Michael Jackson, quince años después: molde de las superestrellas pop y fuente inagotable de ingresos
- La mirada hacia su impacto cultural, sombras biográficas y su impacto económico han evolucionado desde su fallecimiento
- Hollywood prepara el biopic Michael, con Jaafar Jackson como protagonista
Mito en vida y en su muerte, la llama cultural Michael Jackson comienza en los años 70, pero sigue candente quince años después de su fallecimiento. El 25 de junio de 2009 Jackson sufrió una sobredosis de los calmantes que consumía habitualmente para poder dormir. Con su muerte se inició la constante revisión de su legado que, en tres lustros, ya ha tenido bastantes turbulencias.
En 2019, el documental Leaving Neverland, donde dos hombres acusaban a Jackson de abusar sexualmente de ellos durante su infancia amenazó con revisar su figura, pero literalmente, el péndulo oscila a regresar a Neverland: Michael, el biopic sobre su vida que rueda estos días Antoine Fuqua (con Jaafar Jackson como protagonista) ha rechazado cualquier sombra sobre las denuncias y una de las localizaciones de la filmación es, de hecho, la mansión peterpanesca de Jackson.
La reciente celebración de los 40 años de Thriller o el documental sobre la grabación de "We are the world" indicen en ese eterno retorno a Jackson. Sin embargo, los tiempos cambian y la mirada hacia la música, impacto cultural, modelo de artista y su impacto económico sí evolucionan.
Un molde de los peligros de la fama
Solo su papel como estrella de los Jackson Five y sus discos en solitario de los 70 en su época Motown le aseguraría un pedestal en la música popular, pero su reinado del pop lo cubre todo. Jackson es sobre todo sus temas de los años 80, que aunaron la excelencia pop con un trascendencia social desconocida hasta entonces. Jackson fue lo que Spielberg o Lucas fueron al cine: el artista que supo conectar con la gran ola demográfica boomer, un momento único de la historia cultural de masas en el que la mayoría de los consumidores eran jóvenes, adolescentes o directamente niños.
A partir de Thriller, su carrera es la plantilla que comenzó a replicarse para las superestrellas modernas del pop. O como dijo el crítico Eric Deggans: “Lo que hace Taylor Swift en el sentido de ser la compositora que genera más expectativas, cantante, y manteniendo el control de su carrera no es distinto. Creó una visión y en eso fue singular”, opina el crítico
Todas las extravagancias de Jackson (negaba haberse sometido a numerosas operaciones de cirugía estética, quería adoptar dos hijos de cada continente) no pueden entenderse sin un contexto que solo experimentó él: el de una fama absoluta. El resultado de ese experimento social es como un cuento con moraleja sobre los abrasivos efectos de la celebridad.
La crítica musical Ann Powers señala que las herramientas para conocer los efectos de la fama son mayores ahora que hace 40 años. Hace solo unos días, Chapell Roan, estrella emergente del pop en EE.UU. compartía entre lágrimas durante un concierto su preocupación porque su carrera iba “demasiado rápido” y “era realmente difícil de manejar”. Multiplicar esa fama por un millón, sin ningún tipo de cuidado por la salud mental, y partiendo de una familia tremendamente disfuncional, puede dar una idea de lo que cargaba Jackson. En palabras de Powers: “Su principal legado puede ser la belleza de su música, pero el de su vida es una especia de declaración de que la maquinaria del éxito produce estrellas que también son personas”.
Más allá de la cancelación
La primera denuncia contra Jackson saltó en 1993, cuando el padre de un niño de 13 años le acusó de abuso sexual. El caso de Jordan Chandler llegó a los tribunales y la investigación, durante la cual se llegó a fotografías el cuerpo desnudo de Jackson para comprobar si concordaba con el testimonio del niño, concluyó que no había pruebas. y los abogados del músico llegaron a un acuerdo que, subrayaron, no implicaba culpabilidad alguna.
Michael Jackson entablaba amistad con menores con los que dormía. Es un hecho que no ocultó y en 2003 contestaba así en una entrevista eliminando toda connotación sexual: “¿Qué hay de malo en compartir amor? Es algo hermoso”. Cuando el periodista insistió en si no era preocupante que lo hiciese un hombre de 44 años, Jackson remató: “¿Quién es el criminal? ¿Dónde está Jack el destripador? Es correcto, es amoroso, es lo que el mundo necesita: más amor”.
La sombra de los abusos nunca dejó de proyectarse sobre su figura hasta su muerte, pero sin entrar nunca en una zona de cancelación probablemente por tres motivos: primero, porque los abusos nunca pudieron ser probados; segundo, porque las denuncias son anteriores al cambio de paradigma del #metoo; y, finalmente, porque Jackson ya está muerto y, no es solo que no hay a quién encarcelar, sino que, como apuntaba el músico y periodista Greg Tate, la propia biografía de Jackson es tan autodestructiva que casi se asume que recibió un castigo en vida. Otros analistas apuntan a una raíz más profunda: renunciar a Jackson es casi una amputación cultural para una generación. En otras palabras: es demasiado grande para caer mientras no haya una pistola humeante evidente.
Una fuente de dinero inagotable
En el momento de su fallecimiento, Jackson poseía dos catálogos de música. Mijac Music company controlaba los de sus propias canciones y las de otros artistas como Jerry Lee Lewis o Ray Charles. La voracidad de Jackson para comprar catálogos de otros artistas comenzó en los años 1980 y alcanzó su cima cuando en noviembre de 1985 adquirió ATV Music Publishing.
En la célebre operación, nada menos que todas las canciones firmadas como Lennon-McCartney pasaron al catálogo de Jackson. Paul y Michael eran amigos desde los años 70 y, al parecer, fue el propio McCartney el que, mientras colaboraban en el tema conjunto “Say Say Say en 1983, recomendó a Jackson invertir en catálogos. McCartney, de hecho, buscaba comprar el catálogo de Los Beatles, que había perdido en 1969. Pero cuando en el verano de 1985 salieron a subasta no pudo competir: el rey de pop era un todopoderoso rey Midas. La amistad terminó abruptamente y, según McCartney, cuando pidió explicaciones Jackson solo respondió: “Son solo negocios, Paul”.
Apenas siete años después, en 1991, Sony pagó a Jackson 95 millones de dólares solo por fusionar su propio catálogo con el de ATV, confirmando la lucidez de la estrella para los negocios. ¿Qué pasó tras su muerte? Su imperio de catálogos paso a estar gestionado por la entidad Estate of Michael Jackson. Y los beneficios de la misma serían para Michael Jackson Family Trust, es decir, sus tres hijos, Prince, Paris, y Blanket, y la madre de Jackson, Katherine.
En los últimos 15 años, Sony ha seguido comprando la herencia de Jackson. El último movimiento, en febrero de este mismo año, ha sido la compra de la mitad del catálogo editorial de las canciones del propio Jackson por una cifra confidencial que la revista Billboard ha estimado en 600 millones de euros, en la mayor venta de un artista individual de la historia. Según The New York Times, solo ese catálogo genera 69 millones de dólares al año, confirmando que, más allá del debate público sobre su figura, el mercado no tiene duda de que el dinero de la marca Jackson no deja de fluir.