Irán celebra elecciones tras la muerte de Raisí: ni el candidato reformista salva el boicot al régimen
- Los iraníes votan a un nuevo presidente tras la muerte de Ebrahim Raisí al estrellarse su helicóptero en la frontera de Azerbaiyán
- El régimen moviliza la participación al dar luz verde al aspirante reformista Masoud Pezeshkian
La república de los ayatolás celebra este viernes unas elecciones presidenciales anticipadas tras la muerte repentina del presidente Ebrahim Raisí junto con el ministro de Exteriores, Hosein Amir Abdolahian, en un accidente de helicóptero en la frontera con Azerbaiyán el pasado 19 de mayo. El Consejo de los Guardianes ha seleccionado a cinco candidatos de 74. Los tres favoritos son el conservador Mohamad Baqer Qalibaf, el ultraconservador Saeed Jalili y el reformista Masoud Pezeshkian. En medio del descontento y apatía popular, estos comicios se han convertido en un plebiscito para la legitimidad de los ayatolás encabezados por el Líder Supremo, Alí Jamenei, de 85 años, que ha pedido la máxima participación.
Son unas elecciones que no estaban planeadas y que se han tenido que adelantar un año. “Ha sido todo muy abrupto y no les ha dado tiempo organizarse. Los comicios estaban previstos para 2025 y básicamente para reelegir Raisí”, explica el profesor del Centro de Estudios del Golfo de Catar University y en Georgetown University de Catar, Luciano Zaccara. El analista considera que incluso dentro del espectro conservador no hay un candidato consensuado. De hecho, el miércoles se confirmó que no iban a ir en una misma candidatura Qalibaf y Jalili. Lo mismo ha ocurrido en el lado reformista, donde no hay un aspirante que pueda devolver la ilusión a los que quieren cambiar las cosas desde dentro del sistema. "Tampoco hay una personalidad carismática como lo pudo haber sido en su momento Mohamed Jatamí o Hasán Rouhaní, con todas sus diferencias", añade.
Como ya ocurrió en marzo, estas elecciones tampoco están despertando el interés de la sociedad, en especial de los más jóvenes.
"Yo no voy a votar, ni mi familia, ni mis amigos, nadie", zanja Shirin, una joven de 25 años, licenciada en Economía en la Universidad de Teherán. Hay una gran mayoría social que considera que la abstención es el arma de protesta contra el régimen. Los sondeos dibujan un escenario que llevaría al país persa a una segunda vuelta porque ninguno de los candidatos obtendría más del 50% de los votos. Ante las llamadas al boicot por parte de la población, el régimen ha buscado fomentar la participación al dar luz verde a un aspirante reformista. "No estaban preparados para un adelanto electoral. ¿Qué es lo que han hecho? Han buscado a las personas más cercanas al núcleo duro del poder. Quieren que el reformista movilice votos", explica Ryma Sheermohammadi, traductora y activista de Derechos Humanos iraní.
“Los tres tienen en común que son muy cercanos a la Guardia Revolucionaria y a la oficina del Líder Supremo, si ponen a todos del mismo color, la gente no va a votar. Le dan un maquillaje con toque reformista”, asegura la activista iraní. “Todos los que estén interesados en Irán deberían participar en las elecciones”, dijo Jamenei el día de la Fiesta del Cordero de los musulmanes. "Lo dijo como una manera de frenar a los enemigos de la República Islámica siguiendo la expresión persa de ‘cortarles la lengua larga’ es acudiendo a las urnas", matiza Sheermohammadi. Este jueves se ha suspendido el mitín del único candidato reformista.
Dos conservadores contra un reformista
A sus 69, Pezeshkian es diputado en el Parlamento y ha sido ministro de Salud durante el mandato de Jatamí, pero lo que más destaca es que pertenece a la minoría azerí, que supone un 16% de la población en un país que nunca ha tenido un presidente proveniente de las minorías sociales. Shirin considera que su figura es una maniobra de Jameneí para movilizar a los desencantados. Pezeshkian aboga por mejorar la relación con Occidente, resucitar el acuerdo nuclear y conceder una mayor apertura con el tema hiyab. "No vamos a votar porque todo seguirá igual", concluye la joven. "¿Que quiere que sean más permisivos con el hiyab? Nosotras hace tiempo que no lo llevamos, estamos desafiando a la Guardia Revolucionaria", zanja. Las mujeres vuelven a ser las grandes ausentes en esta campaña electoral.
“¿Qué quiere que sean más permisivos con el hiyab? Nosotras hace tiempo que no lo llevamos, estamos desafiando a la Guardia Revolucionaria“
"Pezeshkian tampoco es alguien conocido, solo ha sido ministro y nunca ha sido muy mediático", señala Zaccara. Aunque, sea quien sea, no cree que vaya a sacar muchos votos, porque los reformistas ya prácticamente han desaparecido de la escena política. Durante la campaña electoral ha hecho guiños a la canción que sirvió de himno en las protestas Baraye del activista condenado Shervin Hajipour. "Quiere estar cerca de la gran mayoría de iraníes. Haces este tipo de guiños para tener más posibilidades de atraer a gente, pero la gente no va a votar", insiste Sheermohammadi.
