial, para entrar en recintos o fichar en el trabajo, debe ser voluntario y ofrecer una alternativa. Por su parte, la Agencia Española de Protección de Datos ha elaborado una guía con recomendaciones que recoge la ley española y la europea sobre datos biométricos.
Así, dice que “la utilización de datos biométricos supone un tratamiento de categorías especiales de datos de alto riesgo”. Y “el Reglamento General de Protección de Datos impone límites estrictos para el tratamiento de categorías especiales de datos, así como la superación del análisis de idoneidad, necesidad y, en esas ocasiones, para utilizarlos proporcionalidad”.
Y mientras la tecnología avanza, siempre más rápidamente que la regulación, los que no tienen muchos conocimientos digitales se encuentran desvalidos. Por ejemplo, cuando les solicitan una identificación por control biométrico para acceder a una cuenta bancaria; a su perfil digital de una mutua de salud, o para sacar por adelantado las tarjetas de embarque.
Les dicen que todo es mucho más fácil y seguro. Pero para disfrutar de los beneficios hay que saber cómo utilizar estos sistemas, y no todo el mundo está preparado para ello. Resultado: se les acaba expulsando de ciertos espacios, ya sea por desconocimiento del sistema o por desconfianza.