El Supremo fija que dar un beso sin consentimiento es un delito de agresión sexual
- Esta sentencia viene tras la condena a un policía sevillano al besar a una detenida sin su consentimiento
- Para el Tribunal es un ataque personal a la intimidad y libertad sexual de la otra persona
El Tribunal Supremo (TS) ha sentenciado que dar un beso sin consentimiento expreso o tácito es un delito contra la libertad sexual, ya que "el contacto fugaz de un beso no consentido supone una invasión corporal del autor sobre la víctima".
Lo ha fijado al confirmar la condena que la Audiencia Provincial de Sevilla impuso a un policía, por besar a una detenida sin consentimiento en los calabozos. La Audiencia sentenció al agente a un año y nueve meses de cárcel como responsable de un delito de abuso sexual ―ahora considerado agresión sexual tras la entrada en vigor de la ley del 'solo sí es sí'― con la agravante de prevalimiento y la atenuante de embriaguez.
Besar sin consentimiento es una intromisión en la libertad sexual
En el fallo del Supremo, los magistrados declaran que existió un contacto físico de contenido sexual, después de que el hombre trató de ganarse la confianza de la denunciante y buscar cierta intimidad. El condenado, explican, llegó a besarla en la mejilla y lo intentó en los labios, aunque no lo consiguió. "El beso y el intento de otro configuran una intromisión en la libertad sexual de una persona que se encontraba en un medio hostil por desconocido, concurriendo el ánimo tendencial o propósito de obtener una satisfacción sexual a costa de otro", indican los jueces.
Para el alto Tribunal, por tanto, "no puede entenderse que exista un derecho de cualquier persona a acercarse a otra y darle un beso cuando la víctima no lo admite como prueba de cariño o afecto por sus circunstancias personales, familiares, o del tipo que sean". También añade que supone "un ataque personal a su intimidad y libertad sexual de consentir o no quién pueda acercarse a la misma para hacer un acto tan íntimo y personal como es darle un beso".
La Sala de lo Penal, con el magistrado Vicente Magro como ponente, señala que "no cabe un contacto corporal inconsentido bajo ningún pretexto si no hay consentimiento".
El policía sabía que no le había dado su consentimiento
El Supremo expone que no solo las circunstancias del caso no evidenciaban un consentimiento por la chica, sino que el policía condenado era consciente de ello e insistió en acercarse y besarla sin su permiso. La resolución afirma que el agente "aprovechó una situación en la que actuaba de vigilante y la condición de detenida de la víctima, lo que en estos casos les hace sentirse más víctimas". Además, subraya que no es preciso un "no" de la persona, sino que la clave está en el consentimiento: si no lo hay, lo que se produce es una agresión sexual.
Los magistrados precisan que sería distinto si entre las dos partes existiera un vínculo personal que admita esa situación como normalizada, ya que si no es así, "ese acto tan privado supone un exceso". Además, añaden que tiene que quedar bien claro que hay consentimiento por la otra persona para "el acceso de algo tan privativo como es la permisividad de que una persona le dé un beso a otra".