Qalibaf y Jalili son los dos candidatos conservadores que ya se habían presentado otras ocasiones y han perdido. El primero fue alcalde de Teherán entre 2005 y 2017, pero ganó la reputación de mano dura cuando fue general de la Guardia Revolucionaria y jefe de Policía del país. "Tuvo un papel muy importante en la represión de las protestas de 1999 en Irán", recuerda la traductora. Qalibaf y Pezeshkian encabezan las falibles encuestas iraníes, seguidos de cerca por Jalili, un hipernacionalista más conservador que Raisí y crítico con el acuerdo nuclear de 2015. Además, "es el representante del Líder Supremo en el Consejo Supremo de Seguridad Nacional, da el visto bueno a las leyes que salen del Parlamento. Jalili es de las personas más cercanas a Jameneí", apunta la activista iraní. Es un defensor de la obligatoriedad del velo.
El poder limitado: no podría liberar a los presos
"El presidente juega un papel significativo en la ejecución y en ocasiones en el cambio de prioridades de la política exterior, pero la reorientación de la política exterior de Irán está fuera del alcance de su poder", aclaró recientemente el analista Sina Toossi del Centro de Políticas Internacionales de Washington, en la red social X. El presidente iraní tiene capacidad de decisión en cuestiones nacionales y en menor medida en política exterior y de seguridad en Irán, donde el líder supremo ejerce de jefe de Estado con amplios poderes.
En caso de que el reformista se impusiera, habría un parlamento con una aplastante mayoría conservadora que domina también otras instituciones del Estado. Shirin alega que el mismo Pezeshkian llegó a admitir que el poder del presidente es limitado y no puede, por ejemplo, liberar a presos políticos aunque quisiera. Aun así, puede priorizar diferentes objetivos en política exterior, como fue el caso del expresidente reformista Hasán Rouhaní, que logró llegar a un acuerdo nuclear con Occidente en 2015 (que EE. UU. rompió en 2018) tras negociar con el propio Jameneí y otros centros de poder en Irán. Además, se relajó la política del uso obligatorio del velo islámico.
“Por lo que está pasando en Oriente Medio y nadie va a dar un volantazo y cambia la orientación política de Irán“
Sheermohammadi insiste en que el mandato de Rouhaní, pese a su fama de reformista, fue de los más "sangrientos y brutal". "Llegó prometiendo que las mujeres podrían entrar en los estadios y que habría más derechos para las mujeres. Por lo que muchas fueron a votar, pero reprimió protestas y la gente decía ‘reformistas y conservadores, sabemos que sois las dos caras de la misma moneda’", matiza. Ella recuerda que el mismo Jatamí o el expresidente Mahmud Ahmadineyad reconocieron no poder hacer nada. “Estaban limitados y con las manos atadas. Ahmadineyad lo ha dicho en varias ocasiones. Todos reciben órdenes del líder supremo”, denuncia la activista. Están convencidos de que el gandaor será un presidente continuista. "Va a seguir con lo mismo porque estamos ante en un momento tan crítico por lo que está pasando en Oriente Medio y nadie va a dar un volantazo ni a cambiar la orientación política de Irán", apunta el profesor del Centro de Estudios del Golfo de Catar University.
La baja participación da mala imagen en el exterior
La actitud de los 61 millones de votantes preocupa a la República Islámica. La participación es una vara de medir el respaldo popular. Zaccara recuerda que Raisí ganó con los peores datos de participación de elecciones presidenciales en Irán. Las legislativas celebradas el pasado 1 de marzo registraron la participación más baja en los 45 años de la República Islámica, cuando solo un 41% del electorado acudió a las urnas. Al régimen le preocupa sobre todo de cara al exterior, ya que legitima más la retórica de Occidente contra el país persa. De ahí que esta especie de competición entre candidatos conservadores y reformista pueda influir en ese lavado de imagen que no se dio en las anteriores presidenciales. Lo cierto es que el sistema iraní, a pesar de todas las "irregularidades y todas las críticas" acerca del proceso electoral, no oculta ni infla los datos, recuerda Zaccara. Sin embargo, más allá de los datos, el sistema teocrático busca recuperar la credibilidad tratando de movilizar a una sociedad civil que no comulga con sus ideales.
Estas elecciones son las primeras desde la muerte de Mahsa Amini, detenida en septiembre de 2022 por llevar "mal puesto" el hiyab. Amnistía Internacional denunció que sufrió torturas que le provocaron la muerte en el hospital tres días más tarde, su muerte desencadenó durante meses protestas masivas a lo largo y ancho del país al grito de "mujer, vida, libertad". Las organizaciones de derechos humanos denunciaron que la represión policial acabó con la vida de 500 personas y miles de detenciones. El nombre de Amini no se menciona en los actos electorales, tampoco se habla de los que cumplen condena en las prisiones, ni mucho menos de las ejecuciones públicas.
"Los iraníes tienen muy presente todo lo que está pasando y no hay que obviar que la persecución a las mujeres sigue en las calles y esto es un recuerdo continuo. Creo que las mujeres les van a castigar, incluso las más religiosas", concluye Sheermohammadi. Los que van a votar van a ser personas afines al sistema. Se trata de unos comicios imprevistos y por tanto inciertos, que se celebran en medio del descontento popular por la situación económica marcada por una inflación del 40 % y un devaluado rial. A eso se le suma la corrupción, la censura en internet o la obligatoriedad del velo. Mientras tanto, se ha intensificado la represión hacia las mujeres Bahaí, activistas de minorías étnicas y profesionales de medios de comunicación.